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19 abril 2016

 

20.000 kilómetros de viaje en tren por la India

Tamina-Florentine Zuch recorre el país de punta a punta a bordo de vagones repletos para conocer a sus gentes (y ganar el Zeiss Photography Award)

 

Ivan Sánchez

Algo tan cotidiano como un viaje en tren puede convertirse en una fascinante aventura cuando el periplo tiene lugar en la India. La estudiante alemana de fotografía documental Tamina-Florentine Zuch viajó al país asiático entre noviembre de 2014 y marzo de 2015 en un programa de intercambio del National Institute of Design. En Gandhinagar, al norte de Nueva Delhi, halló en los vagones de tren uno de los lugares donde mejor se sintetiza la idiosincrasia y la riqueza humana de los indios.

La singladura le reportó otra agradable sorpresa a esta joven autora: coronarse hace unos días con el Zeiss Photography Award, cuya dotación en su primera edición asciende a nada menos que 15.000 euros.

"Pasar tanto tiempo en un lugar tan reducido, sin apenas privacidad, me dio la oportunidad de estar realmente cerca de la gente"

Durante los meses que pasó en la India Zuch tuvo tiempo de recorrer casi 20.000 kilómetros a lo largo y ancho del país. Desde la localidad de Shimla, al norte, cerca de la frontera con China, hasta Kanyakumari, el punto más meridional. Desde las tierras desérticas del Rajastán hasta el este del país.

Tanta distancia, completada a un ritmo más bien lento, le dio tiempo a Zuch para desarrollar su trabajo: "Mi intención era hacerme una idea de la variedad de los viajeros", nos explica. "Pasar tanto tiempo en un lugar tan reducido, sin apenas privacidad, me dio la oportunidad de estar realmente cerca de la gente."

 

Zuch descubrió que los indios continúan con su vida diaria en el tren: "Hablan, comen, duermen, ríen y discuten, juegan a cartas, se toman selfies… En ocasiones se fraguaban nuevas amistades y a veces había que resolver alguna disputa." Un vagón es como un microcosmos que condensa, en la medida de lo posible, la esencia de la India. Con todo, la autora aclara la dificultad que entraña intentar descifrar la sociedad india: "Es un país tan diverso y grande que para un extranjero es muy difícil comprender parte de su cultura."

Las fotografías de Zuch destacan precisamente esa confluencia de diversidades. Imágenes bañadas por la tenue luz del atardecer, enriquecidas por el colorido típicamente indio y con una edición que iguala la luminosidad ocre de muchas partes de la escena para mostrar la riqueza humana que se congrega en los vagones.

Zuch, que dice encontrar inspiración en la luz y la atmósfera del trabajo de Joakim Eskildsen, relata cómo la mariposa que aparece retratada en una de las fotografías cambió por completo el humor que había dentro del vagón.

"El ambiente era bastante frío y poco amigable y el tiempo lluvioso no ayudaba demasiado. De repente apareció una mariposa que revoloteó grácil por todo el compartimento, posándose a cada poco en el hombro de alguien o dejando sus huellas en el cristal empañado de la ventana. Aquello mejoró el humor de todo el mundo y comenzamos a sonreírnos entre nosotros. En un momento dado, un hombre comenzó a cantar. Tenía la apariencia de un hombrecillo pequeño y frágil, pero su voz era poderosa y profunda. Uno a uno los pasajeros se unieron a la canción."

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