El tranvía de Jaén cumple esta semana dos años desde su paralización. O lo que es lo mismo: 105 millones (que fue la inversión que la Junta de Andalucía realizó en esta infraestructura, incluyendo los cinco vagones) siguen apolillados en una cochera. Nunca llegó a estrenarse y solo estuvo 16 días circulando en periodo de pruebas, hasta que un juez lo paró tras la denuncia de la empresa concesionaria de autobuses. Dos años después, la puesta en marcha del sistema tranviario parece más lejana que nunca. El alcalde jiennense, José Enrique Fernández de Moya (PP), reniega de un transporte impulsado por el anterior gobierno socialista bajo el argumento del alto coste de su mantenimiento.

La garantía de las obras del tranvía se cumplió el mes pasado en una espiral de enfrentamientos entre el Ayuntamiento y la Junta. Un conflicto que ha llevado a intervenir al defensor del Pueblo andaluz, José Chamizo. “Vamos a intentar mediar con la Junta de Andalucía y con quien haga falta pues entendemos que el mantenimiento de esta infraestructura es muy difícil y nos preocupa cuál será su futuro”, admitió Chamizo durante su encuentro con el alcalde la pasada semana. Fernández de Moya le reiteró la inviabilidad municipal para poner en marcha el tranvía, cuyo coste anual de explotación cifró en más de cinco millones. Estos números provocaron que la empresa pública Ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña renunciase a su explotación, como antes hicieron otras ocho empresas.

El primer edil ha anunciado que sacará a licitación el tranvía, dejando claro que no habrá subvención municipal, algo que ya de antemano disuade a posibles firmas interesadas en su explotación. El Ayuntamiento culpa también a la Junta de no haber corregido aún todas las deficiencias en los casi cinco kilómetros del recorrido, mientras que Fomento alude a la falta de colaboración municipal. Mientras tanto, el trazado del tranvía ha estrangulado más el tráfico rodado y muchos conductores utilizan este espacio como aparcamiento.