Soraya se subió al Alvia en Palencia con 25 minutos de retraso.Una anécdota en comparación con las más de 4 horas que ella y el resto del pasaje pasaron encerrados en los vagones del Alvia 00625 -que cubre la ruta A Coruña-Barcelona- por una avería, a la altura de Castil de Peones. El pasaje aguantó como pudo, la mayor parte del tiempo sin luz ni aire acondicionado, y sin poder apearse a estirar las piernas por el desnivel que presentaba el terreno a ambos lados de las vías. Pasadas las 20 horas, llegó otro convoy para recoger a los usuarios allí varados, maniobra que se realizó de uno en uno y a través de una «plataforma muy endeble», según comentaba uno de los afectados.

Guardias civiles y personal de seguridad de Renfe permanecieron en la zona hasta que finalizó el traslado. El 112 envió también un equipo de facultativos para asistir a una mujer que, entre el calor y la angustia de la espera, se sintió indispuesta.

Soraya tenía que haber llegado  a las 21 horas a Barcelona, según  le informaron cuando compró, por algo más de 70 euros, su billete. Pero para entonces aún estaba camino de Miranda de Ebro, en un tren que salvo las vías poco tenía que ver en común con el Alvia. «Es del año catapún», afirmaba por teléfono.Pese a todo, cuando arrancó estallaron en aplausos.

Rubén se subió en la estación de Miranda de Ebro después de estar esperando casi 5 horas en el andén. «Los paneles informaban inicialmente de un retraso de 13 minutos, transcurrido ese tiempo han seguido reflejando la misma hora estimada», explicaba. El tren se dividió en dos composiciones y una parte del pasaje con destino a Barcelona fue recogida primero, mientras que los de los vagones traseros tuvieron que esperar al regional. De ahí salieron hacia Zaragoza «con gente de pie, por el suelo tirados, sin espacio apenas...», se quejaba. 

El Alvia, completamente lleno, se detuvo por un fallo mecánico y fue necesario esperar a la llegada de otro convoy para trasvasar a los pasajeros de uno en uno a través de una pasarela