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11 marzo 2014

El cormorán

Apriéteme los asientos

Malos augurios para el día en que la competencia entre trenes se haga dura

 


10.03.2014 | 02:28

Javier Morán En este ambientillo previo a la liberalización del ferrocarril español de pasajeros -es decir, la circulación de trenes privados, en competencia con Renfe-, hemos podido leer las interesantísimas declaraciones de uno de los empresarios que aspira a la correspondiente licencia del Ministerio de Fomento. Dicho empresario, que regenta una compañía de vuelos, ha realizado una comparación entre la explotación de las líneas aéreas y los ferrocarriles, con lo cual ha manifestado: "Hay que poner unas máquinas y unos vagones, que son como chicles y se estiran, según la demanda, y luego vender billetes".

Este hombre es un optimista. Y también un nostálgico, ya que apenas existen convoyes de pasajeros compuestos por una locomotora que tira de "vagones" (los cuales, propiamente, han de llamarse "coches", ya que el término vagón se reserva para las mercancías). Pero a lo que vamos es a que, tanto en Cercanías y Media Distancia, como en Larga Distancia y Alta Velocidad, lo que circulan son automotores eléctricos de composición fija y número determinado de plazas. Por ejemplo, el Alvia Talgo que une Asturias con Madrid es un paquete completo de 11 coches y dos cabezas motrices, antes llamadas locomotoras. Y por muchas vueltas que se le dé, es imposible engancharles nada a cada lado, salvo otro tren entero, con lo cual los convoyes circulan en doble composición, por ejemplo, en fechas de enorme demanda. Por tanto, hay aproximadamente 300 plazas -o 600, en doble composición- para colocar a la gente, por lo que no cabe amontonar a la clientela más allá de esas cifras. Y hablando de amontonar, hay que dejar buena constancia de que la principal baza del tren veloz sobre el avión sigue siendo el espacio y la comodidad de sus butacas, ya que las aeronaves están llegando a verdaderos límites en la compresión -y comprensión- de los viajeros. Y no queremos hacer malos augurios, pero el día que la competencia entre trenes se haga dura -si cabe-, las empresas que lleguen a comprar trenes -si llegan-, le dirán al fabricante: "Apriéteme bien los asientos, que tienen que entrar 50 más".

 

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