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22 octubre 2018

 

LAS LOCOMOTORAS DE LA SERIE 1800 DE MZA

 

Una locomotora 1800 de MZA posa en el puente giratorio de Madrid-Delicias, depósito al que Renfe asignó estas locomotoras en sus primero años. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
De todos los modelos de locomotoras de vapor diseñados y construidos por La Maquinista Terrestre y Marítima, resulta difícil determinar cuál pudo ser el más representativo. Muchos se podrían decantar por la 1400 de MZA, el primero fabricado a gran escala por la firma barcelonesa. Otros preferirán la espectacular «Confederación», con su inconfundible librea verde, mientras que algunos se inclinarán por las magníficas montañas de la serie 1700, también de MZA.

Una 1800 de MZA maniobra en el depósito de Miranda de Ebro. Fotografía de Xavier Santamaría. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
 

Dado que la elección del modelo más representativo de La Maquinista Terrestre y Marítima no deja de ser, en buena medida, una cuestión subjetiva, para el autor de estas líneas este honor recae en las 1800 de MZA. Esta pequeña serie, compuesta únicamente por diez unidades, contó con los mayores avances de la tracción vapor en los momentos de su construcción, incluidas las distribuciones de válvulas Lentz, el sistema de precalentamiento de agua ACFI y, sobre todo, el elevado timbre de su caldera, 20 atmósferas, el mayor alcanzado en nuestro país. Además, siguiendo la moda de la época, fueron revestidas de un carenado aerodinámico, que les proporcionaba un indudable aire de modernidad, aunque a su velocidad máxima de 115 kilómetros por hora, su eficacia era más estética que práctica.

Una 1800 de MZA espera iniciar la marcha en la estación de Miranda de Ebro en cabeza de un ómnibus a Zaragoza. Fotografía de Xavier Santamaría. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
 

Las 1800 de MZA reflejan a la perfección la difícil historia de nuestro país en los años centrales del siglo pasado. Encargadas a La Maquinista Terrestre y Marítima en 1935, su fabricación se vio interrumpida por el estallido de la guerra civil, por lo que no pudieron entran en servicio hasta finalizar la contienda. Además, la falta de lubricantes de calidad en los duros tiempos de la posguerra obligó pronto a rebajar la presión de su caldera, ya que la elevada temperatura del vapor deterioraba válvulas y cilindros deficientemente engrasados. Durante sus primeros años, Renfe las especializó en la línea internacional de Madrid a Portugal, para más tarde ser trasladadas al depósito de Miranda de Ebro donde, por la forma de su carenado, eran conocidas entre los ferroviarios como las «tubo». Aunque en un principio arrastraron los trenes expresos más prestigiosos, como fue habitual con otras locomotoras diseñadas para este fin, en sus últimos años fueron relegadas a la tracción de modestos trenes de mercancías. En la actualidad, el Museu del Ferrocarril de Vilanova i la Geltrú conserva una máquina de esta serie, en concreto, la antigua MZA 1808.
Una 1800 de MZA en cabeza de un mercancías a su paso por la estación de Santa Olalla. Fotografía de Xavier Santamaría. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
 

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