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7 febrero 2017

PATRIMONIO | LÍNEA HUELVA-AYAMONTE

La agonía del ferrocarril de la Costa

  • -El antiguo trazado férreo, recuperado hace unos años como vía verde, sufre un abandono que desaconseja su tránsito

  • -La fuerte apuesta hecha por la sostenibilidad cae en saco roto

     

     

     

     

    Las conexiones ferroviarias están ahora continuamente en el foco mediático y político en relación a la mejora de las comunicaciones como herramienta fundamental para el desarrollo de la provincia de Huelva. Desde ciertos sectores se habla incluso de una posible conexión por tren con Portugal a través de Ayamonte. Pero muchos onubenses, sobre todo los más jóvenes, desconocen que hubo un ferrocarril que, sin llegar a conectar con el país vecino, estuvo operativo hasta hace relativamente poco tiempo. Era la línea Huelva-Ayamonte, que funcionó entre el año 1936 y el 26 de septiembre de 1987, día en el que se le dio el cierre definitivo.

    Los mayores de Ayamonte, Isla Cristina, La Redondela, Lepe, Cartaya y Gibraleón aún recuerdan con nostalgia el paso del tren por sus municipios. Muchos de ellos hacían uso del tren para acortar las distancias entre las localidades de la Costa Occidental cuando el coche era aún un artículo de lujo.

    LOS MÁS JÓVENES NO SABEN QUE HASTA HACE 30 AÑOS EXISTIÓ UN TREN EN LA COSTA OCCIDENTAL

    Muchos conservan en sus retinas cómo eran aquellos viajes en aquel tren hasta la capital para realizar todo tipo de gestiones, o hasta Ayamonte, para posteriormente cruzar la frontera con Portugal en busca de determinados productos aún inexistentes por aquellos tiempos en nuestro país.

    Pero muy pocos conocen la historia de dicha línea férrea, que nació precisamente con la pretensión de enlazar posteriormente a través de un puente sobre el Guadiana con la vecina localidad lusa de Vila Real de Santo António, que posteriormente tuvo fines militares y defensivos, y que finalmente se convirtió en el medio de transporte de viajeros más importante para conectar las distintas localidades del litoral occidental onubense con la capital provincial. Esto último, hasta que dejó de ser rentable.

    Su trazado quedó abandonado en 1987, hasta que más de una década después, concretamente en mayo de 1998, entró en servicio como vía verde tras su acondicionamiento para ser transitada por unos viajeros bien distintos a los de antaño: cicloturistas, caminantes o paseantes, entre otros.

    El programa Vías Verdes se puso en marcha en 1993 para el aprovechamiento de viejos trazados ferroviarios. La iniciativa está coordinada por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles y fue puesta en marcha por el entonces Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, en colaboración con Renfe. En el mismo también participan de forma activa, y según cada caso, comunidades autónomas, diputaciones provinciales y ayuntamientos, así como colectivos ciudadanos.

    Según la web oficial del programa, nuestra provincia cuenta actualmente con tres de estas vías verdes: Guadiana, Molinos de Agua y Litoral (entre Gibraleón y Ayamonte). Pero queda muy claro en dicha web el estado en que ésta última se encuentra solo leyendo su descripción general: "Atención: vía verde con serios problemas de mantenimiento. Existen discontinuidades del trazado, tránsito de numerosos vehículos a motor, y puente con rotura en plataforma, lo que hace muy peligroso el paso por el mismo".

    Estamos, pues, ante el segundo abandono de dicho trazado de carácter ambiental, el primero que se puso en marcha en la provincia onubense, que consta de 48,7 kilómetros, y que discurre entre el río Odiel, a su paso por Gibraleón, y la frontera portuguesa del Guadiana en Ayamonte.

    La Vía Verde Litoral recorre un valioso espacio natural de marismas y atraviesa los términos de Gibraleón, Cartaya, Lepe, Isla Cristina (también muy cerca de La Redondela) y Ayamonte.

    Para la gestión y mantenimiento de la Vía Verde del Litoral se creó en su día un consorcio en el que estaban representados los ayuntamientos de las poblaciones por las que ésta discurre. Pero las diferencias políticas pronto pusieron de manifiesto su ineficacia, y un proyecto que fue expuesto ante la sociedad como ejemplo de desarrollo sostenible y compromiso de las administraciones con una nueva forma de entender el turismo, fracasó estrepitosamente.

    Como consecuencia de ello, los alrededor de 140 millones de pesetas que costó su acondicionamiento y puesta en valor cayeron finalmente en saco roto. Los antiguos edificios ferroviarios que debían dar cobijo a sus usuarios están a punto de derrumbarse. Además, es habitual la circulación de vehículos a motor por ella, y los socavones hacen cada día más complicada la circulación de bicicletas, con tramos prácticamente intransitables, y el viejo puente ferroviario sobre el río Piedras, en el paraje de La Tavirona, que es ya impracticable, además de otras muchas deficiencias.

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