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La nueva e indefinida huelga de los maquinistas de los ferrocarriles alemanes enfurece al país

 

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Alemania está harta. Los maquinistas de trenes protagonizan una nueva huelga, la novena en once meses, que ha paralizado buena parte del transporte ferroviario del país. Los paros, que afectan a innumerables industrias y millones de pasajeros, enfurecen a los alemanes. El Gobierno de Angela Merkel guarda silencio, pero hay quien sostiene que la presidenta está indignada.

La paciencia alemana se agota. La huelga comenzó el martes en las líneas de mercancías y se extendió en la madrugada del miércoles a los trenes de pasajeros. Las críticas se cuentan por miles en el sindicato de maquinistas (GDL). Incluso la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB) muestra suhartazgo e incomprensión hacia las reivindicaciones de un colectivo que protagonizó su último paro hace sólo diez días.

El GDL no quiere llamarla huelga indefinida. Se compromete, eso sí, a anunciar el fin del conflicto con 48 horas de antelación. Pero la gran mayoría de clientes dan por sentado que afectará al puente de Pentecostés, cuya festividad se celebra el próximo lunes. Mientras, el Gobierno guarda silencio y se limita a desear un pronto acuerdo entre la Deutsche Bahn (DB) (la compañía de ferrocarril) y el sindicato de maquinistas (GDL). Ambos continuan las conversaciones en Fráncfort (oeste), fuera del foco de los medios y sin informar de la evolución de las negociaciones.

El principal punto de enfrentamiento sigue siendo la reivindicación del sindicato de poder negociar el convenido también para otros colectivos de la compañía, como revisores o personal de los vagones restaurante; si no se acepta esa condición, rechaza la posibilidad de un arbitraje. El presidente de la Confederación de Sindicatos Alemanes, (DGB), Reiner Hoffmann, critica que el trasfondo de la protesta no sea una disputa sobre condiciones laborales, sino “una lucha de poder” a costa de los viajeros. “Cuando no se alcanza la meta tras nueve huelgas, uno se pregunta si la dirección de las negociaciones, que recae en el señor Weselsky, es la adecuada para alcanzar un compromiso constructivo”, señala Hoffmann.

El presidente de la Federación de Asociaciones de Empresarios (BDA), Ingo Kramer, sistiene que la actitud del sindicato de maquinistas es “un atentado” contra la autonomía de negociación de los agentes sociales en Alemania, ya que persigue “intereses de poder” y no cerrar un convenido colectivo.

La Federación del Comercio Mayorista, Exportadores y Sector Servicios de Alemania (BGA) denuncia la “nueva dimensión” de estas huelgas y considera que, a largo plazo, la industria se verá obligada a buscar nuevos canales de distribución al perder la confianza en el ferrocarril .

Los ferrocarriles alemanes son una empresa de gestión privada, aunque todas las acciones permanecen en manos del Estado, que planea sacar a bolsa parte de la compañía en 2008, pero canceló la operación ante la crisis financiera. El sindicato de maquinistas ha elevado de 75 a 100 euros la compensación diaria que entrega a los huelguistas para compensar la reducción del salario por los días no trabajados. Eso es al menos lo que sostienen algunos medios alemanes.

Este último paro de los maquinistas tiene lugar mientras continúa en todo el país la huelga indefinida de los educadores y los trabajadores sociales de las guarderías públicas, que comenzó hace ya diez días. Según un reciente estudio del Instituto de la Economía Alemana (IW), en apenas cinco meses se han acumulado ya más de 350.000 días de huelga en Alemania, más del doble que en el conjunto del año pasado.

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