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1 abril 2019

Murcia

Siete días a siete metros sobre el tren

Vecinos de los barrios del sur cruzan las vías de Santiago el Mayor por la pasarela que desde hace siete días sustituye al paso a nivel. / NACHO GARCÍA / AGM
Vecinos de los barrios del sur cruzan las vías de Santiago el Mayor por la pasarela que desde hace siete días sustituye al paso a nivel. / NACHO GARCÍA / AGM

Vecinos de Santiago el Mayor mantienen posturas enfrentadas sobre el servicio que presta la pasarela. Critican la falta de información sobre las paradas del bus lanzadera y las continuas averías de los elevadores

Raúl Hernández
RAÚL HERNÁNDEZ Miércoles, 27 marzo 2019, 15:50
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El sonido de las ruedas de las carteras escolares golpeando el suelo de chapa de la pasarela retumba en la escalera de uno de los lados de la imponente estructura situada a siete metros sobre la vía provisional. «Desde aquí abajo parece que la gente va a lomos de una serpiente», señala un niño a su padre. Decenas de colegiales agarrados a una de las manos de sus padres y abuelos enderezan su paso hacia la escuela. Quedan diez minutos para entrar a clase. Mezclados entre ellos, otra fila interminable de jóvenes se dirigen a los institutos. Unos saltan los escalones de tres en tres. Otros caminan somnolientos y encorvados por el peso de los libros que llevan a la espalda. En el lateral de la construcción serpentina, las bocas de ascensor dejan salir a familias con carricoches, ciclistas y mujeres con carros de la compra. «Los elevadores transportan entre 3.000 y 5.000 personas al día. Depende de si es laborable o fin de semana», apunta un vigilante de seguridad. Han pasado siete días desde que el paso a nivel de Santiago el Mayor se cerró al tráfico rodado y peatonal para continuar con las obras del soterramiento de las vías, una vez que los trabajos se encontraban ya en ese punto. El día de San José la pasarela se puso en funcionamiento como el único medio para unir este barrio con la calle Torre de Romo; o lo que es lo mismo, la zona sur con la ciudad.

 

Nacho García / AGM

 

En esta semana, los vecinos de los barrios afectados (Santiago el Mayor, San Pío X, Ronda Sur, y El Progreso) por el corte del histórico paso se han tenido que acostumbrar a subir y bajar los casi cien escalones y atravesar los 26,5 metros de longitud de la pasarela. Un ejemplo de esa resignación podría ser la actitud de un hombre de avanzada edad que se acerca a la construcción por una acera. Camina con el paso cansado. Mira hacia los ascensores y observa la cola de ocho personas que se ha formado. «Hoy toca hacer gimnasia», murmura mientras enfila los peldaños y comienza a subirlos. Durante la mañana se ha levantado viento y ya arriba, a siete metros sobre la vía provisional, el frío se nota intenso. Agarrados a sus abrigos, dos hombres de unos cincuenta años observan la obra apoyados a la baranda de la pasarela. «Pues parece que esto va para adelante. Las máquinas no paran de trabajar», comenta uno de ellos. «Sí, Manolo. Pero cuando decíamos lo de 'nosotros por arriba y el tren por abajo' no nos referíamos a esto. Yo aún no veo el agujero hecho. Ojalá que a principios del año que viene me vuelvas a decir lo de que esto va a buen ritmo. No me fío de ningún político», le responde el compañero.

En el barrio hay opiniones encontradas, y en el centro de la polémica se encuentra la pasarela. Varias pancartas colgadas de los balcones reflejan una de las dos posturas. 'Ni muros ni pasarela', 'Paso digno', 'Sí se puede paso peatonal en superficie', se lee en algunos carteles. Hay vecinos que creen que es posible instalar un paso peatonal a cota cero. Sin embargo, esa alternativa la echó por tierra una empresa externa contratada por Adif en un informe en el que concluía que el paso en superficie era «inviable».

 

«No me importa subir escaleras, así hago deporte. Es el peaje que pagamos por tener las vías soterradas». José González. Vecino

«Son muchos peldaños para la gente mayor, y los ascensores están sucios y se rompen. Espero que no se alargue» Juana Medina. Vecina

 

El debate está en la calle

Así, este debate se ha asentado en la calle y se comenta en cada rincón del barrio. Un grupo de mujeres hablan del tema mientras toman un café en un bar de la céntrica calle Pío XII. «Sin la pasarela, ¿cómo van a hacer el agujero? A mí también me molesta el ascensor sucio, los peldaños, el ruido de las máquinas, la tierra que se te mete en la casa. Pero tenemos que pasar estos meses como sea. Esto es como cuando haces reformas en tu casa: pasas unas semanas difíciles, pero luego disfrutas de lo bien que te ha quedado el piso, es lo mismo», indica una de las vecinas. «Pues yo cruzo cuatro o cinco veces al día. No paro de subir y bajar escaleras, y al final del día, cuando llego a mi casa, ya no puedo más. Eso sí, este año se me van a poner las piernas que ni la Jennifer López», afirma la amiga. «Lo que tenemos que hacer es evitar las horas punta, a primera hora de la mañana y a mediodía que hay colas de gente hasta para subir andando. El otro día crucé al barrio de El Carmen para comprar en el supermercado, y al volver me pilló un montón de gente esperando para coger el ascensor. Al final subí el carro lleno de bolsas a pulso por las escaleras. Cuando terminé de cruzar, tenía las piernas y los brazos que me temblaban. Hice todo el deporte de un mes», relata la mujer.

Mientras se produce esta conversación, otras dos vecinas, de unos sesenta años de edad, se cruzan en la acera y se saludan. «¡Hola Carmen! Acabo de montar por primera vez en el ascensor y no me ha dado miedo porque es poco trayecto», relata. «Yo también he subido y lo que me ha dado más impresión es cruzar el tramo de la pasarela andando. Se movía mucho por el viento. Si lo llego a saber habría cogido el autobús», le contesta.

 

«El tráfico ha desaparecido y hay menos ruido y polución, pero también ha bajado el número de clientes» Nieves Carrillo. Mercería Frany

 

«Hay menos gente en mi negocio. Hago un 30% menos de caja desde que se cerró el paso a nivel hace una semana» Graciela Álvarez. Bar Siglo 21

Otro de los asuntos que provoca las quejas de los vecinos es, precisamente, el bus lanzadera gratuito habilitado por el Ayuntamiento para garantizar la permeabilidad. Los usuarios indican que no hay información suficiente sobre los lugares donde están ubicadas las paradas ni la frecuencia de paso del vehículo de transporte público. «Yo creo que va vacío porque la gente no sabe dónde cogerlo». María Dolores Riquelme regenta la confitería Espinosa. Al contrario que en algunos comercios, su negocio no se ha visto afectado por la disminución de clientes. «Antes la gente paraba el coche en la puerta; bajaba; entraba; compraba y se iba. Ahora, al no haber paso para vehículos, eso ya no sucede. Aún así, sigo teniendo mi clientela fija. No me quejo», advierte la panadera.

 

Los ascensores no soportan ni una semana sin pintadas, basura y actos vandálicos

Los cuatro ascensores que se instalaron, dos a ambos lados de la pasarela, con capacidad para transportar cada uno a ocho personas, han recibido un aluvión de críticas desde que comenzaron a funcionar. En una semana, han sufrido tres averías. Las dos primeras se achacaron a actos vandálicos. En la última ocasión, el pasado domingo, la avería dejó a dos menores en el interior de uno de ellos y tuvieron que esperar una hora para ser liberados. Al recordar este hecho un vecino advertía de que si algo así sucediese este verano el episodio sería más grave: «Diez minutos ahí dentro y te da un golpe de calor», señalaba el hombre. Además de los fallos de los elevadores, la basura y las pintadas que los decoran señalan a los vecinos más irrespetuosos. «La gente es muy incívica. Escupen, pintarrajean, tiran basura y colillas al suelo... Al día siguiente de estrenarlos, los elevadores estaban ya hechos una porquería. Hay que pensar que están para ayudar a los que no pueden subir las escaleras», lamenta un vigilante de seguridad.

 

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