Humor gráfico y Ferrocarril (I)

 

Si algo han pretendido siempre el humor gráfico, los chistes ilustrados y los "monos" en todas las épocas ha sido poner en la picota las cosas más "serias" para, a continuación, "meterse" sin piedad con las novedades de todo jaez que llegaban a la actualidad de cada momento. El ferrocarril, que fue la gran revolución del siglo XIX, no iba a ser la excepción: al contrario, mezcla de pavor ante el Progreso (con mayúscula) y de burla -y desconfianza- frente al mismo, los humoristas arremeterieron desde el primer instante contra todo ese mundo que se fue creando alrededor de la tracción de vapor.

 

(01/04/1996) ElLo mismo que, varios lustros después, le tocaría la china al automóvil, durante el siglo XIX la "víctima" fue el tren, los pasajeros de los trenes y los empleados de los trenes. A veces, en abstracto, la crítica se extendía a las compañías, agraciadas con una eterna mala prensa. 
No obstante el humor ilustrado, las caricaturas y el dibujo grotesco no se generalizaron en la prensa hasta el último tercio del siglo, siendo muy difícil antes de esas fechas encontrar garabatos que caricaturizaran el ferrocarril (el ferrocarril o cualquier otro evento). Además, cuando los "monos" vivieron su edad de oro el tren no era ya la novedad absoluta que fue en los primeros tres cuartos de aquel siglo. 
Este reportaje recoge, cronológicamente, a dibujantes, publicaciones y autores festivos que, en algún momento hicieron la "autopsia" a todo ese mundo, por lo demás fantástico y soñado, de los convoyes ferroviarios, el vapor y las "pérfidas" compañías de los "caminos de hierro". 
ElEn la última década del siglo pasado se editaba en Barcelona "La Semana Cómica", que publicaba en su número del 4 de julio de 1890 una historieta gráfica debida al artista Pahissa que, si no directamente referida al mundo ferroviario, lo hacía tangencialmente al describir el peligro que suponía el envío por correo de valores y billetes que, venía a concluir, nunca llegaban a su destino y, lo que era peor, si ibas a reclamar a la ventanilla correspondiente la respuesta era el más gráfico de los pitorreos. Contemporáneo de Pahissa fue Gascón, uno de los dibujantes más prolíficos de su tiempo. Nacido en el romántico pueblo turolense de Ojos Negros este farmacéutico metido a chistoso ilustraba unas historias que, sobre todo, incidían sobre la vida alrededor, que este excelente ilustrador captaba maravillosamente con trazos seguros y rotundos. Observador de un país que se aproximaba ya al siglo XX en medio del desastre de Ultramar, los apuntes de Gascón sobre el Madrid callejero le llevó a ilustrar el mundo de los tranvías de la Villa y Corte a primera hora ("hasta los topes"), por la tarde ("apenas media entrada"), el último de la jornada y unos retratos-caricaturas extraordinarios del personal tranviario: el encuartero, el mayoral, el obrador, el inspector y el vigilante. 
ElIncidía en el mismo tema de los tranvías Banda, en una bonita portada del semanario "Nuevo Mundo" correspondiente al número del 27 de febrero de 1901. Jugando con la ironía más en el pie que en la ilustración, se refiere con su encabezamiento de "Viajeros de libre circulación" a los golfillos de todos los tiempos -los tiernos infantes de cada momento- que, como era su deber, trepaban a la plataforma del vehículo o se sentaban en los topes ignorando -como también era su obligación a sus edades- el mayúsculo peligro que estas maldades podían acarrearles. Motivo tangencial, así mismo, de crónicas alegres o relatos de humor, Verdugo ilustraba en el mismo semanario, unos meses después, un reportaje de Luis Tabada sobre el momento de la desbandada general con motivo de la llegada del estío. Por esas fechas los madrileños hacían sus maletas y, en compañía de la suegra, la cuñada solterona y la criada sisadora cogían el tren y, según sus posibilidades económicas, unos continuaban hasta Santander - los menos- y otros se apeaban en Galapagar o, como mucho, en El Escorial. Pero eso sí: todos en tren. 
ElDonaz fue, con el paso del tiempo, un asiduo colaborador de la prensa infantil (fue omnipresente en el legendario "TBO"). En 1901 nos lo encontramos haciendo él solito una página entera para el "Nuevo Mundo". En la del número correspondiente al 4 de diciembre de 1901, titulada "Los papanatas", incluye a los así llamados porque, sin ir más lejos, se les podía ver cualquier día -o todos los días- parados en la esquina de Cedaceros viendo la inevitable bronca entre los viajeros del tranvía que venían colgados como racimos y el infeliz que intentaba sumarse como una "uva" más. La lucha era sin cuartel y muy emocionante...

El

"Gedeón" fue, durante muchos años, una revista absolutamente imprescindible para sobrevivir en aquella España de 1904. Semanario sobre todo político, advertía desde su portada que era "el periódico de menos circulación de España", mentira miserable porque se vendía como las rosquillas. Su dibujante casi exclusivo era Xaudaró quien, poco después, ficharía por el recién nacido" ABC" en el que, hasta su muerte, haría un chiste diario. En un número de la legendaria publicación el gran caricaturista catalán dibujaba el atropello por un tranvía de un desgraciado que, aún pasándole el vehículo por encima y estar literalmente descuartizado, todavía sacaba fuerzas para acordarse de toda la parentela del Elconductor. Rojas era tan buen dibujante, tan extraordinario artista que tuvo que largarse del solar ibérico y recalar primero en Cuba y luego en la Argentina, donde moriría años después. Pero antes de su exilio (o emigración) sus "monos" solían ser auténticos estacazos gráficos contra todo lo establecido, lo que le acarrearía un sin fin de denuncias y de problemas sin fin. En el semanario barcelonés "Buena Sombra" del 2 de diciembre de 1905 situaba la historia en el interior de un confortable coche de primera clase donde un malentendido hace que un par de viajeros solitarios, mujer y hombre, sean víctimas de un terror insoportable al "ver" ella el inminente asalto y robo donde, simplemente, el buen hombre lo que intenta darle a entender -igual de aterrorizado- es que ella se ha sentado sobre lo que "fue" su sombrero de copa. 
El tren -y su hijo pequeño, el tranvía- no eran el único motivo, por sí mismos, de la burla de escritores y caricaturistas. Muchas veces el artista gráfico lo que hacía era ilustrar una crónica o narración con el ferrocarril como fondo o escenario. En "Memorias de viaje" - (publicado en "¡Alegría!", del 18 de marzo de 1908, el anónimo pintamonos ilustra meridianamente la divertida historia narrada en el texto. Es una hiperbólica narración de un viaje - más largo que el del Oriente Express de aquella época- en un "cómodo" cangrejo (unos tranvías pequeños y "coloraos" del Madrid de entonces) desde Cedaceros a la Florida, un viaje que dura siglos...

El

Eran tiempos de "mixtos" y "expresos" y los humoristas del lápiz metían, viniera a cuento o no, su chistecito de trenes. Un anónimo artista presentaba a sus personajes en un vagón confortable (sin duda una familia acomodada: papá, mamá y dos bebés idénticos).- y el cabeza de familia, muy "estirado", que se pregunta cómo hay gente tan tonta que, existiendo los cómodos "expresos" viajan Elen los horribles "mixtos", De esta época es Tito, perteneciente, como los anteriores, a la generación más importante de caricaturistas y dibujantes de humor de este siglo. De verdadero nombre Exoristo Salmerón era hijo del que fue presidente de la I República Española, don Nicolás Salmerón. De ideas avanzadas, en sus dibujos era implacable con el sistema establecido. Fundó, con Corpus Barga, el periódico satírico "Menipo, el cínico", que fue perseguido, multado y "murió" joven. Tito también ilustraba las crónicas alegres del "Nuevo Mundo". Ágil e incisivo, la conjunción del texto y los dibujos de Tito hicieron muy populares estos textos festivos de la gran revista ilustrada. Pero Tito era más él mismo cuando todo era de él: los cuadros de sus historietas y los pies de los mismos. Como en el titulado "El paso a nivel", verdadera tornadura de pelo del artista, no solo al conjunto de sus personajes gráficos sino a los lectores. (Se ve a lo lejos un penacho de humo, la "gentil" guardabarrera cierra presta con cadenas el paso de personas y vehículos ante la proximidad del convoy que...resulta ser un obeso ricachón fumando en cachimba). 
ElSe suceden los semanarios de humor: "Monos" "Los Monos" "Sancho Panza", etc. En "Los Monos" (que ya en el título anunciaba el "género") Ramón López Montenegro (que solía firmar como "Cyrano") encabezaba precisamente uno de estos "monos" con un "En el tren" que nos hace constatar hoy cómo nada hay de nuevo bajo el sol: en el departamento semidesierto una mujeruca asustada comenta con su único compañero de viaje -un tipo mal encarado- "lo que se lee en los periódicos que sólo hablan de crímenes". Y el citado compañero de departamento que la informa -sin duda, para "tranquilizarla"- que "acaba de salir del penal de Ceuta tras diez años de presidio por haber estrangulado a una mujer al pasar un túnel". 
ElSi "Gedeón" en el humor político no tenía rival, "Madrid Cómico" en el humor sin bautizar, fue el mandamás indiscutible durante varias décadas. Por sus páginas pasarían, en un momento u otro, todos los grandes artistas del país. En mayo de 1911 uno de estos se llamaba Márquez, un chistoso que sentía debilidad por meterse con el mundo de la milicia. Sin embargo, en un "Madrid Cómico" de ese mes y año se limitaba a ilustrar, magníficamente, unos "Viajes literarios" de Agustín R. Bonnat (sobre el indeseado encuentro, en los andenes de la Estación del Norte madrileña y esperando la salida del tren de Hendaya, de una serie de escritores "golfantes").

El

 

(FUENTE VIA LIBRE)

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