El loro “Pepe” es parte de la historia del Ferrocarril del Urola y su cuerpo disecado se ha hecho sitio en la colección del museo de Azpeitia

Entre banderines, gorras, relojes, herramientas y mil y un objetos más, se ha hecho un sitio propio en las salas del Museo Vasco del Ferrocarril el cuerpo disecado de un loro. Siendo algo en principio insólito, lo cierto es que este animal, en los años 50 del pasado siglo, fue protagonista del devenir de una estación de este ferrocarril, la de Cestona, y sin duda uno de los casos más curiosos del ferrocarril español. Por sus méritos canoros se ha hecho acreedor de un sitio propio en este singular y magnífico museo. Juanjo Olaizola Elordi, director del Museo Vasco del Ferrocarril, narra esta simpática historia. 

El Museo Vasco del Ferrocarril incorpora un loro a sus fondos
 
Este loro disecado se ha convertido en la mascota de este museo.
 
 

(23/09/2011) Puede que muchos de los visitantes del Museo Vasco del Ferrocarril se vean sorprendidos por la reciente presencia en sus vitrinas de un loro disecado y tal vez se pregunten que tiene que ver con la historia del tren este exótico animal. La explicación es bien sencilla: un loro, que atendía por el nombre de Pepe, se hizo famoso en los años cincuenta de la pasada centuria gracias a su habilidad para imitar el sonido del silbato del jefe de estación de Cestona-Villa, lo que a punto estuvo de provocar graves incidentes en la circulación ferroviaria. 

Como señalaba Iñaki Linazasoro, "el animal tenía por costumbre pitar a los trenes desde el alféizar de la ventana de un pequeño hotel situado en las inmediaciones de la estación. Imitaba a la perfección el sonido del silbato del jefe de estación y un buen día, en plena faena de carga y descarga, subir y bajar de viajeros ¡prriiit!, pita el loro, arranca el tren y se arma la zapatiesta." 

Ante el riesgo que suponía para la seguridad de la circulación ferroviaria la suplantación que el loro Pepe hacía de las órdenes que emitía el jefe de estación con su silbato reglamentario, el Ferrocarril del Urola decidió demandar a sus propietarios. Como nuevamente recuerda Iñaki Linazasoro, dos abogados le defendieron en el tribunal y al juicio acudió numeroso público a la espera de que el propio Pepe se sentaría en el banquillo de los acusados. Finalmente, el loro fue absuelto. 

Aunque tras el juicio los jefes de la estación de Cestona-Villa ensayaron nuevas modalidades de toque con sus silbatos, el loro pronto los aprendía y repetía. 

Cuando Pepe pasó a mejor vida, los dueños del hotel adquirieron otro loro, que en este caso atendía al nombre de Arturito, y que pronto demostró tener tan buen oído como su antecesor. Así, la prensa publicaba en septiembre de 1972 la siguiente noticia: 

Los silbidos de un loro perturban al ferrocarril 

"Los silbidos de un loro parece que están perturbando el servicio ferroviario del Urola". Así se desprende de la notificación cursada por la dirección de dicho ferrocarril a los dueños del hotel «Estación» de la localidad de Cestona, donde se encuentra el loro. «Nos vemos en la precisión de dirigirnos a ustedes –dice el escrito en cuestión- para rogarles que el lorito, del que son propietarios, sea trasladado a otro lugar, de forma que sus silbidos no se oigan desde la estación del ferrocarril, pues de lo contrario, los silbidos del referido lorito dan lugar a dudas y confusiones en el servicio». 

Con ello se repite la historia ocurrida hace veinte años y que también protagonizó otro loro, propiedad asimismo del dueño del hotel de la estación y que en aquella ocasión obligó a la dirección del ferrocarril de Urola a adoptar una medida que aún continua vigente en la estación de Cestona, y es que la salida de trenes la de el jefe de estación únicamente con la bandera y nunca con el pito, para evitar que el tráfico de trenes pudiera ser interferido. 

Gracias a la colaboración de la familia Oruesagati, así como del miembro de la Asociación de Amigos del Museo, Patxi Goenaga, el Museo Vasco del Ferrocarril ha podido recuperar este singular capítulo de la historia ferroviaria de Euskadi.

 

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 La estación de Cestona Villa, donde Pepe cometió sus fechorías. Foto Museo Vasco del Ferrocarril.

(FUENTE VIA LIBRE)

 

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