Si las pequeñas cosas tienen su importancia, las obras de reforma de la estación de ferrocarril de Vilagarcía acaban de llevarse por delante un detalle de la memoria arquitectónica de la ciudad. Se trata de las farolas de obra que acompañan a las instalaciones ferroviarias desde su construcción, cuando Renfe abandonó el puesto de Carril para trasladarse a su actual ubicación, en los años 50.

Uno de los principales cometidos que afronta la empresa Copisa, encargada de la ejecución de los trabajos, es el cierre de la plaza exterior para su conversión en un párking de pago. Dos de las cuatro farolas que iluminaban este espacio cayeron ayer bajo la piqueta. Su presencia, por lo visto, no era del agrado de los redactores del proyecto. Hace semanas, los servicios técnicos del Concello de Vilagarcía analizaron el estado de las piezas condenadas para calibrar si su traslado a otro enclave sería posible. La respuesta fue negativa. Elaboradas con hormigón, cualquier intento por moverlas las despedazaría. En efecto, echarlas abajo no resultó complicado.