El día después del incidente del tranvía en Gran Vía que dejó tirados a miles de usuarios y que provocó tal enfado que acabaron cortando el tráfico, desembocó en la lógica reacción en cadena en el Ayuntamiento de Zaragoza, del Gobierno municipal y de toda la oposición, lamentando el "insuficiente" dispositivo alternativo que ofrece el protocolo del tranvía para casos de este tipo. Solo seis autobuses, dos de ellos articulados, durante más de tres horas debían atender a miles de pasajeros que esperaron en la acera para poder moverse entre la plaza España y la parada de Romareda. Es a lo que obligaba un plan de contingencia que urgieron revisar.

La responsable de Movilidad, Teresa Artigas, aseguró que se analizará si hay que revisar este protocolo. Y, en la misma línea, se pronunciaron el PSOE y CHA, para quienes este incidente no debería usarse para demonizar este medio de transporte. Para la socialista Lola Ranera, "igual se debería aumentar el número de autobuses porque se quedaron escasos" pero, "para los detractores del tranvía", esto evidencia la cobertura que presta este transporte de alta capacidad en el que, además, se han reducido el número de incidentes un 22%".

Para la nacionalista Leticia Crespo, lo que ha pasado, comparado con lo que ocurría en los primeros meses de la puesta en marcha de la línea, es "algo puntual" y demuestra que "los viajeros que el tranvía mueve necesitaría de muchos autobuses para hacer lo mismo", por lo que es "un complemento perfecto. Aunque también admitió que "no se atendió a los usuarios con la rapidez necesaria y habría que reforzar este protocolo para los incidentes que se dan en hora punta". Y subrayó que "menos mal que no había huelga del bus".

Nada que ver con la lectura del portavoz del PP, Jorge Azcón, para quien evidencia que tranvía y autobús "no han actuado como vasos comunicantes" y que la implantación de la línea Valdespartera-Parque Goya solo ha ido en detrimento del autobús, para acabar estando un 11% por debajo de sus expectativas de pasajeros y, además, "tirar un millón de euros a la basura" con el estudio de una segunda línea. Reclamó un "debate técnico" sobre la movilidad y, de paso, recordó su apuesta por el tranbús.

Para Sara Fernández, de Ciudadanos, "la solución adoptada no fue satisfactoria" porque no hubo "la flexibilidad y agilidad necesarias". Pero a su juicio, "no se rediseñó de manera adecuada la línea de autobuses cuando se puso en marcha el tranvía" y coincide en revisar la ordenación de las rutas.