CondéNast Traveler

6 agosto 2015

EXPERIENCIAS EN EL TRANSMONGOLIANO (II): LA VIDA EN EL TREN

Transmongoliano

Asier Calderón     Estación de Novosibirsk

El tren espera en uno de los transitados andenes de la estación de Ekaterimburgo. Encontrarlo no resulta tarea fácil hasta que una chica rusa, con ganas de ayudar a dos extranjeros desorientados, se acerca hablando en inglés y nos lleva hasta la misma puerta del vagón cinco minutos antes de partir. Subo agotada arrastrando la pesada mochila y vuelvo a sentir la emoción aventurera hacia lo desconocido. Es noche cerrada y la mayoría de los pasajeros se encuentran ya durmiendo en sus camas. TrasEkaterimburgo, tren a Siberia, seguimos con la segunda etapa de nuestra aventura.

En los trenes es común encontrar tres clases de compartimentos:

-Primera clase o Spanly Wagon: para dos personas.

-Segunda clase o Kupe: para cuatro personas.

-Tercera clase o Plastkartny: varias literas en vagón abierto.

Nosotros tenemos curiosidad por conocer a personas durante el viaje, pero a la vez buscamos algo de descanso entre parada y parada; así que optamos por la clase kupe.

Los billetes, para varios trayectos de la ruta o para uno sólo, se pueden adquirir en la página oficial de la compañía de trenes de Rusia (RZD). En verano conviene asegurarse una plaza con antelación, ya que se agotan bastante rápido.

Transmongoliano

Trenes esperando en la estación

Asier Calderón

En nuestra primera elección hemos pecado de novatos comprando los billetes en las camas superiores de la cabina que compartimos con dos señoras mayores. Ellas se adueñan de la parte inferior, incluyendo espacio de equipaje y mesita para comer; y, durante las casi 24 horas que pasamos dentro del tren, no se levantan de la cama. Nuestro plan de interacción con locales ha fallado y el restaurante se convierte en el sitio perfecto para escribir, leer o evadirse por completo mientras que los pasajeros hacen vida en sus compartimentos.

La carta del restaurante, de infinitas páginas, se encuentra en ruso y ningún miembro de la tripulación habla otro idioma. Después de usar guías y traductores, opto por una botella de agua. Los precios de los platos son desorbitados para lo poco apetecibles que parecen. Por suerte, tenemos las mochilas llenas de comida, al igual que la mayoría de los viajeros.

Transmongoliano

En todos los coches hay un grifo de agua caliente para preparar sopas instantáneas e infusiones

Asier Calderón

En cada vagón parece haber una vida distinta, esporádicos hogares creados para hacer el camino lo más llevadero posible. No viajan apenas extranjeros. Acostumbrada al turismo masificado, me resulta raro que en este viaje seamos unos extraños y eso, de alguna manera, lo convierte en auténtico. Precisamente este recorrido tiene el propósito personal de reencontrarme con la esencia de los viajes que una vez dejé olvidada en el Templo de Longshan en Taipei.

Transmongoliano

Pasillo del vagón

Elena Ortega Mateos

Antes de dormir, la provodnitsa nos facilita una bolsa que contiene una pequeña toalla y sábanas para que preparemos la cama. La provodnitsa, es la señora encargada de atender a las personas que viajan en su vagón. Suelen realizar el recorrido completo y tienen su propio compartimento, donde duermen durante el tiempo que dura su ruta.

La ruta del Transiberiano, que comienza en Moscú y termina en Vladivostok, es el trayecto originario. Nosotros haremos uno alternativo, el Transmongoliano. Éste tiene en común con el Transiberiano las paradas que van desde Moscú hasta Ulan-Ude, pero una vez allí se desvía hacia Ulan Bator recorriendo Mongolia para terminar en Pekín. Además, existe un tercer trayecto, el Transmanchuriano, que coincide con el Transiberiano hastaTárskaya, desde donde se dirige a China para finalizar también en Pekín.

Una de las paradas que hemos contemplado en nuestra ruta es Novosibirsk donde, durante un día, exploramos una ciudad en la que la gastronomía local es su mayor exponente, y continuamos el recorrido, de dos noches y un día, a Irkutsk.

Transmongoliano

Vendedores ambulantes en las estaciones

Elena Ortega Mateos

Tras varias horas perdemos la noción del tiempo. Rusia tiene 9 husos horarios, y cada ciudad en la que paramos, una hora distinta. Los trenes siempre se rigen por la hora de Moscú, y en todas las estaciones y billetes es ésta la que guía a los pasajeros. Resulta difícil pensar en la hora del lugar en el que montamos, en la del próximo destino o en la de España.El tiempo no importa aquí. Cualquier entretenimiento es bueno mientras el paisaje infinito se transforma por la ventanilla: tundra, estepa, montañas, desiertos... Llega de nuevo el momento de dormir. Subo a mi cama con un bullicio de pensamientos que acaban perdiéndose entre sueños hasta que el traqueteo involuntario del tren me hace despertar. Vuelven los pensamientos... ¡Estoy cruzando Rusia en el Transiberiano! Cierro los ojos y me dejo arrastrar por la nostálgica vía férrea hacia la Siberia profunda.

Lecturas recomendadas que inspirarán tu viaje: En Siberia de Colin Thubron y Guía de Mongolia de Svetislav Basara.

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