VANITY FAIR

5 agosto 2013

Orient Express: el gran tren cumple 130 años

- Georges Nagelmackers ideó en 1883 un servicio para unir Europa Occidental

- Fue bautizado Express d’Orient y en 1889 adquirió su nombre actual

- Hoy sigue funcionando con el mismo aspecto que tenía hace casi un siglo

Por JAVIER ORTEGA FIGUEIRAL | 22-julio-2013

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Un anuncio de 1889.

El servicio de ferrocarril más célebre del mundo, celebra su 130 cumpleaños. Y lo hace en plena forma. El que ha sido considerado "rey de los trenes y tren de los reyes", ya que a lo largo de su historia ha transportado a todo tipo de personajes desde jefes de estado en ejercicio a monarcas en el exilio, desde artistas a turistas con bolsillo desahogado o desde escritoras célebres a trotamundos en busca del viaje perfecto, sigue circulando por Europa en la actualidad.

La historia del Orient Express se remonta a 1883, cuando el francés Georges Nagelmackers, creador de la Compagnie Internationale des Wagons-Lits, ideó un servicio que uniera las capitales de Europa Occidental con las rutas orientales de manera confortable, utilizando los primeros coches cama y vagones-restaurante del viejo continente. En octubre de ese mismo año, los primeros pasajeros del entonces llamado 'Express d’Orient' partieron de la Gare de l’Est de Paris con destino a Giorgiou, Rumanía, pasando por Múnich y Viena. Posteriormente, tras atravesar el Danubio, tomaron otro tren y finalmente un trasbordador con el que llegaron a Constantinopla (hoy Estambul), por entonces aún capital del imperio otomano. Seis años después fueron completados los tramos de vía necesarios que permitieron unir los dos extremos de la línea con el mismo tren, que poco después fue rebautizado con el nombre definitivo de 'Orient Express'. 

La ruta operaba tres veces por semana, realizando paradas en tres capitales: Budapest, Belgrado y Sofía, un servicio que funcionó con regularidad hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, que obligó a suspender casi todos los trenes. En 1919 volvió la normalidad con una importante novedad en el trazado: la apertura del túnel de Simplon, que unía Suiza con Italia permitiendo que el tren realizase una nueva ruta por el sur, a través de Milán y Venecia; una novedad técnica tan moderna que el nombre de esta infraestructura acabó incorporándose al nombre oficial del tren: 'Venice-Simplon O.E.'.

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El Orient Express en la actualidad. © JOF © JOF

El tren ya acumulaba por entonces jugosas historias, protagonizadas por algunos pasajeros ilustres (algunas sonrojantes) de monarcas y jefes de estado: Ferdinand de Bulgaria se encerró en un baño al creerse acosado por pistoleros. Por más que se le insistió en su total seguridad, estuvo sentado en el pequeño habitáculo durante horas. El Rey de Bélgica, Leopoldo II montó el tren dirección a Estambul después de hacer un alambicado plan para infiltrarse como vigilante de un harén, cosa que contó indiscretamente a algunos compañeros de viaje en una cena regada generosamente. El siguiente monarca búlgaro, Boris III, ingeniero aficionado, insistió en que se le permitiese conducir el tren a través de su país: lo que hizo a velocidades excesivas, ante la atenta y asustada mirada de dos maquinistas. El Zar ruso Nicolas II pidió con antelación que para su viaje en el tren fuera construida una decoración especifica en los vagones que él y su séquito utilizarían para su visita a Francia. En 1920, algunos años después del fusilamiento del Zar,el presidente francés, Paul Deschanel cayó de uno de los vagones del tren en la oscuridad de la noche. Se dice que bajo la acción de un tranquilizante.Al cabo de unas horas apareció, en pijama, en la casa de un vigilante de un paso a nivel francés preguntando dónde estaba. Semanas después, tras ese episodio ferroviario y en medio de una reunión, Deschanel se zambulló en un lago completamente vestido. A los pocos días renunció a seguir presidiendo Francia, aunque tras ello fue nombrado senador, cargo que ocupó hasta su fallecimiento.

Volviendo al tren, la época de entreguerras y sobre todo la década de los 30 fue la de máximo esplendor dentro y fuera de sus vagones: se añadieron nuevos destinos intermedios y Wagons-Lits puso especial énfasis en el lujo a bordo, con servicio personalizado, alta cocina y cabinas especialmente confortables, aspectos que lo convirtieron en el medio de transporte preferido de gentes de negocio, diplomáticos, alta burguesía y realeza. Fue entonces cuando las historias que sucedieron a bordo, algunas reales y otras fabuladas, como una archiconocida novela de Agatha Christie sobre el legendario asesinato a bordo, convirtieron al Orient Express en leyenda.

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James Bond, en el Orient Express.

La Segunda Guerra Mundial volvió a afectar a los servicios del tren, de manera especial en los convulsos Balcanes, y a pesar de que todo volvió a ponerse en marcha a partir de 1945, y el tren siguió viviendo viajes memorables con muchas caras conocidas a bordo, incluido el mismísimo James Bond-Sean Connery durante el rodaje de 'Desde Rusia con amor', el mundo ya no era el mismo y lentamente el OE fue perdiendo su esplendor original, convirtiéndose a finales de los 60 y 70 en un tren casi convencional, hasta que en 1977 se suspendió el servicio.

Para entonces, James Sherwood, importante empresario del sector de los contenedores marítimos, enamorado de Italia, la historia y los trenes, compró en subasta dos de los viejos vagones del Orient construidos en los años 20. Animado, acabó invirtiendo 17 millones de dólares, buscando por toda Europa otros 14 más de aquella época para relanzar de nuevo el servicio con todo el brillo de sus mejores días, algo que consiguió en mayo de 1982, recuperando la línea Londres-Venecia y pidiendo a Liza Minelli que fuese la madrina de aquella nueva aventura paralela a la creación de un gran grupo turístico de lujo con el icónico nombre, que hoy cuenta con 45 hoteles, barcos y trenes en 22 países.

"El Orient Express de nuestros días es idéntico al de hace casi un siglo: confortable, pero sin concesiones a la modernidad, que es donde también radica su encanto. Todo es delicado y elegante, pero para nada ostentoso", indica Bruno Janssens, director del tren a cuyas órdenes tiene a un staff multinacional de impecable trato con los pasajeros y gran formación en hostelería, para los que es un honor formar parte de la tripulación de un tren que desde su reestreno hace 31 años ha recorrido ya más de cuatro millones de kilómetros por Europa, siempre desde marzo a noviembre. Este año, en el programa de viajes, a las ciudades habituales como París, Venecia, Budapest, Londres o Praga, se han añadido por primera vez dos capitales nórdicas: Estocolmo y Copenhague. Además, durante estos días, el tren realiza su trayecto más habitual: en Londres-París-Venecia en ambos sentidos, pasando por Austria y Suiza. En algo más de un mes, el próximo 30 de agosto realizará el clásico viaje Paris-Budapest-Bucarest-Estambul, un tranquilo trayecto de seis días para el que no hay plazas desde el año pasado. El tren sigue seduciendo a viajeros en busca de experiencias únicas.

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