Para el presidente de la Xunta no es lo mismo el rosario de fechas aplazadas que acompaña al desarrollo de las obras de la alta velocidad en Galicia que el último retraso confirmado en su reciente entrevista en Madrid con el responsable de Fomento, Íñigo de la Serna. Para responder a las críticas que le llueven desde una oposición que ha comenzado a cuestionar su peso político ante el Gobierno de Rajoy, ayer se esforzó de nuevo en contextualizar la demora hasta 2019 en el “bloqueo” del proyecto durante la etapa en la que el Gobierno permaneció en funciones. Hasta entonces, en la etapa en la que se sucedieron gobiernos del PSOE y del PP, tanto en La Moncloa como en San Caetano, los gallegos “fueron engañados desde 2010”. De ahí que en la rueda de prensa semanal en la que comparece tras la reunión del Consello afirmase que entiende el “escepticismo galaico” ante el cambiante calendario.
Lo del peso político le dio solo para bromear ante los periodistas con el suyo corporal. Dijo que intenta controlarlo a base de algo de ejercicio, pero que le gustaría pesar algo menos, para no entrar a analizar la capacidad de influencia en el Gobierno central por la que la próxima semana le pedirán cuentas en el Parlamento.