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Clamor popular ante la amenaza de cierre del ‘Tren Amarillo’ de la Cerdeña francesa

tren-amarillo-viaducto-Pont Séjourné

La amenaza de cierre se cierne sobre el ‘Tren Amarillo’ de la Cerdeña francesa. Con más de un siglo de continuidad, el servicio de propiedad pública podría desaparecer en breve, según advierte el sindicato francés de la CGT y varias entidades de la zona que han organizado una campaña de recogida de firmas para evitar la clausura y su desaparición. Al parecer, el Gobierno ha manifestado su intención de integrar el servicio público en una empresa mixta (SEM) para que lo explote sólo con fines turísticos. Hasta el momento llevan más de 12.000 firmas contra la reforma del sistema ferroviario.

La amenaza de privatización o cierre aparece periódicamente sobre el centenario servicio del ‘Tren Amarillo’, una posibilidad que escandaliza a los poderosos sindicatos ferroviarios franceses. La decadencia de este servicio, donde en los últimos años escasa la inversión se traduce en la reducción de frecuencias y una duración incrementada de tres horas de viaje, contra las dos horas y diez minutos de los años 1980, es más que notable y perjudica seriamente a los habitantes de esta región, muy próxima y conectada a Cataluña. Los sindicatos ferroviarios lo advierten periódicamente.

El ‘Tren Amarillo’ es una línea de ferrocarril de vía métrica (vía estrecha de un metro de anchura), gestionada por la SNCF francesa a través de la marca regional TER Languedoc-Rosellón (en francés TER Languedoc-Roussillon). Conecta las comarcas de la Cerdaña y el Conflent (en el Rosellón, también denominado Cataluña Norte o Catalunya del Nord por los catalanes) desde Vilafranca de Conflent hasta la estación de Latour-de-Carol-Enveitg, siguiendo el curso del río Têt y a través de Font Romeu. En Vilafranca conecta con el tren de ancho internacional procedente de Perpiñán y en Latour-de-Carol con el procedente de Toulouse francés y el de ancho ibérico de Renfe Línea 3 (Cercanías Barcelona).

El tren bordea Llívia y atraviesa un paisaje de alta montaña que lo convierte en uno de sus principales atractivos turísticos. Se inauguró en 1910 y se construyó para conectar los pueblos de la Alta Cerdaña con Perpiñán. Debido a la geografía, no era posible construir un tren normal, así que hicieron un ferrocarril de tracción eléctrica con un trazado de 62 kilómetros que se completó en 1927. En un sinuoso recorrido, se alternan 21 estaciones, con vertiginosos viaductos sobre el río Tet y túneles pirenaicos, en la línea férrea electrificada más alta de Europa (sin contar los trenes cremallera). Transporta 200.000 viajeros al año, aunque el servicio que brinda lo convierte en una mera atracción turística que no puede competir con la carretera. Desde hace décadas se enfrenta a la necesidad de invertir en la renovación del material, una inversión que la compañía nacional de ferrocarriles SNCF considera poco rentable.

El túnel de peaje del Cadí puso a partir de 1984 a Barcelona a dos horas de coche de Puigcerdá. Muchos de sus municipios tienen el 90% de las casas como residencias secundarias, con una media de ocupación de 17 días al año. La mejora de la comunicación por carretera no se ha visto acompañada por la del transporte público ferroviario. Los 147 km de la línea Barcelona-Puigcerdá -un prodigio de la ingeniería a finales del siglo XIX- son actualmente un lento y consolidado suplicio. La SNCF francesa aplica el mismo régimen al ‘Tren Amarillo’. No es de extrañar que cualquier día se cuelgue el cartel de cierre por “falta de viabilidad”. Aunque nadie pone en duda lo excepcional de esta línea.

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