jueves, 7 de octubre de 2021

120 AÑOS DE TRANVÍAS EN TENERIFE (y IV)

 
Sala de máquinas de la central térmica de Tenerife en La Cuesta. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 La central de La Cuesta

Cuando se emprendió la construcción del tranvía de Tenerife, la energía eléctrica apenas se había implantado en la isla, y las centrales generadoras, como la construida por Julio Cervera en 1897, no tenían capacidad suficiente como para atender las necesidades del nuevo sistema de transporte. Por ello, y como, por otra parte, fue habitual en los primeros tranvías eléctricos de nuestro país, sus concesionarios se vieron en la obligación de construir sus propias instalaciones para la producción del fluido eléctrico.

Según señala Rafael Cedrés en su libro sobre los tranvías de Tenerife, el lugar elegido para instalar la central generadora fue el paraje denominado La Cuesta que, como su nombre indica, se encontraba en el tramo más difícil de la línea y, además, relativamente equidistante de los extremos del primer trazado previsto entre Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna. Las obras de construcción de la central se iniciaron en octubre de 1899 y el 22 de agosto del año siguiente ya se había concluido la construcción de la gran chimenea de ladrillo, necesaria para la evacuación de los humos de las máquinas de vapor.

Las calderas y máquinas de la central se expidieron desde el puerto de Amberes el 20 de octubre de 1900, para llegar a la isla un mes más tarde. Para su traslado hasta La Cuesta se aprovecharon los primeros carriles ya instalados, para transportarlos mediante vagonetas arrastradas por bueyes. El 16 de enero de 1901 se realizaron las primeras pruebas de la instalación, con resultados satisfactorios.

La central de La Cuesta contaba en sus inicios con dos grandes caleras que alimentaban dos máquinas de vapor de la marca Tossi, de dos cilindros en tándem y una potencia total de 345 caballos cada una de ellas. Estas máquinas impulsaban sus correspondientes dinamos, del tipo Dulait, de 200 kW y fabricadas por la firma belga Societé Anonyme Electricité & Hydraulique de Charleroi.

El conjunto de la central de La Cuesta se completaba con una batería de acumuladores, de la marca Tudor, formada por 520 elementos montados en paralelo que ofrecían una capacidad de 433 amperios/hora. Esta instalación permitía alimentar el servicio en caso de que por alguna avería fuera necesario detener la marcha de las máquinas de vapor y sus dinamos, asegurando la circulación de los tranvías durante, al menos, una hora.

Junto a la central de La Cuesta, la empresa tranviaria también estableció sus oficinas administrativas, las cocheras y los talleres en los que se realizaban las labores de mantenimiento de los vehículos, por lo que esta instalación era el verdadero corazón de los tranvías tinerfeños.

 

 
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