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30 enero 2018

SANTIAGO

Tren del mañana, párking de anteayer

El aparcamiento de la estación de ferrocarril de Santiago ofrece un servicio pésimo, con una única máquina para pagar y un sistema que confunde a los usuarios

. XOAN A. SOLER

xurxo melchor
santiago / la voz 30/01/2018 16:38 h
 

A la estación de ferrocarril de Santiago ya llegan locomotoras de alta velocidad y todo es de color de rosa cuando se habla de su futuro, con la intermodal a la puerta de la esquina y la conexión por AVE con Madrid en los próximos años. Pero el tren del mañana descarrila en el exterior de la terminal, donde el usuario se retrotrae al anteayer del pasado con un párking que ofrece un servicio pésimo y en el que es frecuente que la confusión de los usuarios acabe en caos.

El costado más débil de las instalaciones del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) en Compostela está en el único punto en el que es posible abonar el estacionamiento. Solo existe una máquina en todo el recinto, que tras las obras acometidas en el vestíbulo ha dejado de estar cerca de la terminal y a cubierto y se ha mudado a un emplazamiento expuesto a las frecuentes inclemencias climatológicas y que obliga al usuario a una pequeña yincana sorteando vehículos y atravesando la calzada por un paso de cebra medio borrado.

Una vez en la máquina, y ya expuestos a la lluvia, el viento y el frío, el usuario suele encontrarse con una fila en la que abundan las personas con más dudas que certezas. Y es que el sistema de pago es de esos que lee un código de barras del tique, se abona la cantidad demandada y ese mismo boleto queda automáticamente habilitado para salir. Como no hay ningún cartel informando debidamente del modo de realizar la operación y la atención de la única persona que está en la caseta anexa es más bien laxa, el caos es cotidiano.

La papeleta la salvan usuarios más avezados o que han aprendido a base de ensayos y errores de otras ocasiones. Son ellos los que explican el sistema a los que no saben si han llegado a pagar o no y evitan así que la cola se haga eterna y la mojadura pase del calabobos al empape total.

Más complicado es manejarse si se es uno de esos conductores que ha entrado en el párking solo para llevar o recoger a unos viajeros y que su estancia en el recinto se va a reducir a unos minutos. Para estos casos, el ADIF ofrece como cortesía quince minutos gratis. Eso sí, la medida no es que esté muy publicitada y, nuevamente, es fruto de confusión entre los usuarios.

 

Estas carencias del aparcamiento de la estación de tren compostelana, impropio de una ciudad de tanto interés turístico y que es capital de Galicia, se hacen aún más patentes en esos momentos de máxima presencia de viajeros.

Un caso real

Un reciente caso real explica a las claras a qué se exponen los usuarios. Llega un tren Alvia de Madrid y la terminal es un hervidero de coches. La larga cola en la máquina para pagar el tique ablanda el corazón de la única persona que da información y se digna a salir, mojarse un poco -ese día llueve- e informar al personal para intentar aligerar la espera. En ese momento explica que si no han pasado quince minutos se puede salir directamente. Dos confiados usuarios se prestan a seguir sus órdenes, pero tienen que esperar tanto en la cola para salir a la avenida de Lugo que se les pasa el tiempo y se quedan atascados ante la barrera cuando intentan validar el boleto.

 

El monumental caos obliga a venir corriendo a otro empleado, que intenta como puede dirigir el tráfico para permitir a los dos vehículos salir, dar media vuelta y pagar el estacionamiento que debió ser gratis para ellos. La baja calidad del servicio debería hacer reflexionar al ADIF. No solo las locomotoras y los vagones tienen que ser modernos. También el aparcamiento, que del siglo XXI tan solo tiene, eso sí, el precio.

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