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Alicante quiere mantener la fachada Norte de la estación en peligro por la llegada del AVE

 

 

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El Ayuntamiento de Alicante ha solicitado la preservación de la fachada norte de la actual estación ferroviaria, que en principio iba a ser derruida en el marco de las obras de la llegada del tren de alta velocidad (AVE) a la ciudad. La propuesta del consistorio se ha producido con motivo de una reunión de la comisión de seguimiento de las obras de la sociedad que gestiona el soterramiento de las vías (Avant), donde también están Renfe, Adif y la Generalitat Valenciana.

Según un comunicado de la concejalía de Urbanismo, esta modificación del proyecto inicial ha sido valorada por los miembros de la comisión, que se han comprometido a estudiar su viabilidad técnica, lo que supondría un primer paso para la rehabilitación total del edificio. La concejal de Urbanismo, Marta García-Romeu, ha realizado una visita técnica a las obras cuyo estado hacen asegurar a la política del PP que la llegada de la alta velocidad a la ciudad será el próximo junio.

La llegada del tren de alta velocidad (AVE) a la ciudad pone en peligro la fachada neoclásica de la estación ferroviaria de la ciudad, que data de 1858. La nota de atención la puso hace unos meses el Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante (CTAA) que pidió la preservación del conjunto de instalaciones históricas de la estación de ferrocarril de la ciudad, y que ninguno de sus elementos desapareciera con las obras del AVE. La entidad profesional asegura que el complejo ferroviario de Alicante-Término constituye “uno de los mejores acontecimientos arquitectónicos en la evolución histórica” de la ciudad, al ser “símbolo de la llegada a Alicante de la primera línea de ferrocarril que unía el Mediterráneo con la capital de España”.

El objetivo de la asociación de arquitectos pasa por preservar parte de la historia, sin renunciar a la evolución y el progreso, y enfatizan la antigüedad de estos edificios que cobijan las infraestructuras ferroviarias. La vetusta marquesina de la estación alicantina es la más antigua de este tipo que sobrevive en España, aunque lamentablemente la fachada ha desaparecido, objeto de una desafortunada reforma en 1968 que arruinó la estética de este monumento único en nuetro país y que sustituyó el estilo clásico del siglo XIX por el ‘modernismo’ del cristal y el aluminio.

A excepción de una columnata, la antigua estación de 1858 se conserva prácticamente intacta debajo del actual placado de granito que conforma la fachada renovada en 1968. Por ello, la actuación requeriría el desmontaje de esas placas, la reconstrucción de la columnata desaparecida y la recuperación de la fachada neoclásica. Alicante pasaría a contar con la estación más antigua de España en funcionamiento, y se conservaría este patrimonio arquitectónico de la que en su día se convirtió en la sexta ciudad del país en tener ferrocarril.

Los arquitectos recuerdan que las estaciones de ferrocarril históricas son las “primeras manifestaciones de la revolución industrial y símbolo en la memoria colectiva de los transcendentales avances técnicos en construcción y medios de locomoción del siglo XIX”. Estas terminales, añaden, aunque “obsoletas en muchas ocasiones”, por su habitual ubicación central en los núcleos urbanos “pueden permitir su fácil reconversión en grandes espacios públicos”.

Estos inmuebles “pueden recuperar su protagonismo y relevancia urbana de antaño para la vida colectiva, reconvirtiéndose en nuevas ágoras y plazas públicas del siglo XXI”, citando el caso del jardín cubierto de la estación madrileña de Atocha. No obstante, en el caso de Alicante, los profesionales dejan claro que la estación mantiene su funcionalidad original como terminal ferroviaria, al insistir en que constituye “la primera y última imagen que llevan consigo los visitantes de nuestra tierra, y al tiempo pudiéndose convertir en un entorno urbano de gran calidad para el uso y disfrute ciudadano”.

Los arquitectos recuerdan que las estaciones de tren fueron a finales del XIX o principios del XX lo mismo que hoy supone de reto técnico los aeropuertos de cualquier ciudad europea.

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