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24 marzo 2014

FÚTBOL Primera división

Fiesta en el vagón número 11

  • Los jugadores del Atlético siguieron en sus tabletas el clásico mientras regresaban en el AVE desde Sevilla

  • Con la victoria del Barça se escuchó a todo trapo la cumbia y la bachata

Costa, Courtois, Miranda, Filipe, Diego y Arda Turan, anoche en el...
 

Costa, Courtois, Miranda, Filipe, Diego y Arda Turan, anoche en el tren de regreso de Sevilla. EL MUNDO

EDUARDO J. CASTELAO

Actualizado: 24/03/2014 10:27 horas

 

En el Avant que salió de la estación de Santa Justa a las 21.05 horas, en el vagón número 11, viajó anoche el Atlético de Madrid desde Sevilla. Cuentan que Simeone iba diciendo que prefería que ganara el Madrid porque -algo así- eso descartaba al Barça y -algo así también- les dejaba en un mano a mano que, vaya usted a saber porqué, le interesaba. Lo decía, seguro, con la boca muy pequeña mientras sus jugadores se juntaban en grupos de tres o cuatro alrededor de las tabletas para poder seguir el partido del Bernabéu.

A juzgar por el testimonio de quienes viajaban con ellos, la opinión del entrenador, si es que era su opinión, no era la del grupo. Los goles del Barcelona se celebraron con estruendo, mientras que alguna palabrota se escapó en los del Madrid. También hubo adjetivos gruesos cuando la conexión 3G de los aparatos se caía, algo bastante habitual en algunas zonas del trayecto ferroviario. Así, entre conexión y desconexión, fue pasando la mayor parte del viaje que dejó a los hombres de Simeone en la estación de Atocha a las 23.50 horas. En esa última hora de viaje, ya con la victoria del Barça en la mano, sonó por los altavoces de los reproductores de sonido, a todo trapo, la cumbia y la bachata.

Hubo gritos y euforia, al fin y al cabo el Atlético es líder a falta de nueve jornadas. Y al frente de todas estas algarabías Gabi, un tipo que representa como pocos la increíble transformación de este grupo de jugadores. Canterano rojiblanco, compareció en la primera plantilla en 2003, con Gregorio Manzano, y jugó apenas seis partidos.

Se marchó al Getafe, volvió para nada y se volvió a marchar, esta vez al Zaragoza. Estuvo peleando por no bajar tres años y jugó uno en Segunda División. Volvió al club, de nuevo con Manzano, pero duraron juntos cuatro meses. Y con Simeone... Pues eso, con Simeone, un jugador que había hecho carrera peleando por no bajar y luego por subir a Primera se ha convertido en el capitán del mejor Atlético en las últimas (casi) dos décadas. Además de esto, Gabi es ese tipo al que su técnico mira a los ojos antes de que empiece el partido. «Y cuando le miro ya sé si la cosa va a ir bien o mal», suele contar el entrenador, que sabe del peso del madrileño dentro del campo, y también fuera.

Un disparo suyo muy lejano terminó abriendo el partido ayer para los suyos. Peor, eso sí, que el golazo que convirtió ante el Real Madrid. Es el primero que se cree la lucha por el título, y fue el elegido por el club para dar la cara cuando se conoció que sería el Barça el rival en Champions. Ayer también le puso rostro a uno de los momentos más felices del Atlético.

Simeone, que apenas estuvo tres minutos en la sala de prensa del Benito Villamarín, dejó una frase que la noche convertiría en matemática pura. «El triunfo refleja que dependemos de nosotros para lo que sea», dijo el argentino, afanado ahora en administrar a los suyos de cara al maratón que se le avecina. El Granada el miércoles, San Mamés el sábado y luego la eliminatoria contra el Barcelona, con el Villarreal en el medio de los dos partidos. «Durísimo, pero estamos fuertes», concede Gabi. Si él lo dice...

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