miércoles, 7 de mayo de 2025
EL FERROCARRIL DE BARCELONA A TARRAGONA CUMPLE 160 AÑOS (y IV)
Vagones foudre
La construcción del ferrocarril de Barcelona a Tarragona favoreció el desarrollo económico de las comarcas recorridas por la nueva vía. Entre otros muchos sectores, el agrícola encontró en el tren un magnífico aliado para exportar su producción a la capital y a otras provincias.
Los afamados vinos del Penedès pronto se beneficiaron también del tren. Además, la exportación de estos caldos se vio favorecida por la aparición de la plaga de la filoxera en los viñedos franceses a partir de 1863 lo que disparó la demanda del vecino país. De este modo, se desarrolló un floreciente mercado y los principales bodegueros pronto levantaron sus almacenes junto a las estaciones de Sant Sadurní d’Anoia y de Vilafranca del Penedès.
El transporte de los vinos se realizaba habitualmente a granel. En sus inicios, en toneles que se cargaban directamente sobre los vagones, pero, a finales del siglo XIX se desarrolló un nuevo tipo de vagón diseñado específicamente para este fin: el foudre. Similares a los vagones cerrados de dos ejes, la principal diferencia estribaba en sus cubiertas, notablemente abovedadas, ya que en su interior albergaban uno o dos grandes toneles, «foudres» en francés.
Pronto el vagón foudre se convirtió en uno de los más característicos del ferrocarril español, que llegó a contar con más de 2.000 unidades, la gran mayoría en manos de operadores particulares que aprovechaban sus paredes laterales para publicitar sus empresas rotulando su nombre en grandes caracteres. Tras la guerra civil, el desarrollo de los modernos vagones cisterna supuso la rápida decadencia de los foudre que prácticamente desaparecieron en los años sesenta.