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1 febrero 2012-02-01

 

SUCESOS

«Hemos encontrado un bebé en una bolsa»

Un indigente halla un recién nacido en una iglesia. La madre de la criatura ha sido imputada por un delito de abandono de menores

31.01.12 - 02:02 -

ANE ROTAECHE | SAN SEBASTIÁN.

«Nos hemos encontrado un bebé, tranquilo, ya me lo llevo yo», estas fueron las palabras de uno de los indigentes que el domingo encontraron un bebé en el entrada de la iglesia de los Carmelitas. Eso fue lo que le dijeron al vigilante de seguridad de Euskotren cuandio accedieron en un aparente estado de embriaguez a la estación del Topo, en el plaza Easo.

Cuando el domingo por la tarde a José, un hombre de entre 40 y 50 años que vive en la calle y es un habitual de la plaza Easo, le dijeron que dejara de molestar a los viajeros de Euskotren y se fuera a la iglesia de los Carmelitas, no podía imaginar cómo iba a acabar su tarde. Cuando se disponía a entrar en la iglesia, observó que a la izquierda del portal de entrada, había una bolsa. Creyó que era ropa, pues algunas veces los feligreses dejan bolsas con prendas viejas para Cáritas, pero «había una sorpresa dentro», relató ayer por la tarde su amigo Carmelo, que acompañó a José en su descubrimiento. «Era del tamaño de un muñeco, muy pequeño», recuerda Carmelo señalando con sus manos las medidas del pequeño.

Ante el hallazgo de la criatura, los dos indigentes comenzaron a dar gritos en el interior de la iglesia. Tras la misa de las 18:30, pasadas las siete de la tarde todavía quedaban algunos feligreses rezando el rosario, por lo que el rector de la iglesia, José Luis Garrikoitia, se disponía a pedirles que no molestaran. Sin embargo, cuando escuchó a uno de ellos decir que tenían un bebé en una bolsa enseguida les advirtió de que tenían que llamar a la Policía.

José, acompañado de su amigo Carmelo, acudió a la estación del Topo. Quizá, deduce el rector de los Carmelitas, «porque tenían confianza con el vigilante». Y así fue como, poco antes de las 19:15, José y Carmelo entraron, en estado de embriaguez, en la sala de espera de la estación gritando y preguntando por el vigilante de seguridad.

En buenas condiciones

Un trabajador de Euskotren que se estaba en la taquilla alertó al vigilante Iker Vélez de Burgo, que se encontraba al lado de los andenes, de que había «unos indigentes preguntando por mí a grito pelado». Iker acudió a la entrada de la estación que, en ese momento se encontraba abarrotada de gente esperando la llegada del tren.

Sorprendido, tomó la bolsa de plástico que portaba el indigente. «Le dije que me diera la bolsa y vi que había un bebé envuelto en una bata de mujer con ropa vieja por encima», explica el vigilante de seguridad de la empresa Bizala. «Llevaba un mono de color azul, así que deduzco que se trataba de un chico», cuenta Iker. El bebé, de cinco días, estaba bien abrigado y su cuerpecillo estaba caliente.

«Cuando vi al niño no se movía y mi duda fue si estaba vivo o no», recuerda Iker. Los llantos del recién nacido despejaron sus dudas y, tras comprobar el buen estado del pequeño, avisó a un compañero de Euskotren para que alertara a una ambulancia y a la Ertzaintza, que acudieron cinco minutos después de la llamada.

Por las condiciones en las que estaba el bebé, comentó ayer Iker Vélez de Burgo, no hacía muchos minutos que habían dejado al niño en la iglesia. El rector de los Carmelitas apostilló que con el ir y venir de feligreses en el templo, era difícil que el niño pasara inadvertido durante mucho tiempo.

Entretanto, Iker retuvo a los indigentes que habían encontrado al recién nacido para que prestaran declaración cuando llegara la Ertzaintza. Entraron en la sala de maquinistas que tienen en la estación para que el bebé estuviera en las mejores condiciones posibles. Por los rasgos del bebé, Carmelo y Iker deducen que el niño es de origen sudamericano.

Además, cuando los servicios de salud llegaron para recoger al niño, les informaron de que por el estado que presentaba el bebé, este había nacido en un centro hospitalario. Cuando las asistencias sanitarias llegaron a la estación, el recién nacido fue trasladado al servicio de Neonatología del Hospital Universitario Donostia, donde constataron su buen estado de salud.

Las investigaciones realizadas por la Ertzaintza permitieron detener a la madre del bebé. Se trata de una mujer de origen extranjero y sin recursos que estaba siendo ayudada por una organización benéfica, según informó el Departamento Vasco del Interior. A la mujer se le ha imputado un delito de abandono de menores. Cuando los agentes de la Ertzaintza localizaron a la madre, declaró que había abandonado al recién nacido por no tener recursos para atender sus necesidades.

José, el indigente que halló al bebé, no apareció ayer por la plaza Easo, huyendo de los medios, pero su amigo Carmelo destacaba su buena acción: «A veces somos los malos pero hoy somos los buenos», decía con una sonrisa.

A Iker todavía le costaba asimilar lo ocurrido. En los diez años que lleva trabajando de vigilante, se ha encontrado con todo tipo de situaciones: peleas, puñaladas a compañeros de profesión, pero nunca antes se había encontrado cuidando de un recién nacido. Cuando el domingo llegó a casa todavía se preguntaba qué podría haber llevado a una persona a dejar a un recién nacido en la puerta de una iglesia.

 

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