El 27 de noviembre de 1885 fallecía en el palacio de El Pardo de Madrid a la edad de 27 años el rey Alfonso XII, tras su traslado a Madrid en carroza y después de dos días de velatorio en el Palacio Real, los restos del monarca viajaron en tren hasta El Escorial, panteón real. La Ilustración Española y Americana narró así ese último viaje en tren del Rey.

(09/09/2005)

“...A las diez de la mañana del 29 se verificó, por disposición de S. M. La Reina Regente, la conducción del cadáver del Rey desde el Palacio al panteón del Escorial...
...La Comitiva fúnebre, (tras el rezo de un responso solemne por el cardenal arzobispo de Toledo señor González) se puso en marcha las diez y cuarto y siguió por las plazas de la Armería y de Oriente, calle de Bailén y plaza de San Vicente hasta la estación del Norte, por en medio de la inmensa multitud que llenaba toda la carrera en balcones y ventanas, y detrás de las filas de la formación militar, y se descubría con respeto ante el ataúd del malogrado Monarca.”

“...El orden de la comitiva fúnebre era el siguiente: Fuerzas de artillería y de infantería; cuatro palafreneros; carreristas a caballo con federicas y pelo empolvado; dos clarineros con sus trajes, a caballo; cuatro maceros con uniforme de gala, dalmáticas y mazas, a caballo; cuatro palafreneros carreristas a caballo, con federicas y pelo empolvado; caballos de respeto con sillas de S. M. cubiertas con gasa negra; caballos con reposteros cubiertos con gasa negra, en dos filas; picador mayor, ayudantes, domadores y alumnos, todos de gala, a caballo y en dos filas; seis palafreneros carreristas de servicio, con los señores caballerizos y correos, con federicas y pelo empolvado; personal del departamento de caballerizas, con uniformes y trajes de gala, en dos filas; ujieres y criados de Palacio, en dos filas; cruz de la Real capilla; capellanes de altar, músico y cantores; capellanes de honor y sumilleres de cortina; gentileshombres de casa y boca; mayordomo de semana; gentileshombres de cámara con ejercicio y servidumbre; grandes de España; cuatro batidores de la escolta Real, correo de Reales Caballerizas. Coche estufa con el Real cadáver: tiraban del carruaje ocho caballos negros con gualdapras y penachos del mismo color; con aquella iban un cochero, un delantero y seis palafreneros, todos con federicas y latiguillos, llevando medias y guantes negros; a los costados de dicha estufa, ocho monteros de cámara llevando las cintas del féretro, y seis gentileshombres de casa y boca con hachas; a la derecha de la estufa el capitán general a caballo y el jefe de carrera, y a la izquierda un caballerizo a caballo; delante del tiro de caballos, seis lacayos con medias y guantes negros, con bastones.

Presidencia del Duelo: señores marqués de Alcañices, jefe superior de Palacio; ministro de Gracia y Justicia; cardenal Benavides; comandante general de Alabarderos y general primer ayudante. Después el general segundo jefe de Alabarderos, primer caballerizo, director de Caballerizas y demás acompañamiento; la partida de la escolta Real; el Real cuerpo de guardias Alabarderos; el coche de respeto llamado de doña Juana la Loca, con ocho caballos, yendo a las portezuelas dos lacayos con bastones y seis palafreneros con latiguillos; el escuadrón de la escolta Real y un regimiento de Artillería.”

“Allá, en el Real Palacio, mientras el féretro era conducido a la estación del camino de hierro, S.M. la reina, acompañada de sus tiernas hijas y de toda la Real familia, seguía con mirada anhelante y anegados en lágrimas los ojos, la marcha del cortejo, cambiando de estancia a medida que éste avanzaba en la carrera, y no se retiró a sus habitaciones hasta perder de vista el tren que llevaba el féretro al Escorial”.

“...la estación del Norte presentaba un cuadro de tristeza y melancolía en el momento en que el coche-estufa quedó colocado sobre la enlutada plataforma que debía transportar el féretro, con el inanimado cuerpo del Rey, hasta la estación del Escorial.”

“Los ministros dimisionarios y los del actual Gobierno, grandes de España, monteros de Espinosa y otros muchos dignatarios asistían al acto; los capellanes de honor, precedidos por la cruz y el estandarte de la Real capilla, entonaron piadoso responso; junto al muelle de carga y descarga estaban los caballos que solía montar el Rey, y en primer término el que llevaba en las revistas y actos militares; algo más allá, en el fondo, se veía a la partida del escuadrón de la escolta Real, que daba la última guardia a su malogrado jefe; a lo lejos, entre la niebla del ancho espacio, opaca y fría, semejante a inmenso crespón de luto, se destacaba la gran mole del regio alcázar, donde quedaban la afligida Reina viuda, con sus dos tiernas hijas y la Real familia.”

“Al pasar el tren fúnebre por la casa del campo, los guardas de aquel Sitio, formados cerca de la vía férrea, se descubrieron y se inclinaron respetuosamente delante del féretro, dando la postrer despedida a su señor.”

“El tren siguió su carrera vertiginosa hasta la estación de Villalba, donde se detuvo algunos instantes: precisamente en esa estación subió el Rey por última vez al tren Real, cuando regresó de San Ildefonso a Madrid el 4 de septiembre próximo pasado.”

...tras la llegada del tren a la estación del Real sitio, desde allí, la comitiva organizada con arreglo al ceremonial, caminó con grave lentitud hasta la lonja y el patio del Monasterio, y luego, previos los juramentos de ritual, el féretro fue colocado en sencillo túmulo ante el altar mayor de la iglesia. (Grabados de La Ilustración Española y Americana).

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