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Fiesta grande del Museo Vasco del Ferrocarril

 

 

 
 
 
 
 
 
 
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El Museo Vasco del Ferocarril exhibió ayer sus mejores galas para conmemorar su 24 aniversario. A lo largo de la jornada puso en circulación cinco trenes históricos (sobre todos sus vaporosas) para deleite de sus visitantes, que cada año por estas fechas rinden tributo a este gran santuario del ferrocarril, donde se rinde culto al vapor. El centro ferroviario de Azpeitia se llenó del humo y olor del carbón en combustión durante las exhibiciones que se realizaron con sus magníficas joyas del vapor.

La villa guipuzcoana es el santuario ferroviario más importante de España (al menos en vía métrica) y uno de los últimos bastiones donde se hace posible la contemplación de locomotoras de vapor en pleno funcionamiento. Aquí se mantiene vivo el espíritu del tren del Urola,cuya construcción fue el resultado del tesón, la perseverancia y la decidida apuesta que hicieron los vecinos por dotar al valle de una vía de comunicación moderna, cómoda y mucho más rápida que las tradicionales.

En las cocheras y talleres de Azpeitia, quedó depositado el material móvil de la línea, prácticamente sin variaciones relevantes a lo largo de su historia, que progresivamente ha ido incrementado el parque museístico con el procedente de otras líneas también cerradas. Así es posible hoy contemplar una de las mejores colecciones ferroviarias de Europa, integrada por más de 75 vehículos de todo tipo: desde locomotoras de vapor, tranvías, trolebuses, automotores y vagones de todas las clases hasta un camión de bomberos. El centro incluye una exposición sobre la máquina herramienta, a través del antiguo taller mecánico del Ferrocarril del Urola, que se conserva tal como fue instalado en 1925. Un antiguo motor eléctrico hacer funcionar sus 16 máquinas a través de un complejo sistema de poleas, correas y embarrados.

La jornada de ayer permitió observar el gracil movimiento de la locomotora de vapor Espinal, construida en 1887 en Newcastle (Reino Unido) por la compañía de Robert Stephenson, hijo de George Stephenson, que ganó el concurso de 1829 que pondría en marcha los servicios de la línea de transporte de pasajeros de Liverpool a Manchester. Esta máquina es, en la actualidad, la más antigua en funcionamiento de las construidas por los Stephenson. A la Espinal, se unió la Aurrera (130-T) construida en Reino Unido en 1898 por Nasmith Wilson para el Ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián; la Zugastieta (030-T de 1888 de Sharp Steward de Gran Bretaña, para el Ferrocarril de Amorebieta a Gernika); y la Portugal (CP E205, 1230-T, fabricada por Henschel para los Caminhos de Ferro de Portugal). Pero también salió a las vías el automotor diésel Allan nº 301 de los Ferrocarriles Portugueses (construido en 1953 por la firma holandesa Allan, de Róterdam) y locomotora diésel ‘Alstom 1004’, del Ferrocarril Vasco-Asturiano (construida en 1965 en Tarbes por la firma francesa Alsthom).

Una de las rarezas más llamativas, y casi desconocida en otras instalaciones similares, es la grúa de vapor Grafton. Apropiada para vías de ancho ibérico, fue construida en 1920 por la compañía británica Bedford para la empresa Babcock Wilcox, sita en Sestao. Es la única en su género que funciona en España y que también se hace una habitual en las jornadas festivas del museo.

Pero, sin duda alguna, lo mejor es recorrer los 5 kilómetros que separan Azpeitia de Lasao a bordo de uno de los coches de época construidos en la cercana Beasain. Penachos de humo negro y blanco, olor a combustión y carbonilla penetran por las ventanas en este viaje a otra época que hace las delicias de los visitantes y donde un revisor ‘pica’ el correspondiente billete. La operación del ‘cambio de agujas’, cuando la locomotora se desengancha para dar la vuelta y volver a encabezar el convoy, es seguida con una atención inusitada, como si fuera un transbordador de la NASA acoplándose a la Estación Espacial Internacional.

En sus instalaciones es posible observar una de las mejores colecciones ferroviarias de Europa, con vehículos de todo tipo como locomotoras de vapor, diésel y eléctricas, automotores y diversas clases de vagones. Ofrece asimismo uno de los más completos conjuntos de máquina-herramienta de Euskadi, a través del antiguo taller mecánico del Ferrocarril de Urola, y cuenta con las muestras de los uniformes utilizados en el ferrocarril desde finales del siglo XIX y de una de las mejores colecciones de relojería ferroviaria del mundo. Azpeitia es un gran tesoro, que merece la pena comtemplar y disfrutar.

 

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