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15 febrero 2016

El metro al aeropuerto arranca con un choque entre Puigdemont y el Gobierno

El presidente de la Generalitat culpa al Gobierno central de "dimitir" de su responsabilidad

DANI CORDERO

Barcelona 12 FEB 2016 - 21:08 CET

El lider del PPC ha marchado a medio discurso del presidente Puigdemont.

El lider del PPC ha marchado a medio discurso del presidente Puigdemont. A. Garcia

 

La inauguración del metro de este viernes al aeropuerto acabó convertida en un nuevo choque institucional entre el Gobierno catalán y el central. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, puso la puntilla a una semana protagonizada por el colapso del martes en Rodalies y la tardía invitación del Gobierno catalán al Ministerio de Fomento para participar en el acto. “El Estado ha dimitido de su responsabilidad en Cataluña”, dijo, en referencia a las inversiones en infraestructuras. El secretario de Estado, Julio Gómez-Pomar, criticó la actitud de la Generalitat.

Desde la distancia, el saludo inicial entre Puigdemont y Gómez-Pomar pareció cordial: apretón de manos e intercambio de palabras entre sonrisas. Pero los discursos parecen dar por finiquitada la etapa de mano tendida que representó el consejero Santi Vila cuando era el titular de Territorio, a quien Artur Mas llegó a poner como ejemplo de lo que tenían que ser las relaciones entre los gobiernos autonómico y central. Lo que podría haber sido una plácida inauguración, con el mayor despliegue de kilómetros en una sola vez que ha protagonizado la red del metro de Barcelona y la llegada hasta el aeropuerto, acabó convertida en un choque institucional.

Puigdemont denunció la falta de inversiones en obra pública en Cataluña, cuando no el gasto para mantener las instalaciones existentes. “Si no hacemos nosotros las infraestructuras, no nos las hacen.” Y aseguró que el servicio que presta el servicio público que es titularidad de la Generalitat es mejor que las que presentan las administraciones del Estado. “A parte de tener la responsabilidad, hemos entendido que había que invertir en mantenimiento y allí donde nos ha tocado gestionar a nosotros la responsabilidad de un buen servicio, allí hay resultados.”

Antes, la alcaldesa de L'Hospitalet de Llobregat, la socialista Núria Marín, había reclamado “abordar definitivamente” las prioridades en la red de Rodalies. Y el de El Prat, Lluís Tejedor, había animado a impulsar la estación intermodal de su ciudad. Pero sus palabras no generaron el malestar de las de Puigdemont. El líder del Partido Popular en Cataluña, Xavier García Albiol, se levantó a medio discurso y abandonó el acto que seguían 800 invitados y más de un centenar de medios de comunicación entre algunos silbidos.

Julio Gómez Pomar sí aguantó la tormenta, sentado en la primera fila. Sin derecho a discurso, se desquitó posteriormente ante algunos periodistas. “Creo que la posición que viene manteniendo el Gobierno de Cataluña en relación con España es reiterada y evidente. No voy a entrar a comentar unas palabras que se califican por sí solas”, sostuvo sobre el discurso, para defender que el Estado ya inyectado en Cataluña 11.000 millones en los últimos cuatro años para construir infraestructuras. El secretario de Estado también acusó al Ejecutivo catalán de “falta de lealtad institucional” por haber cursado las invitaciones al Ministerio de Fomento menos de un día antes del acto.

Ese choque institucional puso fin a una inauguración que quería celebrar “el salto de gigante” —según Puigdemont— que significa poner en marcha la Línea 9 Sur, veinte kilómetros de túneles y quince estaciones. El metro de Barcelona llega ahora al recinto de Fira de Barcelona en L'Hospitalet, a Parc Logístic, a Mercabarna, al polígono de Mas Blau o, finalmente, a las dos terminales del aeropuerto. Desde 2010 no se inauguraba ningún nuevo tramo y ahora queda pendiente el ramal de la Línea 10 (que cubrirá los barrios de la Zona Franca a partir de 2017, según la última promesa) y el resto de la línea 9, que tiene que unir Zona Universitària y Sagrera. No hay fecha para ello.

El tramo inaugurado ayer lo pudieron poner a prueba a partir de las tres de la tarde miles de personas, que en algunos momentos atestaron los convoyes automáticos que cubren el servicio.

TRES FORMAS DE IR A LA T-1 DEL AEROPUERTO

En metro. Desde plaza de Cataluña hasta el aeropuerto se tardarán unos 50 minutos. El coste del billete son 4,5 euros, a no ser que se utilice abono de transporte.

En Aerobús. El tiempo estimado desde plaza de Cataluña son 38 minutos y el precio es de 5,9 euros.

Rodalies. Usar el tren hasta la T-2 y luego la lanzadera para llegar hasta la T-1 comporta 43 minutos y se puede hacer con la T-10.

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