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2 diciembre 2014

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OLLAS Y PUTXERAS FERROVIARIAS

 
Mañana, 23 de octubre, la histórica villa vizcaína de Balmaseda celebra sus fiestas patronales de San Severino. Desde hace más de cuarenta años, una de las actividades más populares de estos festejos es el Concurso Internacional de Putxeras Ferroviarias en el que los concursantes cocinan alubias sobre el citado recipiente.
"Putxera" utilizada por maquinistas y fogoneros del Ferrocarril de La Robla, preservada en el Museo Vasco del Ferrocarril
 
Es curioso el gran arraigo que han adquirido las "putxetas", también denominadas "ollas ferroviarias" a lo largo del trazado del antiguo ferrocarril hullero de La Robla a Valmaseda, hasta el punto de que los concursos gastronómicos de guisos preparados con estos singulares utensilios de cocina son habituales en las fiestas patronales de las principales localidades atendidas por este ferrocarril: Balmaseda, Mataporquera o Cistierna, entre otros. De hecho, su popularidad es tal que, en diversas ocasiones, se ha llegado a decir que fue inventado por los ferroviarios de esta línea.
"Ollas" o "Putxeras" ferroviarias expuestas en el museo del ferrocarril de Entroncamento, Portugal
 
En realidad, es difícil determinar el origen de las "ollas" o "putxeras" ferroviarias pero, pese a su gran arraigo, no parece que el origen se pueda encontrar en el ferrocarril de La Robla. De hecho, como se puede ver en las imágenes que acompañan a esta entrada, en los museos ferroviarios de Entroncamento y Macinhata do Vouga (Portugal) el visitante puede encontrar "ollas" utilizadas por los ferroviarios del país vecino, mientras que el propio Museo Vasco del Ferrocarril expone al público una "olla" que, según refleja su placa original, fue propiedad de un maquinista de la Compañía del Norte, el vallisoletano Graciliano Díez. Es decir, el uso de este tipo de aparatos fue, en el pasado, común entre los ferroviarios peninsulares y, probablemente, también se emplearon sistemas similares en otros países.
Olla ferroviaria que perteneció al maquinista vallisoletano de la Compañía del Norte, Graciliano Diez, ahora preservada en el Museo Vasco del Ferrocarril. A la izquierda se aprecia la toma con la que se empalmaba a la caldera para introducir el vapor necesario para calentar la comida.
 
No cabe duda que, las largas horas de servicio a bordo de las locomotoras, debió aguzar la imaginación de los ferroviarios para poder comer caliente. Teniendo junto a ellos un gigantesco generador de vapor, la caldera de la locomotora, es fácil suponer que pronto idearían un sistema para aprovechar esta fuente de calor. La solución era sencilla: forrar una olla metálica de modo que se conformaba una cámara en la que se introducía el vapor de la caldera. De este modo, y con el constante traqueteo de la locomotora, se cocinaban lenta y pausadamente, los mejores cocidos.
Olla ferroviaria expuesta en el museo de Macinhata do Vouga (Portugal)
 
Evidentemente, este sistema de cocina era válido únicamente para la tripulación de la locomotora pero no para el resto del personal del tren que, en el pasado, era bastante abundante: jefe de tren, interventor, guardafrenos, etc... En consecuencia, pronto se inventó un nuevo soporte para la olla que podía ser alimentado con las brasas calientes que, en las paradas, les proporcionaba el fogonero de la locomotora.
Detalle de la olla ferroviaria preservada en el museo de Macinhata do Vouga, en la que se aprecia que perteneció al fogonero Silverio dos Santos
 
En definitiva, las "putxeras" u "ollas " ferroviarias se convirtieron en un sistema sencillo y eficaz con el que los ferroviarios pudieron compatibilizar su duro trabajo con una alimentación sabrosa y saludable.
En los concursos gastronómicos actuales se utilizan réplicas de las "putxeras" u "ollas" ferroviarias que utilizaban jefes de tren, interventores y guardafrenos
 
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