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30 junio 2014

El ocaso del ferrocarril en la comarca de Avilés

Un tren de cercanías de Renfe-Feve circula por Trasona en dirección a Avilés.Un tren de cercanías de Renfe-Feve circula por Trasona en dirección a Avilés. / MARIETA

  • JESÚS GONZÁLEZ

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  • AVILÉS
  • Trabajadores y usuarios coinciden en que los cierres de estaciones son un episodio más del progresivo deterioro del servicio ferroviario

    La crisis no tiene la culpa de todo. Al menos, no en el progresivo declive que está conociendo el ferrocarril como medio de transporte en Asturias, y más concretamente en la comarca. «Hay una película muy buena que cuando la veo se me ponen los pelos de punta», cuenta Andrés Nicieza, factor de circulación de Renfe-Feve en la estación de Candás, que en unos meses echará el cierre por aquello del ahorro de costes. «Cuenta el proceso que se siguió en el Reino Unido con los ferrocarriles para su privatización...», prosigue acerca del film que aborda un proceso que los trabajadores de las compañías ferroviarias ya vislumbran desde hace años. Inversiones erráticas, recortes de personal y desprecio al cliente, son ingredientes del panorama de unos servicios que fueron fundamentales para el desarrollo de la comarca desde la Revolución Industrial. Ahora, el ferrocarril, languidece, «cuando podría ser el mejor medio de transporte, y rentable».

    El ferrocarril es considerado un medio de transporte limpio, fiable, seguro, rápido y económico. Sin embargo, los servicios de cercanías no han dejado de perder viajeros en los últimos años en Asturias, en especial líneas como la que unen la comarca con Gijón.

    Para los trabajadores del antiguo Ferrocarril del Carreño -luego Feve y ahora Renfe-Feve-, la razón fundamental de esa pérdida de viajeros no es otra que una sucesión de decisiones erráticas que, entre otras cuestiones, no han tenido en cuenta el arraigo de este medio de transporte en la población de las localidades, barrios y aldeas por las que pasa. «El Carreño es el Carreño, y el Vasco es el Vasco», afirma Nicieza. Sin embargo, Feve y ahora Renfe-Feve y Adif no han sabido ver ese potencial y se han ido alejando de sus clientes.

    Un ejemplo son decisiones como las de vallar todas las estaciones y apeaderos e instalar sistemas de autocompra de billetes con el fin de recortar al máximo en personal. «Los tornos tienen sentido en el metro de Madrid», añade otro de los empleados de la estación de Candás. Pero no en San Zanzabornín o Regueral, poblaciones muy reducidas y por lo general envejecidas.

    Eso ha dejado vacíos decenas de apeaderos y estaciones en toda la red de Cercanías -tanto de Renfe como de Feve-, lo que supone «que no hay nadie a quién preguntar, apenas hay información» y, en algunos casos, el abandono de las instalaciones se hace patente. En el caso de las estaciones con punto de cruce de trenes -con dos andenes o más-, no hay indicativo alguno que informe al viajero de dónde debe posicionarse para coger el tren y, si no acierta, ha de hacer una carrerita para cambiar de plataforma antes de que salga el convoy.

    Por ahora, en el caso de Avilés, se han mantenido las frecuencias en los servicios. Hay tren cada media hora a Gijón y cada hora a Piedras Blancas, Pravia o Cudillero. Pero eso es lo único.

    «El precio del billete ordinario ha subido un montón. Ir a Candás ida y vuelta te cuesta tres euros», afirma Miguel González, un candasín que utiliza de forma habitual el tren «porque puedo llevar la bicicleta, en general funciona bien y es más rápido que el autobús». Un trayecto medio a Gijón tarda «entre 35 y 39 minutos» pero, eso sí, la estación no es precisamente céntrica.

    «La caída importante de viajeros se ha dado desde que se trasladó la estación de Gijón», afirma José Fernando Piniella, factor en el apeadero de Avilés, acerca de un fenómeno que se ha dado también en otra de las grandes líneas de cercanías de Feve en Asturias, la del histórico Ferrocarril de Langreo.

    La estación de tren provisional 'definitiva' de Gijón es el paradigma de las inversiones erráticas de las que hablan en el comité de empresa de Renfe-Feve. El traslado de la antigua estación de El Humedal venía motivada por el viejo proyecto del Metrotrén, una idea que puso en marcha el Ministerio de Fomento para articular una red de trenes de cercanías en toda Asturias con doble vía, mejores frecuencias y paradas más próximas a los principales puntos de interés. En Gijón, el proyecto incluía incluso la construcción de un túnel que cruzaría la ciudad de punta a punta que fue excavado, pero que aguarda a que alguien decida terminarlo o taponarlo de nuevo.

    El proyecto inicial, de hecho, fue encogiendo a medida que pasaban los años, y mucho antes de que estallara la crisis económica. De la posibilidad de dotar de doble vía trayectos como el Gijón-Pravia, que cruzaría la ciudad -quizá en modo 'tren-tran'-, para facilitar mayores frecuencias y velocidades, se quedó en dejar el trazado como está en la actualidad: con una sola vía que obliga a que los cruces de trenes se hagan en los puntos habilitados a tal fin. «Y eso que había terrenos expropiados para hacer la doble vía».

    Puntos de cruce

    Pero tampoco en la construcción de esos puntos de cruce se atinó con las inversiones. «Hicieron un punto de cruce en Santiago del Monte que se habrá usado tres veces desde que está operativo. Y sin embargo, quitan el del apeadero de Avilés, que quedará con una sola vía».

    Pero si antes las inversiones fueron erráticas o poco acertadas, ahora ni se esperan. De hecho, en septiembre se procederá al cierre de estaciones como la de Candás -son cinco trabajadores y en los últimos años había incrementado el número de viajeros, especialmente hacia Avilés-, o Muros de Nalón, y los empleados serán trasladados a otros puntos de Asturias, «aunque en los listados que nos dan nos dicen que sobramos 22 personas», apunta Nicieza.

    Los trabajadores se sienten, además, especialmente dolidos porque, lejos de reconocer lo que no deja de ser un recorte en toda regla, la dirección aduce motivos como la «implantación de un sistema de control de la seguridad del tráfico». «Ese sistema es el que ya tenemos aquí y con el que llevamos tiempo funcionando, la diferencia es que si yo ahora lo controlo desde Candás, luego lo tendría que hacer desde El Berrón», explica el también miembro del comité de empresa.

    Tanto para él como para sus compañeros, esos planteamientos, esos recortes en los servicios al viajero, sólo podrían explicarse en un intento de preparar la entrada de empresas privadas como el proceso seguido en el Reino Unido y que relata la película que recomienda Nicieza: 'La Cuadrilla', de Ken Loach.

    Miguel González, mientras se dispone a subir al tren con su bicicleta, confía en que la situación cambie. «Tenían que apostar de verdad por el tren. Es que ya llegas a pensar que hay otros intereses que no son los de tener un servicio público bueno y de calidad», lamenta.

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