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10 febrero 2016

En el tren de Laura y Begoña caben más mujeres

 

Begoña Matamala y Laura Andikoetxea en una unidad de Euskotren.Begoña Matamala y Laura Andikoetxea en una unidad de Euskotren.

  • El 21% de la plantilla de Euskotren ya es femenina. Para ellas el trayecto ha sido sinuoso, y queda mucho por recorrer

    La bilbaína Begoña Matamala entró a trabajar en la sociedad pública Euskotren hace más de tres décadas como guardagujas. Era por entonces la única mujer empleada en esta labor. Tenía a su cargo el manejo de las agujas en los cambios de vía de los ferrocarriles, para que cada tren ocupara la vía correspondiente. Recibía las órdenes del jefe de estación para la maniobra de las agujas y señales y, para la conservación del mecanismo, dependía del ingeniero de vía y sus empleados. Debía comunicar a su superior cualquier anomalía en el cambio y se ocupaba de cuidar, limpiar y engrasar el aparato. Nada sabía de cuestiones como la rentabilidad del transporte ferroviario o de la calidad del servicio prestado, pero sí era consciente de que su misión era hacer que los trenes llegasen a su destino. El rigor de trabajar en el mantenimiento de la vía implicaba estar expuesta a la dureza de las condiciones meteorológicas.

    Después de guardagujas, Begoña pasó por otros oficios en la empresa, entre ellos, maquinista o conductora de tren. A día de hoy, tiene el cargo de inspectora. Recuerda que, cuando entró lo hizo tras pasar una serie de pruebas y con intención de mejorar el trabajo de oficina que desempeñaba en otra empresa. También reconoce que su entorno no la apoyó especialmente porque veían que no era «un trabajo propio de una mujer», aunque esto no le afectó lo más mínimo. «Pasé unos reconocimientos médicos, como todos los aspirantes. Ahí ya veías la diferencia de trato que te hacían por ser mujer, a mí me duplicaron el esfuerzo. Si ellos tuvieron que levantar una pesa una vez, yo tuve que hacerlo seis. Me tuve que plantar y decir 'ya está bien'. Tuve que oír 'y esta muñeca qué hace aquí'. Ahora eso sería impensable que pasaría. Superé las pruebas y cuando me vieron trabajar comprobaron que el trabajo lo podía hacer igual que ellos y fueron cambiando la idea que tenían».

    «Ejemplo a seguir»

     

    Begoña Matamala es el ejemplo de que, según aseguran los sociólogos, el empleo ferroviario ha sido un espacio de trabajo poco permeable para las mujeres. Cabe recordar, por ejemplo, que las Escuelas de Aprendices de Renfe, diseñadas como centros de formación para la capacitación de agentes ferroviarios, sólo admitieron hombres como aspirantes hasta la llegada de la democracia. Posteriormente, las condiciones laborales para ellas fueron siempre inferiores y, en su mayor parte, ocupaban oficios subalternos. Si bien Renfe nunca ha facilitado estadísticas generales y continuas de la distribución del empleo por sexos, sí se han localizado algunos documentos que confirman la tesis de que la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo «nunca ha superado el diez por ciento de volumen total de las personas trabajadoras», subraya Esmeralda Ballesteros, socióloga de la Universidad Complutense de Madrid y autora del estudio 'Las mujeres en el ferrocarril. Acceso restringido'.

    En la sociedad pública Euskotren la situación ha sido muy similar, si bien hoy se postula, en lo que atañe a la igualdad, como «ejemplo a seguir» para otras empresas vascas. El 21% de su plantilla está formada por mujeres, cuando hace una década era del 12%, y va a poner los mimbres para su tercer Plan de Igualdad, una estrategia que ha logrado, al menos, que en la actualidad haya presencia femenina en todas las escalas operarias. Laura Andikoetxea, responsable de recursos financieros, cree que el hecho de que Euskotren fuera 'masculina' está «en la propia sociedad». «Yo había estudiado Económicas. Entré como expendedora y después fui jefa de estación en Irún. Mi intención era promocionar, me presentaba a todos los procesos de selección. Por ejemplo, la de inspección. Una persona del departamento de recursos humanos me llamó y me dijo 'tú qué te crees, que vas a ser inspector nada más llegar?' Me dio miedo y no me presenté. Posteriormente salió una promoción de atención al cliente y en esa, en cambio, me animaron a presentarme. La aprobé y estuve ocho años en aquel puesto», explica.

    En un encuentro de trabajo celebrado hace unos días en Bilbao, Euskotren exponía los objetivos conseguidos en el ámbito de la igualdad de género y en el desarrollo laboral de la mujer como la formación en igualdad, inclusión de criterios de igualdad en convocatorias externas de empleo y control de la publicidad sexista en los soportes de publicidad exterior gestionados por la empresa. En el encuentro, la consejera de Medio Ambiente y Política Territorial del Gobierno vasco, Ana Oregi, comentaba que «el transporte público nos iguala en nuestro derecho a movernos y exige ser construido desde un prisma de eficacia, eficiencia e igualdad», mientras que el director de la sociedad, Imanol Leza, cuantificaba «el positivo incremento» del porcentaje de mujeres trabajadoras.

    Begoña Matamala y Laura Andikoetxea..

    Begoña Matamala y Laura Andikoetxea..

    «A quién se le ocurre quedarse embarazada»

    Uno de los aspectos más interesantes del seminario llegaba al final, cuando Begoña Matamala, Laura Andikoetxea y Garbiñe Manterola, tres mujeres con mando en Euskotren, compartieron impresiones sobre cuánto ha cambiado la concepción de su trabajo desde sus inicios en la sociedad pública. «Yo acompañé a la primera mujer maquinista embaraza a hablar con el director de recursos humanos. Había que sacarla del tren, estaba de cuatro meses», comentaba Manterola. «A aquel hombre no se le ocurrió otra cosa que decirle que a quién se le ocurría quedarse embarazada y, encima, pedir una reducción de jornada. Si es que no tenían que echar a todas. Entonces a partir de ahí no pides nada, no pides ni ropa. Ahora, en un caso así, la mujer sale inmediatamente de los puestos de conducción para ir a taquillas. Pero tampoco lo veo del todo bien -reflexiona-. Es un puesto que arranca a las cinco de la mañana y de mucho estrés. Una estación como Bolueta que tiene muchos problemas y mucho viajero da muchos problemas».

    Laura Andikoetxea apoyaba este argumento. «El problema que tenemos es que muchas veces ni nosotras mismas detectamos cuáles son las posibilidades de mejora para las mujeres. Recuerdo que cuando estaba en atención al cliente, embarazada, fui a pedir una camisa de hombre, pensé que sería más grande y estaría más cómoda, pero me equivocaba, porque no podía atarla. Lo volví a comentar. 'Podemos llegar a un acuerdo', me plantearon en personal. 'Que te compres una ropa tú'. Pues vaya acuerdo, pienso ahora, pero en aquel momento me pareció normal». Andikoetxea se alegra de los avances logrados. El desarrollo de un modelo de gestión del Plan de Igualdad, el control de la publicidad sexista -«hemos rechazado campañas en el tranvía por este motivo», confesaba-, la inclusión de criterios de igualdad en la selección del personal, la formación interna en igualdad de mujeres y hombres... En las acciones dirigidas a los empleados de Euskotren destacan asimismo el programa Gizonduz, dirigido a hombres, y el de autodefensa para mujeres desde la perspectiva de género, que permite aprender a detectar la violencia sexista y actuar frente a ella. Pero dos de diez sigue siendo un dato muy discreto.

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