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9 diciembre 2014

ARRATIA-NERBIOI ARRATIA-NERBIOI

50 años sin el viejo tranvía

Aunque desapareció a finales de 1964, el que fuera el tranvía con mayor recorrido de la península aún es recordado, especialmente en el valle de Arratia. Durante 62 años acercó a sus vecinos al Gran Bilbao y a los de la capital al Gorbeia o los balnearios del valle

UN REPORTAJE DE ANDER GOYOAGA - Domingo, 7 de Diciembre de 2014

AUNQUE desapareció hace medio siglo, el viejo tranvía sigue muy presente en la memoria del valle de Arratia. Durante más de sesenta años fue el único medio de transporte público entre sus localidades y, de hecho, el Tranvía Eléctrico de Bilbao a Durango y Arratia llegó a ser el de mayor recorrido de la península. En 1937 abandonó su conexión con Durangaldea y en 1964 desapareció del todo, si bien dejó un recuerdo entrañable de viajes en ocasiones interminables o tramos en los que los pasajeros debían apearse para ayudar a superar las pendientes.

Tras algunas pruebas parciales, el conocido como tranvía de Arratia se inauguró el 7 de diciembre de 1902 y su vinculación con el valle no concluyó hasta el 30 de noviembre de 1964, hace ahora 50 años. En el mes de enero, una exposición impulsada por la Diputación recorrerá varios municipios por los que pasaba este medio de transporte recordando lo que supuso para sus usuarios y el territorio histórico.

El asesor de esta muestra será Juanjo Olaizola, director del Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia y una de las personas que más saben de este tranvía. En su opinión, hay una razón fundamental que ha contribuido a que este medio sea especialmente recordado por su vinculación con el valle de Arratia. “En el ramal de Durango solo prestó servicio durante 35 años y en Amorebieta, Galdakao, Basauri e incluso Lemoa disponían de otros medios de transporte alternativos como el tren de los antiguos Ferrocarriles Vascongados (hoy Euskotren). Sin embargo, el tranvía fue el único medio de transporte público del valle de Arratia, más allá de Lemoa, durante más de sesenta años. En todo caso, el recuerdo del tranvía sigue, en mayor o menor medida, vivo en todas las poblaciones por las que circuló. No en vano fue el tranvía de mayor recorrido de toda la península y nunca fue superado”, indica.

La longitud total de la red llegó hasta los 49,21 kilómetros de los cuales 20 pertenecían al tramo común entre Bilbao y Lemoa, mientras que los respectivos ramales entre esta localidad y Durango y Zeanuri tenían 14,6 kilómetros cada uno. Si en el ramal de Durango el tren ganó la batalla al tranvía, en Arratia la conexión entre Lemoa y Zeanuri sirvió para aportar viajeros y mercancías al ferrocarril a través de la estación de Lemoa.

El profesor y divulgador de Zeanuri, Jon Urutxurtu, que será el comisario de la exposición de la Diputación, es otro gran conocedor del tranvía y considera que tuvo su fuerza capital en una doble dirección. “El tranvía se convirtió en un medio habitual de transporte para los habitantes del valle de Arratia y un elemento que los relacionaba, además de entre sí, con la comarca del Gran Bilbao. Transportaba a muchos arratiarras a las fábricas de Galdakao, Basauri o Bilbao, pero a su vez acercaba a los bilbainos al valle de Arratia: a los balnearios de Artea y Areatza y, a los cada vez más numerosos aficionados al montañismo, al Gorbeia”, indica.

Olaizola coincide en este aspecto y añade un matiz en torno a su utilización rumbo al valle de Arratia. “Tras la Guerra Civil también fue muy utilizado, en tiempos de hambre, racionamiento y estraperlo, para acercarse a los caseríos de la zona intentando buscar productos alimenticios de primera necesidad imposibles de localizar en la gran ciudad”. En todo caso, el director del Museo Vasco del Ferrocarril remarca la importancia que tuvo para el transporte de mercancías y productos, “algo que hoy puede llamar la atención a la hora de hablar de un tranvía”. “Facilitó el transporte de los productos agropecuarios del valle y también de la producción de las fábricas como la siderúrgica de Astepe, cementos Lemona, Firestone o La Basconia a los muelles de la ría de Bilbao. Cabe señalar que el tranvía de Arratia disponía para este servicio de 11 furgones automotores y 68 vagones, con los que en 1929 llegó a transportar 89.287 toneladas, cifra nada despreciable e incluso superior a la de muchos ferrocarriles convencionales”, señala. El progresivo desarrollo de los camiones en los años 30 iría arrebatando buena parte de la carga al tranvía, a pesar de que los ingresos por el transporte de mercancías superaron por momentos a los logrados por el tráfico de pasajeros.

El igorreztarra José Luis Korta Zabala, de 78 años, fue un usuario habitual del tranvía en su juventud, aunque en su caso el paso del tiempo no ha terminado de endulzar algunos de estos recuerdos. “En ocasiones nos teníamos que bajar para que pudiera subir las cuestas e íbamos como sardinas en lata, se vivían auténticas historias en torno al tranvía. Cuando empecé a trabajar en Firestone, entre Basauri y Galdakao, lo tenía que coger a diario, a veces combinado con el tren en Lemoa y era bastante duro. En mi compañía coincidíamos muchos trabajadores de Arratia y lo mismo ocurría en otras del entorno. Con el tiempo fuimos buscando soluciones, que en mi caso pasó por comprarme un coche en el que también acercaba a otros compañeros. Otros vecinos de Arratia se trasladaron a vivir a Basauri o a Santutxu y después llegaron los autobuses”, recuerda.

Aunque oficialmente el tranvía tardaba hora y media desde Zeanuri hasta El Arriaga, Korta recuerda viajes de tres horas. Auténticas aventuras que el paso del tiempo acabó por despachar y que se mantienen en el recuerdo medio siglo después.

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