jueves, 9 de abril de 2020

125 ANIVERSARIO DEL FERROCARRIL DE ZARAUTZ A DONOSTIA (I)

 

Estación provisional de Zarautz, realizada con una sencilla estructura de madera. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
La capital guipuzcoana se encuentra sumida en la actualidad en las obras de construcción de la pasante ferroviaria Este-Oeste por la que dentro de un par de años circularán los modernos trenes de Euskotren. Hoy hace 125 años uno de los ramales que se integrarán en la citada pasante, la línea de vía métrica de Zarautz a San Sebastián, entraba en servicio tras un prolongado y complejo proceso de construcción.
 
La construcción del ferrocarril de Zarautz a Donostia estuvo enmarcada en un proyecto mucho más ambicioso: la conexión ferroviaria de Bilbao con San Sebastián. Esta iniciativa fue impulsada por tres empresas diferentes; el Central de Vizcaya, que en 1882 inauguró su línea de Bilbao a Durango; el Durango a Zumárraga, con ramal de Málzaga a Elgoibar, completado en 1889, y la Compañía del Ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián, que no alcanzaría el propósito que rezaba su razón social hasta el año 1901.
Mojón que marcaba el límite de los ferrocarriles de Durango a Zumárraga y de Elgoibar a San Sebastián, hoy conservado en el Museo Vasco del Ferrocarril de Euskotren. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
 
EL FERROCARRIL DE ELGOIBAR A SAN SEBASTIÁN
 
Cuando en 1889 concluyó la construcción del ferrocarril de Durango a Zumárraga, se posibilitó el viaje en tren desde Bilbao a San Sebastián, pero con obligado trasbordo en Zumárraga, entre la vía métrica procedente de Bizkaia y la vía ancha de la línea de Madrid a Irún de la Compañía del Norte. Por ello, fueron numerosas las propuestas para poder enlazar las dos capitales vascas con el mismo ancho de vía.
 
Entre las diversas propuestas cabe destacar la formulada en 1890 por Federico Solaegui, concesionario del ferrocarril de ancho normal de Bilbao a Portugalete, para construir una nueva línea, también de vía ancha, desde la capital vizcaína hasta San Sebastián. Mientras tanto, otros empresarios y especuladores intentaron obtener las oportunas concesiones para enlazar San Sebastián con las vías de la compañía de Durango a Zumárraga, entre las que destaca la otorgada el 12 de junio de 1888 a José de Cárcer y Salamanca.
En 1893 el tren llegó a Deba. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
Casi al mismo tiempo, surgieron dos nuevas iniciativas ferroviarias en la zona: una de modestas pretensiones, que planeaba establecer un pequeño tren entre Elgoibar y Deba y la otra, más ambiciosa, que se proponía construir una línea desde Elgoibar a San Sebastián, para continuar hasta la frontera francesa. La primera fue planteada por Guillermo Pozzi Gentón, quien el 14 de marzo de 1890 obtuvo la oportuna concesión. La segunda la impulsó el empresario Manuel Martí, y también obtuvo la concesión el mismo día, el 14 de marzo de 1890.
 
La iniciativa de Manuel Martí pronto contó con el decidido apoyo de las compañías concesionarias de los ferrocarriles de Bilbao a Durango y a Zumárraga, que promovieron una serie de reuniones con el fin de impulsar la creación de una empresa que gestionase la construcción de la nueva vía. El 21 de junio de 1890 se mantuvo en San Sebastián un primer encuentro, en el que se tomó la decisión de entablar negociaciones para adquirir la concesión propiedad de Guillermo Pozzi, así como para interesar en el proyecto a todos los que habían secundado esta propuesta en Deba. Finalmente, el 16 de octubre de 1890 se constituyó la Compañía del Ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián, con un capital social de 3.600.000 pesetas.
Estación provisional de San Sebastián-Amara, con la que en 1895 se inició la explotación del ferrocarril de Zarautz a la capital guipuzcoana. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
Comienzan las obras
 
Antes de iniciar las obras el ingeniero José Luis Torres Vildósola procedió a replantear el proyecto original, redactado por su colega Adolfo Ibarreta, introduciendo numerosas modificaciones con el fin de reducir el gradiente de las rampas y ampliar los radios de las curvas más cerradas.
 
En la primavera de 1891 se emprendieron las obras, tanto desde San Sebastián como desde Elgoibar. Además, se adquirieron diversos equipos, como los carriles, adjudicados a la firma britanica Dowlais Iron Co. Las locomotoras fueron adjudicadas a Nasmyth & Wilson de Manchester y los coches a La Material de Barcelona.
Aspecto de la vía férrea en las proximidades de Orio. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
Las obras pronto agotaron los escasos recursos financieros de la compañía promotora, por lo que en 1892 solicitó a su contratista, que no era otro que el propio concesionario, Manuel Martí, que paralizase los trabajos en el tramo intermedio entre Deba y Zarautz, para centrar su actividad en las secciones extremas. Solo gracias a un creciente endeudamiento se pudieron continuar los trabajos, lo que permitió inaugurar el trayecto de Elgoibar a Deba el 3 de agosto de 1893. Como la empresa todavía no disponía del material móvil necesario, arrendó la explotación de este pequeño trayecto al Central de Vizcaya, compañía que a su vez utilizó locomotoras, coches y vagones de la línea de Durango a Zumárraga, que en aquel momento también se encontraba bajo su administración.
 
El servicio de trenes establecido a partir del 3 de agosto de 1893 consistía en cuatro circulaciones directas desde Deba hasta Bilbao y otras dos con origen en la villa marinera y destino a Zumárraga, punto donde se podía combinar con los trenes de la Compañía del Norte con destino a la Madrid o Barcelona.
Puente metálico construido sobre río Oria en las proximidades de Lasarte. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
De Zarautz a San Sebastián
 
Una vez en servicio el tramo comprendido entre Elgoibar y Deba, la Compañía del Ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián centró todos sus esfuerzos en la terminación de la sección de Zarautz a la capital guipuzcoana. Sin embargo, carecía de recursos financieros para afrontar las obras. Tal y como indicaban los libros contables de la empresa, en julio de 1893 las inversiones ya realizadas ascendían a 4.425.854 pesetas, cifra muy superior al capital suscrito por los accionistas, y a la que se debía sumar los diversos gastos realizados en adquisición de material móvil, carriles, etc.
La obra más destacada del ferrocarril de Zarautz a San Sebastián era el viaducto de Altxerri, levantado en las proximidades de Orio. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
Para intentar paliar la situación y poder proseguir con las obras se entablaron negociaciones con el Banco de Berlín y con el Banco Hipotecario Alemán, que no llegaron a buen puerto. Mientras tanto, la situación se iba deteriorando, y en octubre de 1893 Manuel Martí se vio obligado a paralizar las obras al adeudar dos mensualidades a sus empleados. Para salir del paso, el Consejo de Administración decidió poner a disposición de la empresa constructora 40.000 pesetas mediante un préstamo personal suscrito por varios de sus consejeros.
Viaducto Gárate, situado en el tramo comprendido entre Zumaia y Zarautz. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
Desde su puesta en servicio, los rendimientos de la sección de Elgoibar a Deba fueron muy modestos, tan sólo 3.303,53 pesetas en 1894, cifra insignificante ante las agobiantes necesidades financieras de la empresa. Por ello, todas las expectativas, tanto de la compañía como del propio constructor, se centraban en la urgente inauguración de la sección de Zarautz a San Sebastián, en la que esperaban se repitiera el milagro vivido en 1882 por el ferrocarril de Bilbao a Durango, todo un éxito empresarial que incentivó el desarrollo de los ferrocarriles de vía métrica en toda la cornisa cantábrica. Así, se podrían proseguir las obras, gracias a los beneficios que aportaría la explotación del servicio.
 
En marzo de 1894 la Compañía del Ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián suscribió un acuerdo con la empresa constructora de Manuel Martí en la que éste se comprometía a finalizar las obras antes del primero de agosto de ese mismo año. Para acelerar al máximo la puesta en servicio de la nueva vía y reducir los gastos al mínimo imprescindible, algunas instalaciones, sobre todo los edificios de las estaciones, serían construcciones provisionales de madera. La liquidación de los trabajos se realizaría mediante pagarés, una vez trascurridos tres meses desde la inauguración de la línea, plazo en el que, tras el esperado éxito del servicio, calculaban que podrían colocar en el mercado las obligaciones necesarias para recabar los fondos precisos.
Viaducto sobre el río Urola en Zumaia, con estructura metálica construida por los Talleres de Miravalles. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
La propuesta fue bien recibida por el Consejo de Administración del ferrocarril, ya que con ella esperaban poder poner en servicio el tramo más rentable de su concesión sin mayores agobios financieros. Sin embargo, todavía era preciso reunir los recursos necesarios para adquirir elementos tan imprescindibles como los cambios de vía o los vehículos, contratados con la empresa Material para Ferrocarriles y Construcciones de Barcelona, de manera que no tuvieron más remedio que suscribir un nuevo crédito con el Banco de Bilbao por valor de 750.000 pesetas.
 
Llegó el verano de 1894 pero, a pesar de las expectativas, fue imposible aprovechar la temporada estival, y el consiguiente incremento de potenciales viajeros que generaba el turismo en Zarautz y San Sebastián, ya que el desarrollo de las obras tropezó con un nuevo inconveniente: la falta de canteras de las que se pudiera extraer balasto de calidad en las proximidades de la vía. Así, la inauguración se fue posponiendo, primero a noviembre y más tarde al 20 de diciembre hasta que, por fin, todo estuvo preparado para iniciar el servicio el 9 de abril de 1895.
Estación de Aya-Orio, colateral de la de Zarautz. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
El milagro nunca llegó
 
Nunca se cumplieron las optimistas expectativas de los promotores del ferrocarril. A pesar del intenso servicio de trenes establecido, que en el verano de 1895 ascendía a dieciocho circulaciones diarias, los beneficios obtenidos estaban muy lejos de los ofrecidos por el «duranguillo» y, de hecho, en 1896 éstos ascendieron únicamente a    13.047,70 pesetas, cantidad que poco podía contribuir a solucionar los problemas financieros de la compañía ya que ni siquiera cubría el pago de los intereses de la deuda contraída.
En 1901 se levantó la estación definitiva de Zarautz. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
Para intentar incentivar el tráfico de viajeros en junio de 1895 se firmó un contrato con el transportista Marcelino Ugalde con el fin de establecer tres viajes diarios de ida y vuelta, mediante diligencias, para combinar los trenes de Deba con los de Zarautz, otra expedición para unir esta última estación con localidades como Mutriku, Ondarroa, Markina y Lekeitio y otras dos con destino a Zestoa, Azpeitia y Azkoitia. Mientras tanto ante la falta de fondos, los trabajos de construcción de la última sección entre Deba y Zarautz continuaban abandonados desde 1892, a pesar de que antes de recibir la orden de paralizar las obras el contratista ya había perforado la totalidad del túnel de la divisoria de Meagas, de 564,20 metros de longitud, y un kilómetro de explanación en los accesos de las bocas de esta galería. Aunque ya la memoria de 1893 señalaba que la puesta en servicio de la sección de Zumaia a Zarautz era inminente, lo cierto es que no había recursos para continuar con unas obras que todavía requerían siete kilómetros de explanación, la perforación de cuatro túneles que sumaban  una longitud de 800 metros y levantar un puente de gran envergadura sobre la ría del Urola.
 
Ante la imposibilidad de reemprender las obras, el Consejo de Administración del ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián decidió, en julio de 1895, comunicar a la empresa constructora la paralización de los trabajos, para proceder a continuación a liquidar el contrato que vinculaba a ambas sociedades.
La Compañía de los Ferrocarriles Vascongados electrificó el ferrocarril de Zarautz a San Sebastián en 1929. Fotografía de Juan Bautista Cabrera. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
Con las obras paralizadas y un tráfico ferroviario que no respondía a las expectativas de sus promotores, la situación de la Compañía del Ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián era desesperada. La dimisión del presidente del Consejo de Administración, Eduardo Aznar y Tutor y su sustitución por Plácido Allende otorgó un pequeño respiro ya que gracias a sus buenas relaciones con la banca local se pudo disponer de pequeños créditos con los que hacer frente a las deudas más acuciantes y, gracias al apoyo del Banco de Bilbao y, sobre todo, del Ferrocarril Central de Vizcaya, eludió la suspensión de pagos.
 
Mientras tanto, el plazo de terminación de las obras marcado por la concesión estaba a punto de expirar, por lo que la Compañía del ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián se dirigió al Gobierno para obtener una prórroga de tres años, que fue otorgada el 14 de marzo de 1897. Solo un acuerdo con el vecino Ferrocarril Central de Vizcaya, empresa muy interesada en la rápida conclusión de las obras en el único tramo que faltaba por construir de la conexión ferroviaria en vía métrica entre Bilbao y San Sebastián, firmado el 27 de diciembre de 1897, permitió salir del atolladero financiero y reemprender los trabajos.
En 1994 Euskotren festejó el centenario del ferrocarril de Zarautz con un tren especial remolcado por la locomotora de vapor “Aurrera”. Fotografía de Pedro Luis Laborda
 
El 22 de junio de 1898 se adjudicaron las obras de Deba a Zumaia al contratista Pedro Gandiaga, por un importe de 1.588.112,37 pesetas y un plazo de ejecución de 21 meses, mientras que el 29 de julio del mismo año se hizo lo propio con el tramo de Zumaia a Zarautz, encomendado al empresario José Ignacio Ostolaza por un importe de 667.480 pesetas. Para acelerar al máximo el desarrollo de las obras, la Comisión decidió solicitar al obispado la oportuna licencia para poder trabajar los domingos y festivos. De este modo, el 1 de enero de 1901 se pudo concluir la construcción del ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián.
 
 
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