Mucho se habla estos días del Corredor Mediterráneo y no tengo dudas de sus beneficios para la economía valenciana. Sin embargo, son escasas las reflexiones sobre el abandono de las conexiones ferroviarias entre las tres provincias valencianas, unas comunicaciones que deben de calificarse de lamentables y de espaldas a la realidad económica y social de esta región.

Naturalmente que necesitamos que existan mejores comunicaciones para las mercancías y los bienes de nuestras empresas, pero creo que debemos de dar prioridad a las personas porque son el motor de la economía y de nuestra sociedad, en lugar de maltratarlas a base de una red de trenes infame, decimonónica y de espaldas a la realidad de nuestra Comunidad, aumentando nuestro aislamiento y dificultando una moderna comunicación.

Las frecuencias de trenes desde Alicante a Valencia o Castellón son tan lamentables que hay muchos más aviones diarios desde Alicante a algunas capitales europeas que trenes entre las capitales valencianas. Y para colmo, el último tren hacia Valencia sale a las siete y media de la tarde, como si después ya se acabara el día, mientras que volver desde Valencia hacia Alicante no es posible más allá de las nueve de la noche, algo completamente trasnochado.

Y por si fuera poco, los retrasos, las averías y el mal servicio se han convertido en moneda corriente, de forma que uno sabe cuando sale el tren pero nunca cuando llega. Sin ir más lejos, el pasado jueves venía en un Euromed desde Castellón hasta Alicante y al llegar a Elda se averió el cambio de agujas, estando parados sin saber bien lo que ocurría. Después nos explicaron que como el tren discurre por una vía única que comparten los trenes que van y vienen, teníamos que regresar a Elda para esperar allí, de manera que llegamos a Alicante con más de una hora de retraso en un trayecto de por sí inexplicablemente largo que ya acumulaba retraso. ¿Será que Renfe quiere promocionar el Bla-Bla-Car?

@carlosgomezgil