Diariodelpuerto.com

14 noviembre 2013

El tren Bilbao-Balmaseda

Opinión JAIME PINEDO Bilbao 12/11/2013

Soy un acérrimo defensor de la intermodalidad ferroviaria. La practico con cierta asiduidad, que es siempre que puedo y me dejan, y lo hago, eso sí, por puro convencimiento. Sus ventajas son múltiples: es económico, práctico, cómodo, ecológico... Qué carajo, el tren es el Futuro, con mayúscula. Lástima que su presente no sea tan prometedor como su futuro. ¿O  es al revés?

“El presente es el pasado del futuro”, cantaba Bunbury. Va a ser eso. Que el tren no sabe a veces de dónde viene ni a dónde va. El tren no sabe si viene del futuro y va al pasado. O viceversa. Ni siquiera sabe si tiene presente. No como los niños, que no piensan ni en el pasado ni en el futuro y por eso gozan del presente, cosa que rara vez le ocurre al tren. Cosa que rara vez nos ocurre a nosotros.
Viene todo esto a colación de los dos últimos viajes que he hecho en tren, ambos en un plazo inferior a las 24 horas y exactamente a lo largo del mismo recorrido pero por motivos completamente distintos y en cierta forma, sin que yo mismo supiera que así fuera a suceder antes de iniciar el primero de ellos. Eso sí, ambos viajes tienen un nexo común: la intermodalidad.
El pasado domingo, a media mañana, embarqué mi Specialized Tricross en la estación de La Concordia de Bilbao a bordo del tren Bilbao-Balmaseda de Feve para iniciar desde la localidad encartada la ruta cicloturista que, a través de la Vía Verde que arranca en Artzentales, lleva hasta Gallarta y de ahí a Bilbao. Una forma elemental y rudimentaria de intermodalidad, sí, pero que no deja de responder a su principio más básico: el trasvase de mercancías de la carretera a otros medios de transporte más sostenibles. No se imaginan ustedes la cantidad de coches que circulan los fines de semana cargados con bicicletas cuando en muchos casos podrían hacerlo en tren.
El caso es que menos de 24 horas después de viajar acompañado con mi bicicleta de Bilbao a Balmaseda, me veía ayer de nuevo en la misma estación de La Concordia de Bilbao tomando otro tren hacia el mismo destino. Esta vez, sin bicicleta, pero armado de cámara de fotos, block de notas y bolígrafo. Si el el viaje del domingo fue un ejercicio práctico de intermodalidad ayer le tocó el turno a la teoría. El curso-taller LIFE Rail que organiza la Escola Europea de Short Sea Shipping en colaboración con los puertos de Bilbao, Barcelona y Santander, además de Puertos del Estado, Adif y Renfe, entre otras entidades, arrancó de La Concordia a bordo del tren “El Expreso de La Robla” (destino Santander y primera parada en Balmaseda) con el objetivo de dar a conocer las ventajas y posibles ahorros económicos medioambientales que se pueden obtener en el uso del ferrocarril tanto en costes como en riesgos, así como fomentar la utilización del transporte ferroviario mediante la difusión de sus características y particularidades.
En la inauguración del curso, el presidente de Puertos del Estado, José Llorca, apostó por el liderazgo de los puertos en el desarrollo de una estrategia logística que tenga al ferrocarril como referente, tras realizar un amplio análisis de las causas del estancamiento del ferrocarril en España. LLorca incidió en las características de la estrategia ferroviaria en los puertos, que ha de promover servicios competitivos que atraigan carga hacia el ferrocarril, para lo que es necesario coordinar la planificación portuaria y ferroviaria en el entorno portuario. Llorca dijo muchas cosas más y luego llegó el turno de preguntas.
Yo tenía preparada unas cuántas relacionadas con su intervención pero en ese momento tan solo me interesaba obtener una respuesta que él no podía proporcionarme. Tan sólo el responsable de Feve-Renfe.  Ahí va: “Ya que hablamos de intermodalidad, ¿cuándo tendremos los cicloturistas espacio suficiente y sujeciones adecuadas para transportar nuestras bicicletas en los trenes?”. Se ruega contestación. Gracias.

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