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10 noviembre 2015

La Rioja pierde el tren

PÍO GARCÍA | 

La Rioja pierde el tren

  • Todas las comunidades autónomas tienen ya su AVE en funcionamiento o en obras... salvo La Rioja y Cantabria, cada vez más aisladas

  • El Plan Estratégico La Rioja 2020 advertía de que unas «infraestructuras ferroviaras poco eficientes» eran la principal «debilidad incapacitante» de la región

    Logroño tiene una estación de tren muy bonita. Por encima le crece un jardincito y por abajo se abre un universo futurista de cristales y vigas de hierro. En el vestíbulo, un panel luminoso indica los destinos y los trenes, hay escaleras mecánicas que descienden a los andenes y todo está en penumbra, discretamente enterrado, limpio. La estación de tren de Logroño costó un pastizal que tardaremos años en pagar, pero la hicieron los famosos arquitectos Ábalos y Herreros, está diseñada para la alta velocidad y es tan bonita que ha aparecido fotografiada en varios libros extranjeros de arquitectura.

    En Tudela (Navarra), a 90 kilómetros de Logroño, la estación de tren es un edificio viejo y algo despeluchado, con las vías y los andenes al aire, apenas cubiertos por una tejavana. Se nota que no ha ganado concursos de arquitectura. Cumple su labor con humildad y nadie la fotografía. La gente sube y baja de los trenes sin reparar en ella. Quizá sea suficiente para una ciudad de 35.000 habitantes.

    Sin embargo, uno llega a la estación de tren de Tudela y puede coger cinco trenes diarios directos a Madrid. Desde la de Logroño solo sale uno: a las 7.35 de la mañana.

    Esta dolorosa desproporción sucede desde hace tiempo, pero sigue vigente y no tiene visos de cambiar a corto o medio plazo. Fue el ejemplo escogido por los redactores del Plan Estratégico La Rioja 2020, presentado hace ya un lustro, para demostrar «el agravio comparativo» que sufría la región en cuanto al transporte ferroviario.

    A DÓNDE IR

    Mala conexión con Madrid, mejor con Barcelona

    El tren se ha convertido en el medio favorito de transporte de bastantes ciudadanos porque resulta cómodo, ágil y con frecuencia rápido. Con frecuencia. Solo hay una línea directa entre Logroño y Madrid. Un Alvia. Sale a las 7.35 horas y llega a su destino a las 10.50. Para en Calahorra, Rincón de Soto, Alfaro, Tudela, Calatayud y Guadalajara. El tren de regreso parte de Atocha a las 18.35 y arriba a la capital riojana a las 21.58. Las demás conexiones exigen transbordo en Zaragoza para tomar el AVE en Delicias. Por fortuna, las conexiones con Barcelona son algo mejores. Hay dos Alvia directos, un Intercity y un Tren Hotel que opera de madrugada. Otros dos exigen trasbordo. Hacia Bilbao van tres trenes: dos Alvia y un Larga Distancia, todos directos. Los mismos parten en dirección a Burgos, aunque a horarios un poco extraños: dos salen a la misma hora (17,51) y el tercero, que en realidad es el Tren Hotel que va de Barcelona a La Coruña, lo hace a la una de la mañana.

    Con razón el Plan Estratégico La Rioja 2020 reclamaba, como actuación de prioridad inmediata, «propiciar acuerdos con Fomento, Adif y Renfe para implementar la oferta de servicios ferroviarios de pasajeros». Otra asignatura que sigue pendiente.

    En ese mismo documento, se solicitaba la opinión de 150 expertos sobre las debilidades que podían lastrar el desarrollo económico y social de La Rioja. Los resultados eran apabullantes: la principal flaqueza incapacitante y la que exigía una máxima prioridad es la existencia de «infraestructuras ferroviarias poco eficientes para responder a las demandas de transporte de viajeros y mercancías». De este modo, la amenaza más peligrosa para la economía riojana era «el asilamiento geográfico si no se materializan grandes proyectos de infraestructuras».

    Cinco años después de la presentación de aquel plan, que en teoría iba a sembrar la semilla de La Rioja del futuro, la situación no ha cambiado mucho: seguimos sin AVE, con una sola conexión directa por tren con Madrid, con la N-232 saturada y un aeropuerto agonizante. Solo la conclusión de la autovía de Pamplona y el avance (aunque lento) de la conexión por doble carril con Burgos ofrecen una mínima luz en materia de infraestructuras. De no mediar una pronta reacción de las instituciones, La Rioja dejará de ser el célebre cruce de caminos que una vez fue para convertirse en una remota isla, lejana de casi todo.

    Ni Cantabria ni La Rioja

    En materia ferroviaria, España lleva años apostando por la alta velocidad, aunque su desarrollo se ha guiado desde el principio más por criterios políticos que puramente económicos. La primera línea del AVE no fue, como tal vez hubiera sido lógico, la que uniera las dos principales ciudades de la península, sino la que enlazó Madrid con Sevilla, plaza fuerte del PSOE y ciudad natal del entonces presidente del Gobierno, Felipe González. Fue inaugurada el 21 de abril de 1992, el año de la Expo y de los Juegos Olímpicos. La capital de España y Barcelona no acabaron de ligarse por Alta Velocidad hasta el 2008.

    Desde aquel viaje inaugural entre las estaciones de Atocha y Santa Justa, el mapa del AVE en España se ha ido desarrollando siguiendo a trompicones el modelo radial de las carreteras. Pese al bofetón de la crisis y la subsiguiente paralización de inversiones, en el 2016 todas las comunidades autónomas tendrán ya (en vigor o en ejecución) su flamante línea de alta velocidad. Todas menos... Cantabria y La Rioja. Un solo vistazo al mapa de la tercera página ahorra cualquier adjetivo. ¿Estamos a tiempo para remediar un aislamiento que podría tener consecuencias pavorosas para la economía regional? Si aún lo estamos, la sociedad riojana debe movilizarse urgentemente y exigir a sus representantes políticos algo más que palabrería. Los datos son tozudos: ni PP ni PSOE, pese a sus promesas reiteradas, han traído la alta velocidad a La Rioja. Quizá, por razones demográficas, estratégicas o económicas, no compense tirar una línea de AVE de Haro hacia Alfaro; pero entonces los gobernantes deberían decirlo con valentía, explicar sus argumentos y ofrecer alternativas, desde lanzaderas a un mayor número de conexiones eficientes.

    Pero no lo hacen. Dicen una cosa y la realidad los desmiente. Observemos, por ejemplo, los Presupuestos del Ministerio de Fomento para el año 2016: el departamento que dirige Ana Pastor destinará 36,3 millones de euros al llamado «corredor navarro», que unirá Castejón con Pamplona y la futura 'Y griega' vasca. Esa actuación fue seleccionada como prioritaria por España ante la Unión Europea para obtener financiación comunitaria. Un tramo (Castejón-Villafranca) ya está en obras y el resto, hasta Pamplona, en fase de información pública o de redacción de proyectos. Solo la hostilidad manifiesta de Bildu (socio de gobierno de Geroa Bai) puede ya frenar este despliegue.

    Ahora comparemos esta cantidad con el dinero que Fomento prevé destinar el próximo año para la línea riojana (Castejón-Logroño-Miranda): ¡400.000 euros! Y, si finalmente se desembolsa esa cantidad, podremos darnos con un canto en los dientes porque así se podrá concluir la tramitación administrativa, un paso que debía estar finalizado hace ya tres años. Y mientras eso no suceda, el eje no se incorporará a las actuaciones inversoras del Ministerio. De momento, el tramo Logroño-Castejón (71 kilómetros), dividido en cuatro etapas, se encuentra en la fase de licitación de proyectos constructivos; pero del tramo Miranda-Logroño (67 kilómetros), en trámite de estudio informativo, ni siquiera se conoce su trazado definitivo.

    No hay más rastro del AVE riojano. Tampoco en Europa. A la hora de priorizar un enlace sobre otro, el Gobierno central apostó por la inclusión del eje navarro para conectar con la 'Y griega' vasca. La opción riojana, si alguna vez fue realmente defendida ante Bruselas, cayó víctima de confusas «restricciones presupuestarias» para finalmente ser remitida ad calendas graecas.

    Hay pocas razones para el optimismo. Y menos cuando Álvaro Nadal, director de la Oficina Económica del presidente del Gobierno, proclamó rotundamente el pasado 20 de octubre que «en España no hacen falta más líneas de alta velocidad (AVE), más aeropuertos o más puertos». «No se trata ya de cortar cintas, sino de conservar lo construido en el pasado», abundó. Álvaro Nadal visitó La Rioja días después y no se atrevió a sostener la misma tesis. Apuntó que aquellas frases «fueron entendidas al revés» y remachó que «nunca ha habido otra idea diferente a que La Rioja tenga AVE».

    Palabras.

    Mientras tanto, de la estación de Logroño, tan bonita, solo sale un tren directo hacia Madrid que tarda 3 horas y 15 minutos.

     

    Ha llegado la hora de exigir hechos.

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