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8 febrero 2017

Economía

La Renfe alemana pierde el tren

La dimisión de su CEO esta semana vuelve a poner en evidencia los problemas de Deutsche Bahn

 

JOSÉ-PABLO JOFRÉ Berlín07/02/2017 01:03h - Actualizado: 07/02/2017 01:07h.

Un pequeño terremoto corporativo ha pasado inadvertido este lunes cuando sorpresivamente renunciaba el CEO de la Deutsche Bahn (DB), Rüdiger Grübe. La Renfe alemana con sus 300.000 mil empleados y un volumen de negocio de 40.000 millones de euros volvía así al escenario mediático de este país luego que el año pasado reconociera unas pérdidas de 1.300 millones en 2015. Grübe que dirige el consorcio público desde 2009 se encontraba negociando un aumento de salario y la extensión de su contrato para tres años más hasta 2020, pero sólo se le ofreció dos años. El ahora exCEO de la DB respondió con la renuncia, pese a que su contrato concluía originalmente a fines de este año. El ministro de Transporte, el socialcristiano Alexander Dobrindt, se ha mostrado «sorprendido» por la dimisión-que ha aceptado- y ha instalado temporalmente en su puesto al director financiero Richard Lutz.

Ineficiente e impuntual, así es la reputación de los ferrocarriles de este país, y además con deudas millonarias. Así también lo reconocía el mismo Grübe a fines de 2015 anunciando un ambicioso plan de reestructuración para el grupo que no sólo incluye transporte de pasajeros, sino que proporciona infraestructura y servicios de comunicaciones (DB Telematik, DB Systems o DB Energie), y logística: transporte de mercancía (DB Cargo) y el grupo español Spaintir que adquirió en 2007. Para la reestructuración que Grübe abandona antes de su finalización, el exCEO de la DB necesitó más de 2.700 millones de euros. Y no sólo eso: para recuperar competitividad, se debe invertir hasta 2020 casi 6.000 millones de euros. Una de las tareas que Grübe tenía además pendiente y que ha logrado es la puntualidad, una de las razones por la que los buses interurbanos e internacionales han ido ganando terreno.

La DB es una de las corporaciones de transporte más grandes del mundo y la principal empresa ferroviaria de este país y está constituida como una sociedad anónima privada con Alemania como accionista mayoritario. Sus oficinas se trasladaron en 2010 desde Fráncfort a la Plaza de Potsdam en Berlín y probablemente vuelva a mudarse en las cercanías de la estación central que al mismo tiempo es el Barrio de la Cancillería y de los ministerios federales. La Deutsche Bahn heredó las extintas compañías ferroviarias que existieron hasta la reunificación alemana: la Deutsche Bundesbahn de Alemania Occidental, la Deutsche Reichsbahn de Alemania Oriental y la West Berlin VdeR en el Berlín Oeste. Fundada el 1 de enero de 1994, hasta 2007 todos sus activos eran propiedad del Estado alemán, sin embargo los planes de privatización siempre han estado presentes. En julio del año pasado la DB marcaba un nuevo hito al convertirse en la primera empresa no financiera en emitir deuda con tipos negativos.

Escándalo previo

 

Grübe -cuya renuncia tuvo carácter de «efecto inmediato»- había comenzado en 2015 un programa de ajuste de la Deutsche Bahn cuya duración alcanza hasta 2021 y que incluye inversiones de miles de millones de euros, por lo que la extensión de su contrato hasta 2020 era lógica. El renunciado directivo reemplazó al anterior CEO de la empresa, Hartmut Mehdorn, luego de un escándalo por el espionaje de correos electrónicos eviados a sus empleados.

Según Oliver Krischer de Los Verdes (oposición), Grübe ha sido un chivo expiatorio de las políticas de transporte erróneas de Dobrint que sólo ha traído más deudas y retrasos. Según el socialdemócrata Martin Burkert presidente de la Comisión de Transporte del Parlamento, Grübe ha hecho lo correcto para devolver a la DB a la calma.

 

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