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6 abril 2019

Viaje a las estaciones fantasma de Madrid: 32 paradas de tren perdidas en solo tres décadas

El bajo número de usuarios y la puesta en marcha de nuevos recorridos dejan en la región un «cementerio» de apeaderos, vandalizados y en estado de abandono

Aitor Santos MoyaAitor Santos Moya

MadridActualizado:05/04/2019 00:40h

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En las últimas tres décadas, la Comunidad de Madrid ha perdido hasta 32 estaciones y apeaderos de su red de Cercanías. Mientras los trabajos de ampliación y modernización del servicio ferroviario han seguido su lógico desarrollo -el año pasado se inauguró la parada de Mirasierra-Paco de Lucía-, los trenes han dejado de parar o, directamente, circular en puntos de la periferia norte y sur, así como en contadas terminales del plano central. El bajo número de usuarios, la falta de acoplamiento de algunas líneas heredadas y la puesta en marcha de nuevos recorridos son las principales causas de un «cementerio» de vías fantasma que el paso del tiempo no ha logrado borrar.

Varadas a su suerte, las estaciones de San Martín de la Vega y Parque del Ocio, inauguradas en 2003 para dar forma al ramal de la línea C-3, levantado para conectar la localidad de Pinto, el Parque Warner y San Martín de la Vega, son hoy dos moles de hormigón vandalizadas y en estado de abandono. Fuentes de Adif explican a este periódico que la titularidad de los 16 kilómetros de raíl, cuya construcción necesitó de una inversión cercana a los 85 millones de euros, recayó en la empresa pública Madrid Infraestructuras del Transporte (Mintra), creada en 1999 por el gobierno regional de Alberto Ruiz-Gallardón y disuelta en 2011 por el de Esperanza Aguirre. Así se acordó en los convenios firmados entre Mintra, el Consorcio Regional de Transportes y Renfe, siendo esta última la encargada de su explotación y mantenimiento.

Interior de una de las estacionesInterior de una de las estaciones

Pero el proyecto no salió según lo esperado. «La Comunidad de Madrid decidió cesar la actividad ferroviaria en 2012», señalan las mismas fuentes, sin entrar a valorar el por qué de la decisión. Un año después, Adif retiró los postes, las catenarias y las vías que aún no habían sido objeto de saqueo por los ladrones de chatarra. La entidad, dependiente del Ministerio de Fomento, alegó entonces el fracaso del parque temático, con una entrada mucho más baja de lo esperado. Este hecho repercutió en la línea hasta el punto de registrar una pobre afluencia media de 190 personas al día.

 

Un año antes de la suspensión del ramal, en 2011, Renfe decidió cerrar las seis paradas facultativas -aquellas en las que el tren solo para si algún pasajero lo solicita- de la línea C-9, de 18,2 kilómetros de extensión, que une la localidad de Cercedilla con el puerto de Cotos (Sierra de Guadarrama). La restricción de los apeaderos de Cercedilla Pueblo, Las Heras, Camorritos, Siete Picos, Dos Castillas y Vaquerizas, que comenzó siendo provisional, tornó en definitiva con la supresión de los mismos. Los seis puntos eliminados se sumaban, además, al de Collado-Albo, clausurado tiempo atrás. De este modo, la única estación intermedia que sobrevive actualmente es la de Puerto de Navacerrada.

Más al norte, el ramal de la C-4 (Cantoblanco Universidad-Colmenar Viejo) se levanta sobre el trazado original del Ferrocarril directo Madrid-Burgos, inaugurado por Renfe en 1968. El nuevo servicio se desarrolló solo hasta Colomenar Viejo, por lo que los siguientes 14 apeaderos dentro de la región quedaron en desuso: Manzanares, Soto El Real, Miraflores, Bustarviejo, Valdemanco, Loyozuela, Garganta de los Montes, Gargantilla-Lozoya, Navarredonda-San Mamés, Gascones-Buitrago, Braojos, La Serna, Acebeda y Robregordo-Somosierra. Cabe resaltar que la falta de línea ferroviaria afecta, entre otras áreas, a la más despoblada de Madrid, la Sierra Norte, con apenas 29.000 habitantes.

A poca distancia del otro desdoblamiento de la C-4, la estación de Valdelatas -también del Ferrocarril Madrid-Burgos- permanece cerrada en tierra de nadie. Dada su proximidad a la Universidad Autónoma, se pensó en un primer momento su reutilización, pero la construcción de una nueva vía hasta el mismo centro educativo, con parada en Cantoblanco Universidad, la condenó al ostracismo.

En el extremo sur, la línea C-5 perdió la estación de Griñón, ubicada al final de la red, en dirección a Talavera de la Reina. En marzo del año pasado, el Ejecutivo anterior, liderado por Mariano Rajoy (PP), anunció el estudio de la ampliación desde Humanes hasta Griñón e Illescas (Toledo), dentro del último plan de la mejora de los servicios de Cercanías presentado. Este proyecto -que incluía la construcción de seis nuevas estaciones-, no obstante, quedó en punto muerto con la llegada a La Moncloa de Pedro Sánchez (PSOE), cuyo Gobierno rebajó la inversión prevista inicialmente de 5.000 millones a poco más de 1.000.

Además de la malograda ruta del Parque Warner, en la C-3 el apeadero de Seseña dejó de prestar servicio en 2007. Situado entre las estaciones de Ciempozuelos y Aranjuez, fue clausurado tras más de 30 años en funcionamiento debido a su bajo uso. «Se encontraba muy alejado del casco urbano», justifican desde Adif. Tras el fin de la línea regional que unía la localidad arancetana con Toledo en 2005 -en declive por la puesta en marcha del AVE-, la estación de Algodor dejó de recoger viajeros. Antes, hicieron lo propio las de Villamejor y Las Infantas, quedando únicamente la de Castillejo-Añover que, debido a su lejanía de los núcleos urbanos y la dificultad para acceder a ella, la han llevado a una situación de semiabandono con una ínfima oferta de trenes con parada.

En el interior del mapa, dos apeaderos desaparecieron para siempre en la década de los 90. El de Santa Catalina, entre Villaverde Bajo y Atocha, dejó de funcionar en 1991; mientras que el de Los Peñascales, situado en el intermedio de Las Matas y Torrelodones, cerró sus puertas en 1994. Más de 15 años después, un tercero, el de El Tejar, dejó de tener utilidad al entrar en servicio la línea C-10. «Comenzó a prestar servicio en 1989 a los usuarios de las línea C-7 y C-8, que lo utilizaban para hacer transbordo entre ambas», recuerdan en Adif. Anclado entre Pitis y Pinar de las Rozas, el viejo apeadero escucha cada día el traqueteo de los trenes que por allí transitan. Sin paradas y sin tiempos de espera.

 

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