• Las firmas pactaban ofertas, el reparto de los fondos y hasta se peleaban
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Foto: Archivo
12:52 - 6/04/2019

 

Los acuerdos del cártel ferroviario liderado por ACS y Elecnor para repartirse contratos de Adif por más de 1.100 millones de euros esconden un sinfín de reuniones secretas en oficinas y hoteles, cruces de decenas de correos electrónicos, desencuentros y varias tablas

de Excel. Alinear a varias empresas para, presuntamente, "amañar" licitaciones públicas no es tarea fácil por mucho que éstas compartan un mismo objetivo: retrasar la entrada de la competencia y mantener su cuota de mercado histórica, sobre todo en la electrificación de la red de alta velocidad, tal y como relata Comsa.

 

 

 
 

Los mails recabados por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) que los directivos de las empresas de ingeniería y construcción del cártel se intercambiaron entre 2004 y 2015, no solo muestran los acuerdos que tenían para repartirse las licitaciones y su modus operandi para elegir al ganador, preparar las ofertas y compensar a los perdedores, sino que también dejan patentes los encontronazos que tuvieron en alguna ocasión.

 

Por ejemplo, en diciembre de 2015, el delegado de ferrocarriles de Elecnor se enfrentó al jefe de proyecto de Alstom por querer cambiar al jefe de obra de un proyecto después de que se había pactado que la UTE AVE Energía, formada por Alstom, Cobra, Elecnor, Electren, Inabensa, Semi y Siemens, se encargara del mismo ganara quien ganara la adjudicación. "(...) La idea es que el Antequera lo gane nuestro grupo e intentemos que realice la gestión del proyecto la UTE de mantenimiento por lo que lo normal es que (...) terminara siendo el jefe de obra si va todo bien, por lo que no entiendo el motivo de la propuesta de cambio. Por favor explícadme vuestros motivos porque parecen ilógicos con el plan previsto o he entendido algo mal (...)", escribe el directivo de Elecnor. El jefe de Alstom le da la razón y asegura que el nombramiento es "solo en el papel", ya que es posible que "la UTE no pueda llevar la administración central, aunque sí la de campo".  

En otro momento (enero de 2010) Elecnor escribe a Cobra y Semi (filiales de ACS) explicando que va a presentar una oferta en solitario porque está teniendo "diferencias" con Cobra en la ejecución de otro proyecto. Pero, pese "a la situación de desacuerdo" que los lleva a suspender el pacto histórico de ir juntas a este tipo de licitaciones de Adif, la firma que preside Rafel Martín de Bustamante plantea que se repartan el contrato gane quien gane ante la expectativa de que solucionen los problemas.

 

 

 

"Elecnor propone que antes de la apertura de precios de la oferta se defina el procedimiento a seguir en caso de adjudicación de la obra a alguna de las partes, existiendo dos opciones: En caso de que Semi-Cobra sean adjudicatarios de la obra, compartirá la suma de sus participaciones en dicho contrato, a partes iguales con Elecnor. En caso de que el adjudicatario fuese Elecnor, compartirá con Semi y Cobra el mismo porcentaje que ellos compartirían si fuesen adjudicatarios", recoge el mail. También se plantea que no se comparta nada.

 

Otro ejemplo de tensión se ve cuando, a finales de octubre de 2013, el director de la división de ferrocarriles de Semi recriminó al de contratación de Electrén haber enviado por correo electrónico la propuesta de pactar las ofertas de cada empresa para asegurar los repartos. "Perdona, he cometido un error, efectivamente no debería haber ido en la red...", contesta el directivo de Electrén al mail de Semi.

 

Simular concurrencia

 

Y es que, según se desprende de la resolución publicada por la CNMC, en la que ha multado al cártel con 118 millones, tras elegir al ganador de cada licitación (bien por sorteo, bien por cuota de mercado), las empresas establecían las rebajas que cada firma o UTE (Unión Temporal de Empresas) tenía que presentar para asegurar que triunfara el elegido simulando concurrencia. La idea inicial era que el ganador ofreciera una rebaja cercana al 5% y el resto de entre el 1 y el 2%. También se combinaban las "ofertas de cobertura" con bajas temerarias injustificadas, con el objetivo de que fueran expulsadas del concurso y fingir competencia.

 

Esta estrategia se terminó de depurar en varias reuniones celebradas en el Hotel Meliá Castilla.

 

En cuanto al cierre de los pactos y los repartos, en marzo de 2011 un directivo de Cobra escribe a Alstom, Elecnor, Elecnor, Electrén y Semi lamentándose de lo difícil que es llegar a un acuerdo sobre el reparto de la facturación de las obras, ya que todos quieren sacar el máximo provecho: "Hola a todos, parece que esto no tiene fin, todos los días hay reuniones de diferentes grupos de empresas y, lógicamente, es difícil llegar a un acuerdo cuando "todas" las empresas tratan de sacar el mayor provecho a costa de los demás. El espíritu y la finalidad del Acuerdo Micro es que un conjunto de empresas participase a partes iguales en una serie de proyectos, en facturación y margen", apunta.

 

Según explica Alstom en su declaración de clemencia a la CNMC, las firmas del cártel adoptaron los denominados "acuerdos Micro-Macro" para fijar la cuota que cada empresa participante recibiría de las licitaciones. Así, las firmas podían alcanzar su cuota directamente cuando la empresa resultara adjudicataria de una de las licitaciones (Margen Micro) o indirectamente, al resultar beneficiada por las subcontrataciones que se acordaban para repartir el volumen y los márgenes de las obras acordadas (Margen Macro).

 

Los correos que se intercambiaban los directivos reflejan que las empresas se reunían para "consensuar la participación" en cada UTE o licitación "según los contratos de mantenimiento que tuviera en vigor y para "establecer posibles escenarios de reparto en base a los criterios pactados". Unas alianzas o modo de actuar que variaba en función del volumen del contrato o de las firmas que estuvieran interesadas en pujar.

 

Por ejemplo, en diciembre de 2015 Elecnor, Electrén y Semi firmaron un acuerdo para el reparto de contratos puntuales licitados por Adif en la zona Noreste. La estrategia en este caso era que dos de ellas presentaban ofertas con bajas temerarias no justificadas para asegurarse de que ganara el concurso la empresa previamente pactada, que luego tendría que repartir el importe de la adjudicación en tercios iguales. "Tras la adjudicación, compartir las obras conseguidas a tercios, mediante una UTE por debajo del adjudicatario, sin coeficientes de paso", señala el acuerdo. El texto también recoge que, por ejemplo, en la rehabilitación de la catenaria afectada por Corrosión marina en Vilanova, Elenor tendría que ser la adjudicataria con una baja del 26,7% (1,03 millones), mientras que Electrén y Semi tenían que presentar una oferta temeraria que "no justifican".

 

Para los contratos de menos cuantía, Alstom, Cobra, Elecnor, Electrén, Inabensa, Semi y Siemens (miembros de la UTE AVE Energía) desarrollaron un mecanismo de reparto distinto.

 

Uso abusivos de las UTE

 

En el caso de que más de una de estas empresas estuvieran interesada en pujar, se realizaba un sorteo para determinar qué oferta resultaría ganadora. Una vez fijado, el responsable de la UTE elaboraba el presupuesto de la oferta ganadora y el resto de las empresas elaboraban las ofertas de acompañamiento para asegurar su adjudicación. "A cambio, la empresa potencialmente adjudicataria acordaba subcontratar el 95% de valor del trabajo en cuestión a la UTE Ave Energía A, reservándose el 5% como remuneración", explica Competencia. Es decir, se convertía que una mera comisionista.

 

En este punto, la CNMC señala que las empresas realizaban "un uso abusivo" de las UTE para limitar la competencia y repartirse los contratos. "Las UTE han sido meros instrumentos para llevar a cabo la estrategia anticompetitiva. Además, ha quedado evidenciado que las empresas tenían capacidad suficiente para presentarse de manera individual a gran parte de los contratos y no queda justificado el uso abusivo y constante de la figura asociativa", explica el superregulador. Una teoría que refuerza Siemens al explicar que su participación en dicha UTE no era imprescindible, ya que solo podía ofrecer dos máquinas y una de ellas no cumplía con todos los requisitos.

 

Los pactos sistemáticos ayudaron a las firmas del cártel a ganar casi 190 licitaciones de electrificación entre 2002 y 2016.