Gráfico. El viaje en tren en Asturias es un 21% más caro que en el resto de España

Renfe tiene un 37% menos de viajeros que antes de la crisis y Feve pierde la mitad. En otras comunidades ya hay más pasaje que en 2008 RAMÓN MUÑIZ GIJÓN. Domingo, 5 mayo 2019, 05:14

9 mayo 2019 | Asturias

La crisis económica tapó muchas cosas y una fueron las cercanías asturianas. Cuando estalló en 2008 fue destruyendo contratos y evaporando renta en el bolsillo de los ciudadanos. Los españoles, en consecuencia, minimizaron sus viajes. Los trenes se vaciaron primero, y luego sintieron ese desamparo los autobuses. Ocurrió en todas partes y eso enmascaró los problemas de la red ferroviaria regional. El año pasado sin embargo la estadística los dejó sin coartada.

Por primera vez desde la gran recesión crece en Asturias el uso de todos los autobuses, aumentando el pasaje de los que conectan distintas ciudades un 0,9% y el de los urbanos un 5,2%. ALSA y el resto de compañías se enganchan así a la tónica del resto del país, que muestra progresos del 2 y el 3% respectivamente. Renfe también cerró 2018 en positivo a nivel nacional; los cercanías de todo el país captaron un 4,5% más de pasajeros, y ya dejan lejos la crisis, pues despachan incluso un 6% más de billetes que hace una década. Ese clima de recuperación provoca ahora que el borrón que supone el ferrocarril asturiano destaque más.

Porque aquí el retroceso se prolonga y atañe tanto al ancho métrico (Feve) como al convencional (el tradicional de Renfe). El primero atrajo un 11,6% menos de usuarios en 2018. El segundo, un 4,9%. Si se compara con el origen del declive, el ancho métrico mueve hoy casi a la mitad de viajeros que en 2008 y el convencional echa en falta al 37% de aquella clientela. Solo en Cantabria los trenes de Renfe han dado un paso atrás tan acusado.

El asturiano viaja más pero le da la espalda al ferrocarril de proximidad. Es la prueba de que en su gestión se han acumulado una cadena de errores, entre los que se cuentan la falta de mantenimiento, averías, supresiones frecuentes, pero también un precio poco competitivo.

Gijón-Oviedo es el principal corredor. En 2008 el sencillo de Renfe se despachaba a 2,6 euros, lo que suponía 54 céntimos más de lo exigido por ALSA. Hoy decantarse por el cercanías es 90 céntimos más caro que el bus interurbano. El diferencial ha crecido por tanto un 66% en perjuicio del adepto al ferrocarril. Ir y volver en el día ya consume 6,8 euros a quienes se mantienen en él.

La política tarifaria de la compañía se decide en Madrid. Es resultado de cruzar el mapa de zonas hecho por la compañía y las tarifas que va actualizando el Ministerio de Hacienda. La combinación está resultando lesiva para los principales trayectos de la región. La zonificación provoca que ir de Gijón a Oviedo suponga pasar cuatro zonas, y en la región eso se cobra a 3,4 euros. Es más que en Málaga (2,7 euros), Madrid y Bilbao (2,6) y San Sebastián (3,35).

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Esto en lo tocante a billetes sencillos. La compañía oferta luego el bonotren, el abono mensual (limitado o ilimitado), el bono de 10 viajes del Consorcio de Transportes y el mensual de la misma entidad, una panoplia cada una con sus precios y condiciones. Al final la compañía recaudó aquí 1,43 euros por viajero de cercanías, lo que supone un 21,3% más que el promedio nacional. Casi medio euro más se paga ahora que en 2008. El pasajero de Feve por su parte entrega 1,42 euros, lo que supone una tarifa promedio un 9,11% más cara que en el resto del país.

Se paga más aquí y eso a pesar del esfuerzo que hace el Principado por contener los precios. En las cuentas de Renfe de 2017 reconoce que el consorcio le cedió 3,6 millones para financiar sus abonos. Con todo, cabe recordar que cercanías es un servicio deficitario. El último cálculo del Tribunal de Cuentas, sobre las finanzas de 2012, estimaba que por cada euro que pone el viajero asturiano el Ministerio de Fomento tiene que aportar 2,43 para cubrir los gastos.

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