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1 diciembre 2015

«Vuelvo a montar en tren, pero nunca olvido que caí a las vías»

LEIRE PÉREZ

Yago Goitia decidió que nada iba a cambiar su vida y sigue usando este medio de transporte para ir a Orduña.Yago Goitia decidió que nada iba a cambiar su vida y sigue usando este medio de transporte para ir a Orduña. / LUIS ÁNGEL GÓMEZ

  • Yago Goitia, el joven que en 2012 perdió la mitad de una pierna en la estación de Bidebieta, en Basauri, pide mejoras para que su caso no se repita

    En los próximos meses se tendrá que someter a un cambio de prótesis. La que le permitirá continuar andando, incluso a paso ligero, sin que prácticamente nadie se percate de que hace tres años su vida dio un vuelco radical tras caerse a las vías por el hueco que queda entre el tren y el andén de la estación de Bidebieta, en Basauri. No le da demasiada importancia. Para Yago Goitia, que perdió la mitad de su pierna derecha en aquel fatídico accidente, es un episodio más dentro del proceloso tratamiento médico al que ha tenido que someterse desde entonces. Y eso que ya ha superado «varias» operaciones con el objetivo de recuperar la mayor normalidad posible, según reconoce. Una sucesión de intervenciones que hubo que complementar con una no menos tormentosa -y sobre todo «larga»- rehabilitación tras la que volvió a caminar. Porque tuvo que aprender desde cero y manejar un aparato ortopédico que, muy a su pesar, se ha convertido en inseparable compañero de viaje.

    Yago recuerda aquellas primeras semanas, incluso meses, como un periodo especialmente complicado. En lo físico y en lo psicológico. Porque, aunque hoy se alegra de llevar una «vida normal», la amputación supuso un mazazo para un joven deportista de 25 años que acababa de licenciarse en Ingeniería de Minas. Su futuro inmediato quedó truncado. Todos sus planes. Aunque pasado el tiempo lo que más nostalgia le sigue generando es que ya no ha vuelto a saltar al césped. A darle una patada a un balón. Porque tuvo que dejar su principal afición: el fútbol.

    La tragedia, sin embargo, no le hundió. Plantó cara a su destino. Se conjuró para seguir adelante con su vida. No arrinconó su tabla de bodyboard, un deporte que compaginaba con el balompié. Todo lo contrario. Se echó el corcho a la espalda y volvió a coger olas. «Puedo hacerlo porque es tumbado», explica. Es más, se plantea nuevos retos como participar en las clases que el surfista Aketza Sánchez -un joven que sufrió un accidente medular en la playa- ha impulsado en Plentzia y que consiste en practicar yoga subido una tabla de paddle surf.

    Aunque con retraso, tampoco ha permitido que la fatalidad arruinase su proyección profesional. Así que, una vez recuperado del accidente ha sido becario de Tecnalia y ahora intenta abrirse camino en el mundo laboral.

    En unos meses le pondrán una nueva prótesis que al andar no se notará prácticamente nada

    También en el resto de su vida diaria mira siempre hacia delante. Y no se deja amilanar por prejuicios. Así, por ejemplo, reconoce que «he vuelto a montar en tren» en Bidebieta, a pesar de su trágica experiencia. Aunque al mismo tiempo subraye que «nunca» olvida el momento en el que «me caí a las vías». Aquella noche de marzo de 2012 cuando volvía de tomar unos potes con su novia y unos amigos. Se bajó en Basauri y cuando el tren arrancó sentido Orduña tocó la ventana para despedirse. El movimiento del convoy le desestabilizó y cayó por el hueco existente entre el andén y las vías. La rueda del último vagón pasó por encima de él y le seccionó la pierna.

    No habrá batalla judicial

    Desde un principio, él y su familia han considerado que si no hubiese habido tanta distancia entre el suelo y el tren, él seguiría teniendo las dos piernas. Y en su impotencia, exigieron responsabilidades a Renfe, aunque la empresa ferroviaria le remitió una notificación en la que daba por zanjada la batalla administrativa. Concluía que «no había responsabilidad» por su parte, según reconocen portavoces de la empresa pública. Así que, rendido en el terreno administrativo y sin perspectivas en el judicial -no ha formalizado ninguna denuncia-, ha decidido iniciar una campaña pública para que su caso no caiga en el olvido y, «al menos», no se vuelva a repetir. Porque insiste en que la «imprudencia que aseguran cometí no podía haber sido tal si la distancia hubiese sido menor y no me hubiese caído». Y censura que en estos casi tres años no se hayan hecho mejoras en un apeadero que, a su juicio, carece de «accesibilidad y visibilidad». «El maquinista no puede ver todo el andén, no hay personal en la estación para auxiliar y, si hay una desgracia, los servicios de emergencia no pueden entrar como en el resto de estaciones», lamenta.

    Renfe asume las críticas por «falta de accesibilidad» y adelanta que está en proyecto un nueva estación para asegurar que, mientras tanto, «es imposible reducir la distancia al estar el apeadero actual en curva». «Es por cuestión de seguridad, tiene que existir un ancho de sobra para que puedan transitar además de los trenes de cercanías, los de mercancías y larga distancia», explican.

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