Así somos
Con la mejor energía
Cuatro compañeros del telemando de Chamartín nos narran sus trayectorias profesionales hasta llegar a su puesto actual, el centro neurálgico de la energía eléctrica que mueve la red de líneas de ferrocarril de Madrid y sus alrededores.
Texto: Carlos Martí

Sin electricidad constante no habría movimiento de ningún tipo de tráfico. Por ello, el trabajo que se desarrolla en los telemandos de Adif es de vital importancia. El de Chamartín, inaugurado en 1990, es el más importante del país y de él dependen más de 60 subestaciones y unos 850 km de vía de la red convencional, que incluye todo el ámbito de Cercanías de Madrid y las líneas férreas que cruzan la capital hasta abarcar buena parte de las provincias de Ávila, Segovia, Toledo, Cuenca, Guadalajara y Zaragoza.
Básicamente, un telemando realiza de forma remota las funciones de control y supervisión de las subestaciones eléctricas y centros de transformación de la catenaria, y de las líneas de alimentación a señales.
Así, el telemando gestiona el suministro eléctrico, los cortes de energía para trabajos de mantenimiento y de las averías e incidencias. En el de Chamartín trabajan 11 profesionales, tres como supervisores y otros ocho, encargados.

Decanos del telemando
Fernando Montejo es uno de los tres supervisores del telemando de Chamartín. A sus espaldas hay una larga experiencia en el mundo del ferrocarril, porque entró en la Escuela de Aprendices de Renfe en el año 1982. Era hijo de ferroviario y lo tuvo claro desde muy joven.
“Entré en la Escuela con 14 años y estuve hasta los 18, hasta que me dieron mi primer destino en Orense”. Durante los años que estuvo en Galicia se ocupaba de varias subestaciones. Por ello, decidió instalarse en Monforte (Lugo).
En 1990 Fernando se trasladó a petición propia a la capital de España. Cuenta que “al principio de llegar a Madrid me mandaron al Departamento de Ingeniería e Instalaciones de Príncipe Pío. Tras pasarme un año en este trabajo, me trasladaron al telemando de Chamartín en el año 92 una vez realizados los cursos de formación para este nuevo empleo. También fue cuando me ascendieron de oficial de subestaciones a encargado”.

Trayectoria viajera’
Otro de los veteranos en este puesto de mando es Guillermo Muñoz, supervisor y de familia ferroviaria. “Mi padre y mi abuelo eran ferroviarios -comenta Guillermo- así que entré en la Escuela de Aprendices en 1976. Salí dos años después habiendo hecho la especialidad de electricidad y me metí al curso que hacíamos de formación en subestaciones. Mi primer destino lo obtuve con 17 años en las subestación de Bobadilla”.


De los 11 compañeros que trabajan en el telemando de Chamartín, cuatro entraron a través de la Oferta de Empleo Público de Adif en 2007

Savia nueva
De los 11 profesionales que trabajan ahora en el telemando de Chamartín, cuatro entraron a través de la Oferta de Empleo Público de 2007. Dos de ellos son Elena Bayón y Francisco Millán.
Después de estudiar Ingeniería Industrial en su León natal, Elena Bayón comenzó a trabajar en una empresa privada relacionada con su formación universitaria. A pesar de que su abuelo era ferroviario, en ningún caso se había planteado como primera opción integrarse en una empresa del sector. Sin embargo, cuando se enteró de una Oferta de Empleo Público de Adif, en 2006, decidió preparar las oposiciones.
Dicho y hecho. Elena aprobó a finales de 2007 e hizo el curso de adaptación en Valencia. “Este curso nos sirvió para introducirnos en el tema ferroviario, porque es algo tan específico que no teníamos ni idea. Puedes saber mucho de electrificación, pero aplicarla al sector del ferrocarril es algo muy específico que sólo puedes aprender en Adif”, nos dice Elena.

Para que el sistema funcione
También a finales de 2007 entró Francisco Millán, quien había estudiado Formación Profesional de Segundo Grado en Electrónica. “Soy de Madrid y ya tenía empleo en una empresa privada, pero me atrajo la posibilidad de entrar en Adif porque es una empresa que te aporta estabilidad laboral y porque aquí aprendes temas relacionados con el ferrocarril que en ningún otro lugar podrías aprender”, dice
Cuando entré, me quedé sorprendido de la cantidad de gente que trabaja para que el sistema ferroviario funcione, algo que el usuario no puede ver. La verdad es que el balance de este primer año es muy positivo -explica Francisco-, ya que estamos en un proceso de aprendizaje constante”.

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