EL CRISOL DE CIUDAD REAL
6 octubre 2015
Crónica de un viaje en tren cancelado por la huelga
Lo que en principio iba a ser un viaje en tren normal y corriente, acabó convertido en toda una aventura. Es cierto que no tiene ningún cariz épico, pues no había más riesgo que poder cancelar un viaje Cuenca-Ciudad Real para pasar el fin de semana en casa. Sin embargo, para otras personas con responsabilidades más importantes, perder un tren puede ser toda una desgracia, ya sea personal o profesional, por llegar demasiado tarde al lugar necesario en la hora precisa.
Esta historia empieza al llegar a la estación Fernando Zóbel de Cuenca, bajando del interurbano que traslada a los pasajeros desde la capital conquense a la estación de trenes de alta velocidad que está perdida en medio de la nada. Estaba hablando con un buen amigo que se dirigía a Albacete y con el que me encontré dentro del autobús. Su tren salía antes que el mío y, cuando le llegó su hora de partir, nos despedimos después de haber tenido una conversación muy interesante.
Como un viernes más, esperaba a que llegaran las 18.16 para coger el AVE Valencia-Andalucía. Ese día me había traído una cámara de fotos que nos prestan en la Facultad para que aprendamos a usarla. Durante la espera, salí a los exteriores a fotografiar el paisaje y, cuando faltaban diez minutos para que llegara mi tren, decidí entrar de nuevo en la estación, encontrándome entonces con una inquietante sorpresa.
Cuando alcé la mirada hacia el panel de los trenes que entran y salen de la estación, el mío, con destino Málaga y número de identificación 03974, señalaba con las letras luminosas la palabra Cancelado.
Inmediatamente me dirigí a la zona de atención al cliente, donde ya habían llegado, al menos, entre 10 y 15 personas que iban a coger ese mismo tren. La funcionaria de la estación estaba abrumada por las quejas que, uno a uno, le planteaban los viajeros consternados al enterarse de que su tren no salía. Ella hacía lo que podía y su comportamiento fue lo más correcto y profesional posible a pesar de las consecuencias de una huelga como esta.
A base de mucho insistir y esperar juntos, los cerca de 10 pasajeros lograron que Renfe les derivara a otro tren con destino Madrid para que, una vez llegados a la capital de España, les derivaran en otros trenes que llegaran a los destinos de cada uno de los pasajeros afectados por ese tren cancelado. Por supuesto, sin coste alguno, más allá de la pérdida de tiempo ocasionada (y los perjuicios personales o laborales que pudiera ocasionar).
Sobre esos perjuicios hablé con una de las pasajeras afectadas también por ese tren cancelado. Esa mujer se llama Guillermina, y aquel 2 de octubre de 2015 tenía que estar a las nueve de la noche en Puertollano para acudir a una reunión de trabajo que ella misma dirigía.
“Tenía una reunión de trabajo en Puertollano a las nueve de la noche y cuando he llegado a Cuenca nos hemos enterado de que el tren estaba cancelado”, me comentaba Guillermina, algo más relajada mientras esperábamos el tren alternativo que Renfe había tenido a bien disponer en la vía 2 de la estación de Fernado Zóbel.
“Supuestamente es una huelga que hay pero no nos han avisado -se quejaba Guillermina- y, al parecer, somos los únicos a los que no han avisado. Pero después de estar reclamando y peleando un rato hemos conseguido que nos paren un tren que va a Madrid y que nos dispongan otro que nos lleve a nuestro destino”.
A Guillermina sólo le quedaba esperar que el trance por la estación de Atocha sea lo más breve posible para poder llegar lo más pronto posible a Puertollano: “Espero que mi jefe sea comprensivo y que vea que no ha sido culpa mía, pero me temo que pueda ocasionarme males mayores”.
Lo que había trastocado el viaje de estos pasajeros fue la huelga que los sindicatos ferroviarios habían convocado y mantienen para varioas viernes de este mes de octubre.Paola, otra de esas diez pasajeras afectadas por el tren cancelado por la huelga, me contó que, en una situación como aquella, “lo primero sería reubicar, ya que tienen todos tus datos cuando te piden el billete”. “No se puede consentir, al llegar a la estación, que te encuentres con que tu tren no sale”, se quejaba.
Por otro lado, también valoró que “los funcionarios han hecho su trabajo de forma correcta. “Ellos no tienen la culpa” de lo sucedido, aunque también pensaba que, si en lugar de haber sido diez personas hubieran sido menos, tal vez no les habrían reubicado: “Quiero creer que nos hubieran reubicado, pero lo dudo”.
Una hora después, llegados a la Estación de Atocha, unos trabajadores de Renfe esperaban a los pasajeros reubicados con carteles que anunciaban sus diferentes enlaces que llevaban a Ciudad Real, Sevilla, Málaga, etc. Siguiendo sus instrucciones, los diez pasajeros, que ahora se multiplicaron por decenas, se dirigían al Centro de Atención al Cliente entre la incertidumbre por cómo sería ese trance por Madrid, la confusión por no saber a dónde ni a quién dirigirnos exactamente y la tensión que producía la idea de perder ese tren sustituto.
Finalmente, los pasajeros pudieron reubicarse en diferentes trenes. Aunque en mi caso, estuve a punto de perder el tren con destino Puertollano que me asignaron porque me aventuré a ver si estaba pasando gente en la puerta de embarque,cansado de esperar en Atención al Cliente una solución que parecía no llegar. Para mi desesperación, cuando volví a Atención al Cliente, mis compañeros con destino a La Mancha (Ciudad Real-Puertollano) ya se habían ido y mientras buscaba en la puerta de embarque de la planta de arriba escuchaba cómo decían por megafonía que el tren con destino Puertollano estaba a punto de efectuar su salida…
Menos mal que la mayoría de los trenes con destino Madrid-Andalucía tienen que pasar por Ciudad Real como primera parada, por lo que me reubicaron sin problema en otro tren con destino Málaga y que me dejaría en Ciudad Real a las 21.20.
Durante ese viaje, con la tranquilidad de volver a casa, estuve charlando con Lucía y María, dos amigas que volvían a Málaga después de haber estado de viaje en Valencia. Su tren (Valencia-Málaga), también había sido cancelado, pero Lucía le quitaba hierro a lo sucedido ya que valora que “el ferrocarril ha cambiado muchísimo”, puesto que “antes se estropeaba un tren y nos quedábamos por ahí en cualquier sitio esperando a que lo reparasen o lo cambiasen. Los que no lo han vivido no lo saben, pero yo ahora me siento bien con el AVE, que la atención es distinta”.
Llegan, por fin, las 21.20. Me despido de Lucía y María, que continúan su viaje a Málaga mientras yo me quedo en Casa. Se abre la puerta del tren y piso el andén. Ahí acaba un viaje distinto que lejos de indignarme, me hace tomar conciencia de que algo sucede dentro de Renfe y que, como todas las cosas que nos afectan a todos, no se puede tomar a la ligera.
Escribo estas líneas después de descansar, pasar el fin de semana con la familia y volver a Cuenca el domingo para seguir estudiando periodismo. Ahora es momento de hilar fino y contraponer datos y argumentos para comprender qué sucede dentro de este servicio público esencial. Desde luego, no es un debate que se deba tomar a la ligera, por ello requiere comprensión, tanquilidad y análisis. ¿Te imaginas lo que sucedería si, de repente, todos los trenes de España decidieran no circular mañana?