En septiembre de 2017, cuando el metro de Granada comenzaba a andar, lo hacía con una frecuencia provisional. La Consejería de Fomento dijo en ese momento que durante seis meses los trenes tendrían una frecuencia de paso menos generosa de la realmente sería la definitiva, cada 9 minutos aproximadamente.

Sin embargo, ya ha pasado más de un año, y en pocas ocasiones un pasajero ha tenido que esperar menos de diez minutos para subirse a uno de los trenes. De hecho, en algunas ocasiones, y debido a incidencias en las líneas, las esperas han llegado a sobrepasar los 20 minutos. Pese a que el servicio está siendo un éxito (el último balance así lo refleja) quedan aún aspectos que, mes tras mes, no han sido mejorados, tales como la citada frecuencia o la posibilidad de recargar a través de tarjeta de crédito en sus máquinas expendedoras. 

Estas son solo algunas de las deficiencias que se han ido denunciando a lo largo de estos meses desde su puesta en marcha. Ahora, una nueva misiva firmada por un trabajador del medio de transporte y dirigida a la Agencia de Obra Pública de la Junta, que gestiona el servicio de transporte público, pone de manifiesto los motivos que están ocasionando esa “parálisis” en los tiempos de espera.

En ella, el trabajador asegura que “en fechas como esta”, solo hay 9 de las 15 unidades disponibles, “y que con el aumento constante de pasajeros, ustedes, no hagan un mayor esfuerzo para la reparación de dichas unidades” que, según apunta el empleado, es el principal motivo por el que no puede reducir el tiempo en la frecuencia de paso.

“Expliquen que la velocidad “comercial”, a la que tanto recurren, es la que ya tenemos porque los sistemas no permiten más”, apostilla en la queja que se ha hecho pública en redes sociales.

Aquí puede leer la carta completa: