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7 noviembre 2018
No hay alcalde que expropie 100 chalés
85,5 hectáreas de monte de Cercedilla y Navacerrada concedidas hace 99 años para supuestos sanatorios de altura deben revertir a manos públicas
El ferrocarril del Guadarrama frente al Hotel Victoria, en el puerto de Navacerrada en 1927. CENEAM
Casi 100 años después, el alcalde de Cercedilla se encontrará con un problema: estará en su mano expropiar 100 chalés, algunos de ellos pertenecientes a gente de alcurnia económica. Y esos casi 100 años están a punto de cumplirse. No tendrá que firmar un decreto polémico, simplemente esperar que la ley se cumpla y que 85,5 hectáreas de monte, que se cedieron en 1920 por una concesión, reviertan al municipio cumplida la fecha, con los chalés que se edificaron en su interior en este tiempo. Luis Miguel Peña, de Izquierda Unida, prefiere no hablar de expropiar. O no quiere hacerlo. De momento, esperará a que pasen las elecciones municipales.
En Cercedilla y en el puerto de Navacerrada hay una patata caliente que lleva casi 100 años sin enfriarse. Suelo público ocupado. Sanatorios de altura para curar la tuberculosis que nunca llegaron a construirse. Casas majestuosas que sí emergieron en el lugar. Y un monte sin voz pero con voto. El que le otorga la ley. El 16 de abril de 2019 se cumplen los 99 años máximos estipulados de una concesión que el Estado hizo de tres montes de utilidad pública pertenecientes a ambos municipios. Eso quiere decir que, dentro de cinco meses, ese terreno, con todas sus infraestructuras, vuelve a pertenecer al monte y por tanto, debe “revertir” en él, según especifica la legislación. La Comunidad de Madrid, que ahora actúa como gestora, ha confirmado que esa concesión no es prorrogable. El Ayuntamiento de Cercedilla, que nunca dejó de ser el propietario, debe asumir como propio, muy a su pesar, ese monte de utilidad pública. Igual que el de Navacerrada. Y, entre medias, se encuentran los intereses privados de los dueños de unos 100 chalés en una zona y de unos 300 apartamentos en otra que quieren seguir siéndolo tras mucho tiempo y dinero invertido. Muchas presiones, décadas de mirar hacia otro lado y, por fin, una pregunta obligada: ¿Serán capaces las administraciones de enfriar la patata y tomar una decisión?
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En 1920, el Estado permitió una concesión de terrenos que pertenecía a tres montes diferentes catalogados de utilidad pública y, por tanto, no urbanizables. En total cedió 2,5 hectáreas del Pinar de Helechosa, que pertenece a Navacerrada, 60 hectáreas del Pinar de Agregados, a Cercedilla, y 23 hectáreas del Pinar Baldío, a ambos municipios. El beneficiario fue la recién creada Sociedad Anónima del Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama. Y la idea consistía en expandir el progreso, lo que se traducía en que la vía del tren ascendiera por la sierra madrileña, lugar elegido por las clases altas del momento para esquiar, un deporte que empezaba a ponerse de moda. Pero además, la asociación del ferrocarril realizó a su vez concesiones a terceros para promover, supuestamente, un bien social: la construcción de sanatorios de altura.
“Somos un país de sinvergüenzas desde los orígenes”, se queja María Ángeles Nieto, de Ecologistas en Acción. “En realidad esto era mera especulación. La excusa era venderlo desde un punto de vista social, por eso dicen que se van a construir sanatorios de altura para enfermos, pero no se crearon nunca”, comparte Julio Vías, escritor, naturalista y miembro del Patronato del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
FIN DE LA CONCESIÓN
El 16 de abril de 2019, expira la concesión del Estado sobre tres montes de utilidad pública.

Fuente: elaboración propia. EL PAÍS
Llegar a Cercedilla cuesta unos 45 minutos en coche desde el centro de Madrid. Se encuentra a 57 kilómetros de la capital, en el Parque Nacional del Guadarrama -declarado en 2013-, en un enclave idílico que hoy miles de madrileños utilizan como segunda residencia, y con una población de casi 6.900 habitantes






