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15 noviembre 2012

LA RED FERROVIARIA. Los problemas en Rodalies y Regionals no cesan. El déficit de inversión en las infraestructuras catalanas (reconocido por la propia ministra de Fomento, Ana Pastor) es de tal calado que los problemas, lejos de resolverse, se agravan. Unos presupuestos diezmados por la crisis y la falta de entendimiento entre administraciones hacen el resto.

"Si en unos años me sale una úlcera será culpa de Renfe"

Miércoles, 14 de noviembre del 2012

CRISTINA BUESA / BARCELONA

Cada día, 400.000 personas utilizan Rodalies y Regionals en Catalunya.A diario se enfrentan a un servicio que, a pesar de que en los últimos años ha introducido algunas mejoras, nunca acaba de funcionar como debiera. El déficit secular de inversiones en la red ferroviaria catalana impide que levante cabeza. Los usuarios, hartos de soportar discusiones entre las administraciones con competencias (que no competentes) acerca de la porción del pastel de las responsabilidades, lamentan que el traspaso a la Generalitat no haya servido de casi nada (en eso están de acuerdo con el propio Govern) y que las averías, la falta de información o las incomodidades sigan estando a la orden del día.

Esther Titos vive en Molins de Rei (Baix Llobregat). Es el primer municipio de la zona 2 de Rodalies. Tiene la suerte de poder coger trenes de dos líneas, la R-4 (Sant Vicenç de Calders-Manresa, pasando por Vilafranca del Penedès) o la R-1 (Molins de Rei-Macanet/Massanes, pasando por Mataró), lo que hace que tenga una buena oferta. Sin embargo, hace un mohín de hastío al valorar qué le parece el transporte público que tiene que usar para llegar al Centre Esther Koplovitz, junto al Hospital Clínic de Barcelona, donde trabaja como investigadora. «Mira, aquí te traigo las copias de todas las reclamaciones que he presentado a Renfe en los últimos años», muestra la mujer, de 40 años.

Frustración y conformismo

«Por la mañana, cuando salimos de Molins, sí arranca a tiempo, pero por la tarde, de vuelta a casa, nunca, jamás llega a la hora. Estamos tan habituados a los retrasos que 10 minutos ya no se considera un problema... La gente sabe que funciona mal, se conforman», describe esta usuaria que repite el recorrido desde hace cuatro años.

Sin embargo, Titos no tira la toalla. Los escritos que ha dirigido a la compañía ferroviaria dan fe de esa beligerancia, aunque admite sentirse «frustrada» porque jamás ha logrado nada más que buenas palabras de la empresa. «Si algo tengo claro es que, si en los próximos años me sale una úlcera, será por culpa de Renfe», vaticina. Esta doctora en biología opina que no ha notado ningún cambio desde el traspaso de competencias a la Generalitat, del que pronto se cumplirán tres años. «No me importa que pinten los vagones de color naranja con el nuevo logo, lo que querría es que se gastaran ese dinero en mejorar otras cosas, como los accesos o las propias estaciones. El precio del billete no ha parado de subir y en cambio el servicio cada día empeora», opina.

Cierre de estaciones

La vida de Esther Titos se cruza con la de Marian Riembau cada día en Sants. No se conocen pero tienen en común la exigencia a Renfe para que resuelva lo que esté en su mano. Ambas saben que parte de la culpa no es suya, que en muchas ocasiones la gestora de la infraestructura, Adif, es la causa de sus dolores de cabeza. O las obras, como ocurre con la línea R-11 (Sants-Portbou), que usa Riembau. Esta responsable comercial de un laboratorio barcelonés, de 48 años, coge el tren en Flaçà (Gironès) y se declara «completamente impotente» porque «no hay forma de cambiar nada». Cualquier mínima mejora, relata, cuesta meses de reivindicaciones. Riembau, uno de los miembros más activos de la Plataforma d'Usuaris de la línea de Girona, achaca a la «falta de inversión» los problemas constantes en el transporte ferroviario.

Sin ir más lejos, los recortes presupuestarios han hecho que en los últimos meses se haya reducido el horario de algunas estaciones, como la que ella usa. Esto hace que al llegar a Flaçà con alguno de los últimos servicios del día, las instalaciones estén cerradas. «Como yo lo sé, indico a muchos viajeros despistados por dónde pueden salir», describe.

La reducción de personal también ha hecho que algunas de las estaciones de la línea no tengan taquillas donde comprar los billetes y solo haya una máquina expendedora que no siempre va, prosigue la viajera.

Director general en tren

Marian Riembau hace suya la justificación del Govern de que tiene las manos atadas para emprender cualquier mejora sustancial en Rodalies y Regionals. «Es un traspaso engañoso porque no pueden hacer nada con la infraestructura. No obstante, la interlocución con la Generalitat ha mejorado», opina. Y es que el director general de Transports i Mobilitat, Ricard Font, va en tren cada día desde Girona.

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