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20 septiembre 2016

Microrrelato. "Tirarse al tren" Destacado

    •   QUICO ESPINO
    • LUNES, 19 SEPTIEMBRE 2016 07:59

 

 

El Puente de Silva le pareció el lugar ideal para que su plan resultara de una vez por todas. Había fracasado en todos sus anteriores intentos. Siempre fallaba algo o intervenía alguien que le impedía llevar a cabo su propósito. Una vez que se atiborró a barbitúricos, hipnóticos y narcóticos, todos esdrújulos, la cogieron a tiempo de un lavado de estómago. En otra ocasión se rompió la viga a la que había amarrado la soga para ahorcarse. El caso más curioso fue, tal vez, cuando quiso electrocutarse en la bañera justo en el momento en que se produjo un apagón general. Y, por desgracia para ella, tampoco consiguió llevar a cabo su intento de “singuiarse” por el Puente de Silva, pues se lo impidieron dos motoristas de la guardia civil que hacían su ronda por la zona.

-¡Joder! ¡Que no la dejan a una morir tranquila! –se dijo en voz alta, sola en su casa, maquinando una nueva manera de quitarse de en medio, cuando, de pronto, en la tele, vio pasar un tren. Ya está, se dijo. Me voy a tirar al tren. Y, sin pensarlo dos veces, con la mirada un tanto extraviada, se preparó, cogió cartera y bolso y se fue al aeropuerto. Horas más tarde se encontraba en una estación de ferrocarriles, dispuesta a lanzarse bajo el primer tren que pasara. Pero entonces, movida por un impulso, instintivamente, se dio la vuelta y miró hacia la cabina de otro tren que se había detenido enfrente, y por cuya puerta salió el maquinista, un hombre alto y robusto, con cara de bonachón, que se quedó parado mirándola.

-¿Te quieres tomar una copa conmigo? He acabado mi turno, y tengo toda la noche libre –dijo él, sin más rodeos, mientras se acercaba. A ella le temblaron las piernas. Tuvo la impresión de estar viviendo una película en la que, como por ensalmo, se vio guapa y sonriente, atraída por un hombre que se la llevó de aventura amorosa, le dijo que la quería, como si hubiera tenido un flechazo, y que le hizo olvidar las ganas de quitarse la vida. Y ya estaba a punto de dormirse, abrazada por su flamante enamorado, cuando, con una sonrisa entre irónica y pícara, pensó que su intención había sido tirarse al tren pero, por las vueltas que da la vida, y por suerte, se había tirado al maquinista.

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