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20 diciembre 2016

Viajeros y empleados coinciden: "Feve da un servicio lamentable"

El servicio cubre dos líneas de cercanías, Santander-Cabezón de la Sal y Santander-Liérganes, y, parcialmente, otras tres de media distancia, Santander-Oviedo, Santander-Bilbao y León-BilbaoEl servicio cubre dos líneas de cercanías, Santander-Cabezón de la Sal y Santander-Liérganes, y, parcialmente, otras tres de media distancia, Santander-Oviedo, Santander-Bilbao y León-Bilbao / Roberto Ruiz

  • Esta modalidad de cercanías es, de largo, la más utilizada de toda la cornisa cantábrica, por delante de Asturias y Vizcaya

    Trenes anticuados, vías deterioradas, materiales caducos, estaciones descuidadas, apeaderos indecentes, averías constantes, servicios interrumpidos, horarios alterados, plantillas exiguas y viajeros lo suficientemente crispados como para tomarse en serio la posibilidad, ya no descabellada, de cambiar de medio de transporte antes que tener que cambiar de trabajo o tener que cambiar de casa. Los graves síntomas que presenta, y el ineficaz tratamiento que se le viene aplicando, están convirtiendo al servicio de Cercanías de Renfe Feve, 'la Feve' de toda la vida, en un enfermo terminal.

    LOS DATOS

    3,2

     

    millones de viajeros utilizaron durante el año pasado el servicio de Cercanías de Renfe Feve en Cantabria.

    26

     

    trenes integran el parque de material motor adscrito a Cantabria; 8 son trenes diésel y el resto, otros 18, trenes eléctricos.

    157,7

     

    kilómetros conforman la red de ancho métrico en Cantabria: 72,41 de cercanías, 82,44 de media distancia y 2,7 de mercancías.

    600

     

    usuarios, aproximadamente, exigen mejoras en el servicio organizados en dos colectivos nacidos al efecto.

    Al menos eso piensan sus empleados, que admiten que las condiciones del servicio son «lamentables», y al menos eso piensan sus clientes, que creen que el servicio en sí mismo sobrepasa ya lo «vergonzoso». Lo que piensa de esto la empresa... Eso ya es más complicado de saber, porque ante la avalancha de críticas que viene recibiendo ha preferido refugiarse en el silencio.

    Bajo el paraguas financiero de la Administración General del Estado, el servicio de transporte ferroviario Cercanías de Renfe Feve en Cantabriadesplaza a 3,2 millones de viajeros al año. Es, de largo, el más utilizado de toda la cornisa cantábrica, por delante de Asturias (2,3) y Vizcaya (1,1), donde tampoco esta prestación atraviesa precisamente por su mejor momento.

    Para atender a esta demanda, Renfe cuenta con ocho trenes diésel de las series 2.400 y 2.700 y 18 trenes eléctricos de las series 3.600 y 3.800, vehículos que fueron construidos entre los años 1984 y 2012 y que circulan por las vías, dice la empresa, «en un buen estado de funcionamiento». Con ellos recorre dos líneas de cercanías (Santander-Cabezón de la Sal y Santander Liérganes) y, parcialmente, tres de media distancia (Santander-Oviedo, Santander-Bilbao y León-Bilbao) entre las que se reparten un total de 57 estaciones de viajeros.

    Este es, enumera la compañía, el parque de material motor que tiene actualmente adscrito el núcleo de Renfe Feve en Cantabria, pero no es, parece, el que realmente tiene a su alcance.

    «No invierten en nada. Y en nada es en nada. Ni en trenes ni en maquinistas ni en vías»

    «Si se produce un bache, no se arregla; se reducela velocidad del tren al paso por ese punto»

    «Que falta un alternador en una unidad... pues te dicen que se lo quites a otra y ya está»

    «Hay adscritos ocho diésel, sí», dice el presidente del comité de empresa de Renfe, Manuel Cortines. «Pero, en realidad, solo trabajamos con cuatro porque los otros cuatro se los han ido llevando a Asturias», rectifica el operario, que recuerda que algunas de estas unidades tienen ya más de treinta años y, luego, llama la atención sobre el estado en el que se encuentra el material. «Lo están canibalizando», asegura. Y se explica. «Por ejemplo: que falta un alternador en una unidad... pues te dicen que se lo quites a otra y ya está. A funcionar».

    A Cortines, que admite abiertamente que la falta de mantenimiento del parque móvil «es alarmante», no le sorprenden las incidencias -más numerosas cada vez- que se vienen produciendo en el servicio. «No, no me sorprenden en absoluto porque, en parte, esas incidencias, las anulaciones, los retrasos, los transbordos de un tren a otro..., son una consecuencia de las averías provocadas por el estado obsoleto del material».

    Sin medios humanos

    Y de la falta de medios humanos. «Trabajamos al límite de nuestras posibilidades», dice el sindicalista, que cree que, así, es imposible prestar al usuario un servicio de calidad. No solo no hay trenes suficientes. «Es que tampoco hay mecánicos suficientes ni conductores suficientes ni interventores suficientes», se queja Cortines, que advierte de los daños económicos que está produciendo a las arcas de la compañía la carencia de esta última figura. La del interventor.

    «Muchos usuarios están aprovechando que en los trenes no hay interventores para viajar por la cara», confiesa el portavoz sindicalista, que aunque primero duda porque no quiere darle pistas al tramposo, luego se decide y explica el procedimiento de fraude porque quiere subrayar, por encima de lo anterior, el perjuicio que está provocando a la empresa ferroviaria la falta de personal que denuncia.

    «Si usted quiere realizar en tren el trayecto Torrelavega-Santander sin pagar el precio íntegro del billete, basta con que en lugar de subirse en la estación de Torrelavega -que está controlada con tornos- se suba en la estación de Barreda -que no dispone de este medio- y cuando llegue a la de Santander compre en el dispensador un billete como si hubiera cogido el tren en la parada anterior más próxima. Como en el tren no hay revisores, y nadie va a saber dónde se subió, saldrá por la puerta sin problema», descubre Cortines, que estima que el índice de fraude es «de un 50%»porque esta es una triquiñuela que cada día «hace más gente».

    Asegura el portavoz sindical que ante la antigüedad de los vehículos, la obsolescencia de los materiales, la escasez del personal y las consecuencias derivadas de todo esto -un servicio ciertamente deficiente- Renfe se encoge de hombros «y nos remite a la Ley de Estabilidad Presupuestaria». En definitiva, «nos dice que no hay un duro para hacer inversiones».

    Los sindicatos añoran «un modelo ferroviario claro para Cantabria» que evite un mayor deterioro del servicio

    Y debe ser verdad, porque en el parque inversor que el Gobierno ha destinado a Renfe Feve en Cantabria a lo largo de los últimos años aparecen obras relacionadas con la mejora de estaciones y apeaderos -principalmente de accesibilidad- y con la adaptación de la nueva imagen corporativa de la compañía, pero ni una sola que tenga que ver con la adquisición de nuevo material y muy pocas con la incorporación de nuevo personal.

    Baches en las vías

    Si el paisaje desde el tren es desolador, a ras del suelo, territorio de Adif, la encargada del mantenimiento y la renovación de las vías del tren, las vistas son si cabe más descorazonadoras todavía.

    La red de ancho métrico de Cantabria, por donde transitan los trenes de Cercanías de Renfe Feve, se extiende por 157,5 kilómetros que se distribuyen en tres líneas -cercanías (72,41), media distancia (82,44) y ramal de mercancías (2,7)- y cuenta con 159 pasos a nivel, 63 de ellos automatizados.

    «La falta de inversiones», explica el presidente del comité de empresa de Adif, Iván Gómez, ha provocado con el paso de los años «un evidente deterioro de la vía» que, a su vez, ha repercutido gravemente en el servicio.

    «Cuando en un tramo de vía se produce un bache, si no se arregla, ese bache crece, va a más, y termina convirtiéndose en un serio riesgo para la circulación de los trenes» que solo se evita de dos maneras, «o reparándolo o reduciendo la velocidad del tren al paso por ese punto para evitar un descarrilamiento», que es, por lo que cuenta Gómez, la solución que Adif viene dando a este problema.

    Esto explica, claro, el hecho de que un tren tarde hoy más tiempo que el que empleaba hace 20 años para efectuar el mismo recorrido. «Antes, en el Talgo, ibas a Valladolid en tres horas. Ahora, en el Alvia, y a pesar de todas las inversiones que se han efectuado en el trazado en los últimos años, sigues tardando tres horas».

    El sindicalista, que echa de menos «un modelo ferroviario claro que evite que en Cantabria tengamos que seguir a golpe de parche», critica además la falta de repuestos -«si se produce una avería tienes que pedir la pieza y esperar a que llegue, con el consiguiente perjuicio que supone para el servicio»- y, sobre todo, de personal, a su juicio «insuficiente».

    Tan insuficiente, piensa Gómez, como la batería de obras que Adif ha acometido en los últimos años en el escenario ferroviario regional y que se concentran principalmente en el refuerzo y tratamiento de 16 trincheras de la red por valor de 3 millones de euros, o va a acometer próximamente para la renovación de la vía Orejo-Liérganes por valor de otros seis.

    Usuarios decepcionados

    El manifiesto deterioro del servicio, al que los trabajadores se refieren en términos tan contundentes y al que la compañía prefiere no referirse, ha generado un auténtico batallón de usuarios decepcionados que, hartos de pagar las consecuencias, han llegado incluso a organizarse a través de sendas asociaciones cuyos portavoces, Asunción Gómez y Cristian Suárez, han pedido por activa, por pasiva y por perifrástica que el servicio por el que pagan sea «el servicio adecuado».

    «No están invirtiendo en nada. Y en nada es en nada. Ni en trenes ni en maquinistas ni en interventores ni en vías... En nada», protesta Gómez, reflejo fiel de la indignación de los viajeros habituales que, añade Suárez, ya han transmitido a las autoridades en varias ocasiones sin obtener el resultado deseable. «Muchas palabras, pero pocos hechos», resume)

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