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25 junio 2014

g«Nada hay de complejo en esta línea; basta con fijar la velocidad y frenar en Santiago»

El informe pericial del ADIF concluye que en Angrois todo era perfecto menos el maquinista, «que desatendió todas sus obligaciones durante casi dos minutos»

24 de junio de 2014

 

El perito del ADIF acaba de entregar en el juzgado del caso Alvia el informe sobre los asuntos que el anterior juez, Luis Aláez, había solicitado un dictamen técnico preliminar. El ingeniero de Telecomunicaciones José Luis Pinel Simón, elegido por el administrador ferroviario para analizar en sede judicial el accidente que costó la vida a 79 personas hace hoy once meses, defiende, como era previsible, que la señalización y las medidas de seguridad en Angrois se adaptan a la normativa, al tiempo que profundiza en la estrategia de cargar sobre el maquinista todo el peso de la culpa.

 
 

Para este perito, que aportó su informe tras conocer los cuatro entregados por otros tantos peritos -de ahí que discuta alguna de sus conclusiones-, el tiempo transcurrido entre la contestación a la llamada del interventor y el fin de la conversación es un «tiempo en blanco» a efectos de la conducción. «El maquinista desatiende todas sus obligaciones durante casi dos minutos. No hay sistema de ayuda a la conducción que supere una prueba semejante», concluye. El exceso de velocidad es, una vez más, la «única causa del accidente identificada positivamente». «No se han hallado en la infraestructura, instalaciones o señalización de la línea relaciones de causalidad con el accidente», alega.

Pese a las referencias de otros expertos al carácter singular de la línea de alta velocidad Santiago-Ourense, así como de la brusca transición de velocidad en Angrois que obliga a los trenes a pasar de 200 por hora a solo 80, el ingeniero Pinel Simón considera que este tramo es el de conducción «más sencilla» de todo el recorrido entre Madrid y Galicia, junto con el trazado también de alta velocidad entre la capital y Olmedo (Valladolid). «Basta con programar la velocidad prefijada y frenar únicamente en Santiago. Nada hay de novedoso, complejo o singular en esta línea», aduce el perito, sin mencionar aspectos como la posibilidad de un fallo humano en la transición de velocidad de Angrois.

Para este experto, la señalización en la zona de Angrois era la correcta y la que prevé la normativa, y no tiene por qué haber señales que informen de la velocidad máxima permitida. Pensar que esto habría ayudado al maquinista a ubicarse mejor «no deja de ser especulación y más si consideramos las varias decenas de señales cuyas prescripciones e indicaciones no fueron advertidas en el tiempo que duró la llamada telefónica del interventor».

 

Hoja de ruta

La defensa del maquinista y la mayoría de los peritos refirieron que el libro horario y el cuadro de velocidades máximas, que conforman la principal hoja de ruta del maquinista, contenían inexactitudes sobre el alcance del sistema más seguro (el ERTMS). Pero el perito nombrado por el juez a instancias del ADIF está convencido de que las informaciones de estos documentos «son correctas, suficientes y acordes con la práctica habitual, que durante décadas ha servido correctamente para la conducción». También recuerda que no se recibió queja alguna sobre la información contenida en estos documentos, que el ADIF y Renfe consideran cruciales.

El ingeniero de Telecomunicaciones también obvia el aviso del jefe de maquinistas de Ourense, José Ramón Iglesias Mazaira, sobre la peligrosidad de la curva de Angrois y la necesidad de mejorar la señalización, al asegurar que no se recibió «ninguna observación por parte de personal de conducción, circulación, mantenimiento o supervisión» sobre esta línea. El ADIF no recibió la alerta, pero el aviso existió y lo conocieron nueve cargos de Renfe.

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