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4 septiembre 2018

CONSIDERAN QUE ATACARLES "SALE GRATIS"

Los vigilantes de Metro y Renfe, hartos de agresiones: "Nos pegan para divertirse"

Los trabajadores de seguridad privada del transporte público denuncian los golpes e insultos que reciben cada vez más a menudo. Les faltan medios y reconocimiento social

Foto: Algunas de las agresiones que han sufrido los vigilantes de Renfe o del metro. (Montaje EC)Algunas de las agresiones que han sufrido los vigilantes de Renfe o del metro. (Montaje EC)
04/09/2018 05:00 - Actualizado: 04/09/2018 08:48

Hace dos semanas, Juan Fernández se disponía a cerrar la estación de Cercanías de Alcorcón Central como cada día mientras su compañero acababa de desalojar los andenes. Cuando estaba a punto de bajar la verja, un encapuchado se abalanzó sobre él con una barra de hierro, le propinó varios golpes por todo el cuerpo, se subió a una furgoneta y se fue.

Desde entonces, este vigilante de seguridad está de baja. El morado que todavía tiene en las costillas se ha sumado al histórico de agresiones que recita de carrerilla: “Una muñeca rota, dos puñaladas, un botellazo, palos, tirarme por las escaleras...”, cuenta el trabajador de aspecto corpulento pero que prefiere no salir en fotografías por miedo a represalias.

Con la crisis, las empresas han retirado las armas a los vigilantes y han recortado en personal

Junto a él asiente Daniel Alonso, también vigilante en Cercanías. “A mí una vez me clavaron un tenedor”, confiesa. “Cada vez va a peor, te puede tocar en cualquier momento. Puede ser que haya fiestas y la tomen contigo, o que estés un jueves tranquilo, te vengan cuatro grafiteros y te den una paliza”, añade Fernández.

 

Luis Maroto también es vigilante, pero del metro, y tampoco vio venir una de sus últimas agresiones: “Iba con una compañera que mandó levantarse del suelo a un grupo y me dieron una paliza a mí. Casi me matan, estaba desangrándome y la gente encima animando”.

 

Las secuelas de la agresión a Juan, dos semanas después. (M. Z.)Las secuelas de la agresión a Juan, dos semanas después. (M. Z.)

 

Los vigilantes de seguridad privada de Renfe y Metro de Madrid denuncian que se encuentran cada vez más indefensos ante las agresiones de los pasajeros. Aunque siempre han estado presentes, en los últimos años han visto cómo los golpes e insultos se multiplicaban. “Las agresiones son continuas, hay alguna todos los fines de semana, pero de unos años a esta parte, muchísimo más”, explica Valle Sanz, delegada sindical de UGT y trabajadora de Metro. También ella ha sufrido agresiones. “Un pasajero me pegó un puñetazo y me rompió dos costillas. Porque había un inspector, y otro compañero, que si llego a estar sola no sé qué habría pasado... Y eso que era un domingo a las 10 de la mañana”.

Me encuentro que están golpeando las máquinas o robando y ¿qué hago, les tiro la defensa? ¿Les insulto a ver si les desmoralizo?

Denuncian que los recortes les han despojado de las herramientas de defensa o intimidación con las que minimizaban y evitaban las agresiones. Por ejemplo, desde hace tres años ya no llevan revólver, y parte del equipo de defensa deben costearlo de su propio bolsillo, como los guantes anticortes. “No es lo mismo entrar a una estación a oscuras, que no sabes lo que vas a encontrar, con un revólver que sin nada. Yo me he encontrado que están golpeando las máquinas o robando, y ¿qué hago, les tiro la defensa [porra]? ¿Les insulto a ver si les desmoralizo?”, se pregunta Fernández, que lleva 19 años trabajando en Renfe.

Profesionalizar el sector

Los sindicatos reclaman que se regule mejor su actividad de cara a la aprobación del futuro Reglamento de Seguridad Privada, un texto en trámite de alegaciones que pretende profesionalizar la actividad en todo el territorio y evitar el intrusismo. Entre otras propuestas, han pedido que se incluya que los vigilantes vayan siempre de dos en dos, como trabajan los agentes de policía, y poder así hacer frente a los grupos de borrachos o violentos con los que se encuentran a diario.

También piden que su equipación esté regulada y no quede al capricho de las distintas empresas para las que trabajan, al revés de lo que ocurre por ejemplo en Barcelona, donde los vigilantes del metro sí deben llevar obligatoriamente chalecos anticorte (para evitar agresiones con arma blanca). Con la crisis, apuntan

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