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18 julio 2014

Galicia / aniversario angrois

José Garzón Amo, cuatro décadas de experiencia en Renfe

Día 17/07/2014 - 13.13h
 

Natural de Monforte de Lemos, pasó toda su vida trabajando sobre las vías. Hijo de ferroviario, creció entre trenes

 

José Garzón Amo, cuatro décadas de experiencia en Renfe

efe

 

Creció entre trenes y paso toda su vida trabajando en ellos. Francisco José Garzón Amo, el maquinista del tren que descarriló el 24 de julio de 2013 en uno de los peores accidentes ferroviarios que se recuerdan en España, ponía fin a su carrera ferroviaria el mismo día en el que 80 personas perdían la vida en la curva de A Grandeira.

Hijo de un ferroviario, Garzón creció en una pequeña localidad gallega conocida como la cuna de la industria ferroviaria de la región. Vivía en un edificio de viviendas para trabajadores de Renfe y fue al colegió gestionado por la empresa estatal de trenes.

En su localidad natal de Monforte de Lemos, la gente reconocía que Garzón, de 52 años y que ha trabajado tres décadas para Renfe - más de diez como maquinista -, es conocido por su sensatez y por ser digno de confianza. Aún hoy, sus paisanos se preguntan por qué un maquinista tan preparado y con su experiencia pudo tomar una curva tan cerrada a una velocidad dos veces superior a la permitida, haciendo descarrilar el tren poco después de tomar los mandos.

«Es un chico excelente, de lo mejorcito», dijo entonces María Montero, a las puertas de una de las casas de Renfe donde Garzón creció. Conoce a Garzón desde que era niño. «Nadie hablaba mal de él, era muy sensato y muy bueno en su trabajo, no sabemos lo que le pudo haber pasado, era muy competente», en palabras de Julia Morais, de 52 años.

Garzón se hizo con el control del Alvia Madrid-Ferrol de manos de un compañero en la estación de Orense, una parada antes de Santiago de Compostela, dijo Renfe, cumpliendo la práctica habitual para viajes de larga distancia. Conocía bien la línea, ya que la había realizado durante un año. El otro maquinista había dejado la cabina para descansar, como es habitual, dijo Renfe. Ese mismo día, Garzón había hecho parte del recorrido desde La Coruña a Madrid.

La grabación de la cámara de seguridad mostró el tren unos minutos después de salir de la estación de Orense tomar a gran velocidad la curva, salirse de las vías y precipitarse contra un muro. Justo después del accidente, Garzón habló en el sistema de radio del tren al centro de control y a emergencias. En una de las conversaciones, dijo que el tren iba a 190 km/h por hora cuando entró en la curva, donde el límite es 80 km/h, según las transcripciones publicadas en los medios locales.

Un asiduo a las redes sociales

Las fotografías muestran al conductor, de baja estatura y cabello cano, hablando por el móvil con la cara cubierta de sangre. «Espero que no haya muertos, porque caerán sobre mi conciencia», dijo Garzón en una de las conversaciones, según las transcripciones de los medios.

En el pasado, Garzón colgó entradas en Facebook jactándose de que conducía los trenes a gran velocidad pero dentro del límite legal, dijo una fuente con conocimiento del tema. En uno de esas entradas, mostró una fotografía con el control de velocidad del tren a 200 km/h. Estos alardes son comunes entre conductores de trenes, y esa velocidad es normal para el tipo de trenes que Garzón llevaba, dijo la fuente. Garzón conducía un tren híbrido del servicio de alta velocidad Alvia, que van a un máximo de 250 km/h. El AVE, que es más rápido, alcanza hasta 300 km/h.

En Monforte de Lemos, una localidad industrial de 20.000 habitantes con un pasado ferroviario que se remonta al siglo XIX, sus habitantes hablan muy bien del maquinista, que estaba separado y no tenía hijos. Dijeron que empezó a trabajar para Renfe siendo muy joven, llenando de combustible los trenes.

Hasta el accidente, Garzón vivía en La Coruña con su madre, viuda, que perdió a su otro hijo, hermano de Garzón, en un accidente de coche, dijeron los monforteños. Pero tiene piso en Monforte, donde iba a menudo a visitar a sus amigos. «Era muy simpático, buen compañero, no sabemos lo que le pudo haber pasado», dijo la quiosquera Concepción Rodríguez, que vio a Garzón el día antes del accidente. Desde entonces, su paradero es una incógnita, pese a que se sabe que hace visitas esporádicas a la ciudad herculina.

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