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26 agosto 2015

la columna del lector

Pocos trenes peores que los asturianos

23.08.2015 | 01:26

José Luis Peira García. Oviedo Mis últimos viajes en tren: Munich-Passau, 200 kilómetros, dos horas; Oviedo-Llanes, 105 kilómetros, tres horas.

Debería bastar con esa introducción para inocular el mensaje que pretendo. Pero no me resisto al desahogo de profundizar en la comparativa. Más allá de retrasos y traqueteos, mi irritación nace de comprobar que aunque la mona se vista de nuevas siglas mona se queda, babuina, para más señas, si la comparamos con la inteligencia aplicada al ejemplo citado o, más cercano, a las cercanías de Madrid desde hace veintitantos años.

Los supuestos nuevos dirigentes del invento apenas han aportado algo más que las pegatinas corporativas. Supongo que, impregnados del virus neocom, buscarán la competitividad y el cierre de cuentas de las líneas a su custodia no con planes estratégicos sino actuando con imaginación contra los salarios y la conservación en general de instalaciones y equipos.

La verdad, me debato en la duda de si quienes estuvieron y están al mando son inútiles y vagos o es que albergan aviesas intenciones de exterminar el ferrocarril en beneficio de intereses particulares, lo cual además sería delito.

He vivido diez años en una población intermedia de la línea citada, basta subir a sus coches para constatar que la pésima gestión de la red expulsó a la clase trabajadora y la población estudiantil hace tiempo. La mayoría de los horarios muestra convoyes vacíos, en los pocos asientos ocupados apenas se ven ancianos sin prisa que van al HUCA a hacerse una prueba médica. Todas las unidades, sin excepción, se detienen en todas las paradas y apeaderos de cada línea ralentizando hasta extremos sólo comparables al subcontinente indio, ajenos de los tiempos que corren. Así es.

Atractores turísticos como el citado arriba no pueden permitirse cuatro servicios diarios de duración interminable y en ocasiones impredecible. ¿No han oído hablar estos señores de los servicios exprés? Quizás mi desconocimiento técnico me impide comprender por qué no se prueban cambios por ver si se le resucita el pulso al moribundo. Soy usuario empedernido del transporte público, pero he visto pocas cosas peores que lo de la "renfefeve" asturiana. Sospecho que a la nueva ejecutiva le importa poco o nada, es decir, lo mismo que a la anterior, si el tejido provincial definitivamente se cierra y sobre sus explanaciones hacemos vías verdes para cicloturistas, iría mejor, advierto, como modelo de negocio, siempre que los gestores no sean de la misma categoría que éstos a quienes es posible que no les quite el sueño la liquidación de la vía, basta con estampar el sello que diga "inviable" y ni siquiera su currículo tendrá mácula.

Sé que no van a hacer nada, como mucho una respuesta corporativa de esta misma carta, puede que ni eso. Desde el cambio de siglas y pegatinas nada más ha variado. Los vagones languidecen entre bostezos de jubilatas que van y vienen con los resultados de sus contrastes mientras decenas de miles de estudiantes, trabajadores y turistas se buscan la vida ajenos a unos trenes de los que ya no hablan ni las guías de viaje.