El sindicato de maquinistas (Semaf) ha trasladado a la cúpula de Renfe su preocupación por los crecientes actos vandálicos contra trenes por grupos de grafiteros, que incluso detienen convoyes en marcha por el método del palancazo, consistente en activar el freno de emergencia desde los vagones, una acción que entraña riesgo para los viajeros, pues la parada se efectúa con cierta brusquedad. Cuando el tren se para en el punto convenido, grupos bastante numerosos y bien organizados se disponen a pintarlo en tiempo récord. De ahí que los maquinistas, entre otras propuestas, planteen a la empresa que los aparatos de alarma de los vagones «no paren los trenes, sino que pongan en comunicación al viajero con el maquinista», para que él tome la decisión respecto al punto donde se va a detener el tren, aseguran en una circular.

Estas prácticas son cada vez más comunes en Madrid y Barcelona. En Galicia, hay antecedentes de trenes estacionados pintados. Pero a principios de mes se produjo un salto cualitativo que, sin llegar al palancazo, tuvo como objetivo un tren en ruta, aunque estacionado en la estación de Moeche. El grupo estaba formado por entre 15 y 20 personas y llegaron a obstaculizar la vía con distintos objetos.

En la circular del sindicato de maquinistas se pide a Renfe -que afronta amplios costes por estos actos vandálicos- que «deje de mirar a otro lado» y, además del asunto del freno en los vagones, se reclaman otras medidas urgentes, como que las puertas de los vagones «no se puedan abrir en marcha». Una vez realizadas estas modificaciones exigen que se elabore un protocolo de actuación para este tipo de casos e implicar en esta labor a la policía y, especialmente, a las empresas de seguridad que trabajan para Renfe.

Buscan huellas en los guantes y las latas de espray con las que pintaron un tren en Moeche

C. López

La Guardia Civil está investigando la identidad del grupo de encapuchados que el pasado 30 de diciembre asaltaron un tren de la antigua Feve en Moeche para realizar pintadas en un lateral. Las pruebas con las que cuentan por ahora consisten en guantes y botes de espray que fueron localizados a unos 300 metros del lugar del incidente, si bien el hallazgo se produjo en una zona que estaba embarrada a causa de la lluvia, por lo que es probable que las huellas se hayan borrado. Los investigadores confían más en el resultado del análisis de las imágenes recogidas por las cámaras del convoy.